Método para identificar y entrenar líderes
  "Una de las cosas que hay que observar constantemente en los nuevos 
integrantes de una organización es su capacidad. Si alguno posee algún talento 
en particular, este debe ser potenciado con todo lo que la organización puede 
ofrecer. 
  No todas las personas son iguales en cuanto a sus habilidades, y no todas las 
habilidades son útiles en lo que respecta a una organización, pero dicho esto 
de otro modo significa que cada tanto aparecen individuos cuyas habilidades y 
talentos, incluso si no han sido desarrollados, pueden resultar de importancia 
significativa para el crecimiento de cualquier organización. 
  Los talentos son los que pueden producir avances excepcionales: Aristóteles 
fue quien educó a Alejandro Magno. Los individuos promedio – siempre hablando 
en relación a una escala de valores propia de la organización – no serán 
capaces de nada más que permitir el mantenimiento de la sociedad o grupo en 
cuestión. Quizás permitan o posibiliten un pequeño crecimiento inercial, pero 
pocas veces se podrá esperar de ellos algún cambio paradigmático, pues carecen 
de la forma de pensar no convencional que es necesaria para ello, no es un 
líder quien simplemente imita a otros. 
  La educación promedio sirve para producir gente promedio; los talentos 
excepcionales necesitan de otra clase de agua para ser regados, y resulta 
suicida para cualquier nación u organización creer que hay que nivel hacia 
abajo a quienes son claramente superiores al resto en algunos aspectos, 
creyendo que de esa manera se le está haciendo un favor a alguien. No existe 
peor maestro que aquel que induce a un estudiante o alumno brillante a aceptar 
como satisfaccion el pertenecer a un grupo de menor valía. 
  No se puede contar con que cada persona tendrá un talento especial o 
particular, o incluso si lo posee, si este será aplicable de alguna manera, 
pero si podemos tener la seguridad de que en una organización que acepte nuevos 
integrantes, los talentos individuales surgirán tarde o temprano."
  "Como estos talentos puede tener un impacto importante sobre la vida de la 
organización, de ello resulta que todos los mecanismos de ingreso de nuevos 
integrantes deben prever la incorporación de personas excepcionales y 
talentosas, por supuesto, con las salvedades de cada caso. 
  Muchos de esos talentos tendrán que ver con la actividad de la organización 
en sí: en un equipo deportivo, el talento para jugar fútbol, basketball, etc. 
es fundamental. En una empresa financiera, un “olfato” especial para los 
negocios puede ser lo que importe, y así. 
  Cada actividad tendrá sus características propias, y por consiguiente, 
existirán personas talentosas para trabajar en cada una de ellas. No se debe 
intepretad esto como una idea de superioridad en un sentido nazi, sino como una 
aplicación del sentido común: hasta Marx decía que de cada cual hay que obtener 
en base a su capacidad. 
  Sin embargo, desde el momento que estamos hablando de grupos y 
organizaciones, existe un elemento común entre todas ellas. Es decir, todos 
estos conjuntos de personas comparten algo en común, que es su forma de 
organizarse y constituirse en grupo, asociaciones, etc. 
  Ello crea en todas ellas un hecho común, como lo es la necesidad de 
administrarlas, y por consiguiente, la necesidad de contar con un tipo de 
talento específico para hacerlo. En las organizaciones que actúan como grupos o 
equipos a fin de lograr sus objetivos, la capacidad de liderazgo debe tomarse 
como un talento muy especial. 
  Liderar no significa simplemente poseer la ambición de poder, o la capacidad 
de generar entusiasmo en los demás. Tampoco se puede decir que se posee este 
talento – y quizás ninguno otro – simplemente porque uno mismo se percibe a sí 
mismo como poseedor de él."
  "Es decir, no porque uno crea que es un líder nato, realmente lo es. No 
porque se crea que uno es una persona independiente, o valiente, o racional, o 
lo que sea, se poseen dichos talentos. De hecho, en general suele suceder lo 
contrario, pues la forma en la que uno mismo se ve es una cuestión subjetiva y 
una expresión de deseos. Es, en cierta forma, una aspiración, lo cual es algo 
legítimo. 
