Estimados amigos:
 
Me llenaron de alegría las expresiones de bienvenida que agradezco mucho, y desde ya que para mi también son mis queridos amigos todos los integrantes de la lista, y así los nombro en las conversaciones en familia, donde siempre comento lo que dicen unos y otros cuando hablamos sobre la realidad de nuestros países y nuestras culturas y nunca falta la pregunta de alguno de mis hijos sobre "y que dicen tus amigos aymaraes sobre este tema que estamos hablando?"
 
Soy un convencido que las culturas raigales no se resignan ni se abandonan, nos acompañan hasta el último aliento, y sólo se vuelven anacrónicas cuando pretendemos negarlas, como muy bien dice David.
 
El mundo actual es el mundo del conocimiento, donde cien cerebros pueden producir mas riqueza que una gran empresa multinacional con 500.000. empleados, y en este mundo las fronteras físicas van desapareciendo y parece afirmarse, en plena globalización, el mundo de las fronteras culturales, donde sólo van a existir quienes tengan una cultura que les de personalidad propia y unidad de destino en lo universal, hoy como ayer los imperios se saltan las fronteras físicas a la torera, algo que no pueden hacer con las fronteras culturales.
 
Una de las razones por las que el ser humano es la especie dominante en el planeta reside en que fue capaz de convertirse en agricultor, hace miles de años los ancestros de los aymaraes domesticaron la papa, la quinua y posiblemente también el maíz, y esas verdaderas transformaciones geneticas de los vegetales con que se alimentaban no los hicieron menos aymaraes, sino mejores, hoy, en la postmodernidad, la bioingeniería utiliza herramientas mas sofisticadas pero la fuente originaria es la misma: el cerebro humano que no ha cambiado en absoluto.
 
Leia días pasados que la enciclopedia de américa latina editada por la universidad de Cambridge tiene 930 páginas, pero sólo ocho o nueve aluden a la ciencia y la tecnología y siete de esas nueve se refieren a logros prehispánicos.
 
Pienso que la historia es válida porque nos permite saber que fuimos antes de nacer, y sólo entonces dejamos de ser niños.
 
Un gran abrazo.
 
Carlos Fiandrino

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