  Sin embargo, dicha legitimidad se pierde cuando un talento que podríamos 
denominar como social, como es el caso del liderazgo, no es analizado en un 
contexto social también. Es decir, no se puede formar un juicio de valor sobre 
una actitud que posee influencia sobre terceros sin tomar en cuenta a esos 
terceros. 
  Por un lado, es bueno poseer un nuevo miembro o colega que sea capaz de tomar 
la iniciativa. Por otra parte, las personas que toman la iniciativa suelen ser 
vistas – a veces con razón y otras no – con cierta desconfianza, por lo que no 
serán vistas como líderes, sino como amenazas. Los que quedan por detrás les 
miran con envidia, y los que están por delante, con temor; el que progresa es 
enemigo de todos, y por eso el progreso es enemigo de cualqueir estructura 
establecida. De allí que los políticos del mundo casi siempre estén más 
interesados en lidiar con ciudadanos ignorantes que cultos, brutos que 
refinados; por eso es tan popular la demagogia, porque satisface en todos la 
necesidad imperiosa y subliminal de ver al talento reprimido. 
  El líder no solamente debe ser capaz de tomar el poder, sino de ejercerlo 
tomando en cuenta a los demás, y debe ser capaz de generar las actitudes 
necesarias en los subordinados como para cumplir la misión que se tiene, sin 
necesidad de coercionarlos, sino a través de la emulación y la persuasión."
  "Dentro de lo que es verdadero y autentico en este sentido, podemos decir que 
una persona naturalmente predispuesta a tomar las riendas de cualquier asunto, 
puede encontrar difícil integrarse a un grupo o bien seguir sus reglas, y por 
ello, puede encontrar complicada a la comunicación cono los demás integrantes 
de la misma. 
  Por otra parte, hay individuos que pueden actuar de manera independiente en 
algunos casos y en otros, carecer totalmente de iniciativa. Generalmente, estos 
“falsos lideres” encuentran mas fácil actuar por su cuenta y tomar decisiones 
sobre terceros que sobre si mismos, pero pueden persuadir inicialmente a los 
integrantes del grupo, haciendo creer a todos que se trata de un auténtico 
líder. 
  Tarde o temprano, esto creará numerosos problemas: 
  1)- Estas personas serán vistas como hipócritas por parte de los demás 
integrantes de la organización. 
  2)- Estas personas son de carácter inestable y no existe garantía alguna de 
que tarde o temprano, los problemas personales se mezclen o influyan en sus 
decisiones corporativas. 
  3)- Estos individuos son esencialmente egoístas, pues no aplican la misma 
medida para juzgarse a si mismos que a los demás. 
  4)- La perdida de credibilidad a la que pueden verse sometidos al ser 
tildados de “hipócritas” puede extenderse a su investidura y a las 
instituciones que les sustenten en general. 
  5)- Estos individuos pueden ser propensos a sobrepasar los limites impuestos 
por las normas existentes, o bien a actuar de manera poco diplomática."
  "En muchos casos, las personas que finalmente actúen de esta forma serán 
bastante competentes en diversas áreas, pero fallarán completamente cuando su 
capacidad de liderazgo sea puesta a prueba. Esto es lo que en el Gea 
denominamos “Emilianismo”. 
  Por ultimo, debemos considerar que hay una diferencia entre lo que podemos 
denominar como “lideres formales” y “lideres naturales”. 
  Un líder formar es en esencia, el que surge orgánicamente a partir de la 
propia institución, mientras que un líder informal se apoya en el carisma. 
  Los lideres naturales tienen una mayor tendencia a ser revolucionarios. Los 
lideres formales son, en general, más prudentes. 
  Ambos tipos de líderes son necesarios en diversos tipos de situaciones, pues 
puede ser tan necesario, en algunos casos, tomar decisiones rápidas como en 
otros, ponderarlas profundamente antes de expresarlas. 
  De ello se deriva que de acuerdo al entorno en el que cada organización se 
desarrolle, la evolución natural de la misma hará que uno u otro tipo de 
líderes sea el más apto. En consecuencia, podemos decir que hay organizaciones 
que se caracterizan por poseer o estar dirigidas por lideres de una u otra 
clase, y que dichas modalidades de liderazgo se desarrollan como consecuencia 
de las necesidades de dichas organizaciones, pero no hay que olvidar que 
algunas organizaciones pueden desarrollar la necesidad de autodestruirse."
  "Hay dos tipos de organizaciones, de acuerdo a una caracterización basada en 
la personalidad de sus líderes: 
  1)- Informales: Los sindicatos y las revoluciones cuentan por lo general con 
lideres naturales. Es decir, las organizaciones que aparecen de modo 
reaccionario, o como una respuesta contraria a un status quo imperante, tienden 
a ser más informales y contar con líderes de este tipo. 
  2)- Formales: Los ejércitos, las empresas y las instituciones educativas, con 
lideres formales. Un entorno formal requiere de líderes formales. Las normas de 
tales organizaciones muchas veces se encuentran profundamente influenciadas por 
el entorno externo. Una empresa, por ejemplo, debe responder tanto a las 
necesidades de sus clientes como a las normas impositivas, y en consecuencia, 
hasta la estructura de la propia empresa se verá afectada en su desarrollo por 
tales factores. 
  Es decir, debe asumirse como una máxima que es el entorno externo de una 
organización el que determina la clase de líderes necesarios para la misma. En 
consecuencia, queda en los líderes determinar el futuro de su propia clase 
dirigente, al evaluar con certeza su futuro y las consecuencias a largo plazo 
de lo que hacen. 
  De acuerdo al tipo de organización de que se trate, uno u otro tipo – o 
alguna combinación intermedia – tomara preponderancia y no será aconsejable que 
este principio sea desafiado. 
  Hay individuos que pueden servir como líderes bajo ciertas condiciones o en 
cierto entorno, mientras que bajo condiciones diferentes no asumirán ningún 
papel de importancia. Un ejemplo claro es el de un político que ha ascendido en 
base a maniobras, pero que una vez en el poder se encuentra intelectualmente en 
desventaja frente a sus rivales y colegas por igual"
  "Esto puede observarse en el mundillo político con claridad: en la historia 
se han presentado numerosos casos de personas que se han constituido en 
caudillos o líderes revolucionarios, para lo cual cumplieron una tarea 
sumamente efectiva, pero luego, al formalizarse las nuevas estructuras sociales 
y de poder, una vez terminada la revolución, no pudieron sostenerse. 
  El caso de Thomas Paine es uno de los mejores ejemplos en tal sentido. Los 
líderes de la Revolución Francesa, en general, siguieron un camino similar, y 
también el caso de muchos revolucionarios latinoamericanos demuestra lo mismo. 
  Por otra parte, puede ocurrir lo contrario, es decir, que se cuente con un 
buen líder que sería efectivo bajo condiciones propicias, pero que en entorno 
imperante no tiene aplicabilidad. Esto es algo común en la política de muchos 
países, entre los que se puede contar a los latinoamericanos. 
  En más de una ocasión, los habitantes de los países de América Latina nos 
hemos encontrado con – por ejemplo – presidentes que en sí podrían no ser malos 
gobernantes, o podrían ser honestos, trabajadores, bien intencionados, etc. 
pero a los cuales la situación imperante que los rodea, los sobrepasa. 
   Es decir, no son líderes adecuados pues en situaciones que requieren de 
profundos y continuos procesos de cambio, búsqueda de equidad, lucha contra la 
pobreza, etc. se requiere de personas con capacidad autocrítica y un espíritu 
más propio de los líderes revolucionarios e informales que de los líderes 
formales."
  "Esto no quiere decir que un líder revolucionario sería bueno en tales 
circunstancias de por sí, y que el hecho de que uno de estos asuma el control 
de la situación sería una garantía, pero sí que cuando se requieren cambios, 
los líderes informales son siempre preferibles a los formales. 
  En tales casos, para que los cambios resulten razonables, provechosos y sin 
consecuencias colaterales peores que lo que se intenta modificar, hace falta 
entender el talento de un líder informal, encauzarlo, y dotar a la persona que 
cuente con él de los conocimientos necesarios para cumplir una buena labor. 
  Esto es especialmente importante en el caso de los líderes informales pues es 
bastante común que entre los mismos, el grado de instrucción académica y formal 
sea relativamente bajo. 
  El problema de contar con una formación pobre, es que tales líderes tenderán 
a cometer numerosos errores, y resultará muy difícil evitarlos o subsanarlos 
sin quitar de por medio a tales líderes pues, al ser personas que cuentan con 
una importante ascendente entre la gente, tenderán a pensar que su criterio 
siempre será el mejor, actuarán con una especie de soberbia primitiva y 
continuarán siendo apoyados por la gente que, obnubilada por la imagen de su 
líder, no verá las consecuencias iniciales de sus errores o las explicará 
responsabilizando a terceros."
  El efecto acumulativo de este circulo vicioso será que en definitiva, una 
facción contraria dentro de la sociedad u organización empezará a ganar poder 
hasta que finalmente podrá derrocar al líder en cuestión, creando un mártir 
para muchos, y dejando a los nuevos líderes en una posición de relativa fuerza 
y falta de colaboración de una importante parte de los integrantes de dicha 
sociedad. 
  El problema esencial de una situación como esta es que tenderá a perpetuar y 
acentuar el proceso de circulo vicioso que acabo de describir. El caso del 
General Perón, en la Argentina, es quizás el mejor ejemplo para esta dinámica. 
  Los líderes formales por lo general no requieren de tanta capacitación como 
los informales, pues las propias estructuras de la organización pueden 
proveerle de asesores y mecanismos adecuados para la toma de decisiones. Esto 
no quiere decir que pueda resultar aceptable la ignorancia, sino que puede ser 
tolerable por un corto período de tiempo. 
  Si un líder formal demuestra ser incompetente, es relativamente fácil y poco 
costoso reemplazarlo por otro. El costo de reemplazar a un líder informal suele 
ser, por lo general, mucho más elevado, y la situación y los resultados, más 
irregulares, imprevisibles y discutibles en cuanto a su legitimidad."
  "Es posible que un líder informal se transforme en uno formal, y también el 
caso contrario. Si un líder formal resulta ser particularmente carismático, en 
los hechos se convertirá en un líder informal, y si uno informal se encuadra 
finalmente dentro de los mecanismos propios de elección o selección de 
autoridades de una organización formal, se estará convirtiendo en uno de estos. 
  El caso de aquellos emprendedores que logran crear grandes empresas 
constituye un ejemplo de este último caso: Bill Gates nos muestra, a través de 
su propia historia personal, una transformación integral de un indudable líder 
informal a otro indudable líder formal. 
  Es posible observar también el caso de líderes políticos de importancia 
relativa que, aprovechando una oportunidad particular, se convierten en 
individuos muy carismáticos que luego hacen evolucionar a las sociedades de las 
cuales son parte hacia estructuras prácticamente informales, o que sufren 
profundos cambios. 
  Slobodan Milosevic, discutible personaje como es, muestra a través de su 
propia carrera política una evolución de este tipo. El señor Milosevic era, en 
1987, un simple miembro del congreso de la República Yugoslava que, en una 
visita a la región de Kosovo, se dio cuenta de que podría aprovechar el 
nacionalismo serbio para avanzar en su carrera política."
  "El caso de este hombre es también un ejemplo de lo que puede hacer un líder 
informal, y cómo se puede mantener en el poder: solamente después de haber 
perdido cuatro guerras, y haber destruido casi por completo a su país, tuvo que 
abandonar el poder, y aún así el día de su renuncia contaba con un apoyo 
importante entre la población. 
  Las personas que cuentan con el talento suficiente como para liderar a los 
demás encontrarán siempre un camino para hacerlo. Es común que también intenten 
modificar las reglas de juego para su propio beneficio o para facilitar la 
obtención de poder. 
  Desde un punto de vista pragmático, esto no debería extrañar a nadie, pues 
como escribió Platón: “La justicia es la ventaja de los poderosos” y teniendo 
poder, es natural que se intente conservarlo y acrecentarlo por medio de la 
manipulación de las reglas de juego. 
  Esta manipulación de las reglas existe incluso en los sistemas de gobierno o 
gestión más abiertos y responsables: dadas las demás condiciones en igualdad, 
un líder, al optar entre dos normas que resuelven igualmente un problema, 
siempre seleccionará la que le otorgue mayores beneficios. 
  La capacidad de liderazgo, vista como un talento, es algo que debe 
estimularse desde un primer momento. Ni bien se detecta en una persona en 
particular que posee tales características, es necesario para las autoridades 
de la organización intentar “atraer” a dicho individuo hacia su propio entorno 
para entrenarlo."
  "Para ello deberán emplear los mejores sistemas educativos de los que 
pudieran disponer. Esto tiene dos razones de ser: 
  1)- Porque de esta manera se podrá instruir mejor al líder en potencia. 
Muchas veces, los talentos no estimulados y desarrollados pueden apagarse, o 
bien pueden aparecer condiciones que alteren la ecuación que los mantiene. Por 
ejemplo, al contraer matrimonio o formar pareja, la vida de la gente, y también 
la mentalidad cambia, sin por ello afirmar al respecto ningún juicio de valor. 
Hay cosas que un soltero haría, pero una persona con familia no, para citar un 
ejemplo. 
  Contra el talento natural de liderazgo de cualquier persona no es posible 
luchar, incluso a través de la eliminación de dicha persona, por lo que lo 
mejor que se puede hacer es encauzar lo mejor posible a dicha persona y a su 
talento por las caminos más adecuados para la organización. 
  Este proceso de educación debe iniciarse lo más temprano posible; desde el 
ingreso del líder bisoño, pues otra de las características de las personas con 
talento para liderar es que poseen la capacidad de olfatear las reglas de juego 
imperantes, ya sea las formales o las informales, a fin de sacar ventaja de 
ellas."
  "2)- Porque cada líder potencial tiende a buscar un padrino, y si dicho 
padrino no es uno mismo o alguien de confianza, es probable que sea un 
adversario, y un líder vale por varios subordinados en cuanto a eficiencia, 
presteza, inteligencia y capacidad en general, por lo que en el ajedrez de la 
política interna de una organización, todo líder potencial es una pieza 
valiosa. 
  Es decir, tanto el alumno como el maestro, en una situación semejante, pueden 
obtener un provecho importante. El beneficio es mutuo en este caso. 
  Sin embargo, si el probable maestro descarta a su alumno, este último buscará 
a otro, el cual probablemente será un rival, o al menos eso es lo que ocurrirá 
en el seno de muchas organizaciones. 
  En tal caso, no será el alumno quien pierda, pues su ambición le llevará a 
obtener lo que busca; pero quien perderá será el maestro o padrino que 
inicialmente ha descartado a alumno en cuestión. 
  Si un líder potencial novato es dejado a sus anchas durante un lapso de 
tiempo suficiente, y por más que después se le brinde un entrenamiento 
intensivo para adaptarlo a la organización, ya habrá aprendido cuales son los 
puntos débiles de sus mentores, y los empleará tarde o temprano para su propio 
provecho."
  "Si no hay una correlación entre el provecho personal de este individuo y su 
organización a raíz de que el mismo ha sido ignorado por un tiempo 
relativamente prolongado, y el mismo ha formado su propia agenda y lista de 
prioridades, entonces, a la organización se le habrá generado una hipótesis de 
conflicto. 
  Las instituciones educativas eficientes son absolutamente necesarias dentro 
de las organizaciones, pues son estas las que deben capacitar a los nuevos 
integrantes, y también porque deben ser las que detecten y orienten de forma 
adecuada a quienes posean algún tipo de talento útil. De todos ellos, a los que 
particularmente hay que presta atención es a quienes poseen talento para 
liderar. 
  No debe sorprender entonces que las sociedades y organizaciones en las que 
menos se presta atención a la educación, sean generalmente también las que 
cuenten con un mayor número de casos de mentiras políticas, caudillísmo, donde 
los integrantes se dejen llevar por el carisma de los líderes, y donde los 
cambios sean más revolucionarios y violentos, pero sin una solución de 
continuidad a largo plazo. 
  Algo con lo que debe tenerse cuidado en lo que respecta a estos líderes en 
ascenso es que no se les debe brindar excesiva confianza en el sentido de que 
no se debe creer que están preparados para cumplir una tarea determinada hasta 
que efectiva y fehacientemente lo estén."
  "El hecho de que estén por encima de la norma en cuanto a su capacidad de 
gerenciación y liderazgo no significa de manera automática que estarán 
efectivamente listos para ocupar determinados puestos y asumir determinadas 
responsabilidades. 
  En muchos casos, el exceso de confianza aplicado de esta manera ha llevado a 
que estos nuevos líderes cometieran errores por su falta de madurez, o no 
estuvieran a la altura de las circunstancias y de esa forma, truncaran sus 
carreras promisorias en forma temprana y abortiva. Esto puede evitarse. 
  Si esta característica imprudencia se combina con la personalidad de un líder 
informal, puede generarse un entorno aberrante, en el cual los derechos y las 
obligaciones de las partes no se respeten, y cada uno de los integrantes de la 
organización empiece a actuar por cuenta propia. 
  La Revolución Francesa, y el descontrol en el que se incurrió tras lograrse 
los objetivos iniciales de los revolucionarios, es un buen ejemplo de lo que 
sucede en estos casos. 
  Los líderes revolucionarios no supieron adaptarse al cambio de ser opositores 
a ocupar puestos de autoridad, no pudieron luchar contra su propia retórica 
inflamatoria expresada cuando carecían de la experiencia suficiente como para 
actuar de manera más política, y en definitiva, la revolución los sobrepasó a 
ellos y acabó con sus vidas en muchos casos."
  "Si el líder inexperto es formal, entonces lo que se obtendrá es el 
proverbial tecnócrata, muchas veces altanero en sus supuestos conocimientos 
académicos y científicos, y poco dispuesto a escuchar palabras de personas que 
piensan de forma diferente, argumentando que “no saben nada”. 
  En este caso, lo que se obtendrá es una situación similar a la que se observó 
como evolución de las sociedades de la Argentina y el Brasil durante la década 
de 1990 al año 2000, en la que personas académicamente calificadas en el 
aspecto económico, que tuvieron importantes consecuencias en otros campos, y si 
bien produjeron números financieros saneados, crearon una miríada de nuevos 
problemas. 
  En estos casos, el efecto a largo plazo es distinto al que produce un 
liderazgo informal descontrolado, pero igualmente pernicioso, pues los 
integrantes de la organización o sociedad, transformados en meros espectadores, 
observan cómo la gente supuestamente calificada es incapaz de resolver 
problemas, o bien, como los líderes formales empiezan a perder contacto con sus 
subordinados, para pasar a crear su alquimia sin ninguna atención a las 
consecuencias. 
  En estos casos, lo que se obtiene es una reacción contraria de los 
subordinados muy similar a la que sienten muchas personas cuando un científico 
pretende sostener que la ciencia se encuentra más allá de la moral."
  "Para desarrollarse en plenitud, la capacidad de liderazgo no solamente 
requiere del talento personal y la experiencia de un maestro, sino también, del 
tiempo. 
  Tanto los líderes formales como así también los informales deben moderar las 
ideas y acciones de sus primeros actos como autoridades legítimas, a fin de 
lograr un comportamiento más armonioso dentro de la organización que pretenden 
dirigir. 
  Los líderes constituidos y legitimados de forma incuestionable no necesitan 
ni pueden cometer actos de fuerza innecesarios, como tomar medidas arbitrarias, 
cambiar normas, y afectar a sectores importantes de la organización, pues con 
ello, por un lado, pierden legitimidad, y por otro, generan una inercia 
contraria a la que es deseable para la organización en el largo plazo. 
  Nunca, en una organización, debe ser admisible la capacidad de modificar de 
manera irrestricta las reglas de juego por parte de un líder, pues ello es el 
inicio de la decadencia del sistema, al permitir a los líderes resolver sus 
actos tomando medidas que afecten a otros sin hacerles a ellos mismos 
responsables de sus actos. 
  Tales acciones únicamente son justificables en situaciones de fuerza mayor, 
pero si las supuestas emergencias que causan tales cambios se prolongan en el 
tiempo, entonces la situación que origina tales crisis no es de origen social, 
económico o político, sino de liderazgo, y para resolverlas, hace falta mejorar 
a la clase dirigente con la que se cuenta."


 

                
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