>

[el devenir de la crítica 'off line']

Como en los años setenta no había Internet, los enfrentamientos entre críticos 
de arte (o "el arte de sacarse los ojos"), artistas y demás miembros del 
naciente "campo del arte" tenía lugar en pasillos, inauguraciones, fiestas, 
cartas personales, artículos en los medios y retaliaciones varias (exclusión de 
exposiciones, pérdida del cargo, "crítica" vengativa, etc, etc)

Para la muestra, el fragmento de una entrevista reciente a Eduardo Serrano 
publicada en esta esfera:

Gina Panzarowsky: Bueno. Cuénteme bien como fue la pelea con Beatriz González. 
Ella como pintora y usted como crítico. ¿Cómo se puede narrar esa disputa entre 
dos pilares importantes en la historia del arte moderno en Colombia?

Eduardo Serrano: Mirando retrospectivamente me parece que se trató de una lucha 
por el poder en el museo. Porque la verdad es que, como curador, el poder 
decisorio era mío y para Beatriz González era difícil aceptar esa situación. 
Ella no soportaba que yo no escogiera para trabajar conmigo a la gente que ella 
me señalaba. Yo quería las cosas de una manera y Beatriz las quería de otra. 
Ella vivía en función de no dejarme hacer porque quería que todas las 
exposiciones que se organizaban giraran alrededor de ella, de su obra, ser la 
única gran artista, y sobre todo, no aceptaba que yo estuviera haciendo 
señalamientos hacia el performance, las instalaciones, el vídeo y demás 
prácticas neovanguardistas que a ella no le interesaban ni poquito. Fíjese que 
después de unas incursiones suyas en un arte menos tradicional las cuales se 
dieron precisamente en el momento en que trabajaba en el museo y se presentaban 
los primeros performances, instalaciones, etc., su obra regresa a la pintura de 
caballete…

GP: ¿Qué función cumplía ella en el museo?

ES: Ella era la directora de educación y su pupila era Carolina Ponce. Su 
amistad ha permanecido incólume hasta el punto que puede decirse que la una 
habla por la boca de la otra. Es un ejemplo de lealtad. Claro que a Carolina 
nunca se le ha ocurrido disentir de las opiniones de su maestra.

GP: ¿Cómo se resuelve esa disputa?

ES: Bueno, pues seguía la lucha de intereses y la ansiedad incesante de Beatriz 
por figurar y resulta que, como curador, yo era más requerido que ella por los 
medios. Además, Beatriz, y por ende Carolina, vieron con mala cara el hecho de 
que yo estableciera al salón Atenas como el gran espacio del arte, llamado a 
ser el gran salón del arte contemporáneo. Obviamente yo promocionaba el evento 
para que la prensa le diera el espacio e importancia que se merecía. La gente 
no entendía las propuestas tan novedosas del salón Atenas y a los periodistas 
había que darles todo escrito y de ahí viene esa acusación que me hace Beatriz 
por boca de Carolina de que yo me autopromocionaba. ¡El burro hablando de 
orejas!

Una vez entrevistaron a Rita de Agudelo, directora de la galería San Diego, y 
le preguntaron: ¿Cómo le parece el salón Atenas? Y ella contesto: Una 
mierda!!!, respuesta que fue publicada en Cromos y que es muy diciente acerca 
de la reacción del público en los años setenta frente a prácticas artísticas 
distintas a la pintura, el dibujo y la escultura tradicional. La gente se 
burlaba del Salón, pero acudía a montones a visitarlo. Era sin duda el evento 
del año. La pelotera en el mundo artístico también era intensa. Los artistas 
invitados al certamen que sentían una gran responsabilidad de lucirse lo 
llamaban el Salón Ah tenaz!! y los otros lo llamaban el salón Apenas!! Medina, 
Rubiano, Galaor; todos contra el Atenas y yo solo en su favor.

GP: ¿Atacaban el salón? ¿Qué le decían?

ES: Que eso no era arte. Que era una cosa ridícula. Que cómo me atrevía a 
mostrar la basura recogida por Alicia Barney, o el semen de Miguel Ángel Rojas 
o los cartones de Marlboro de Caro o las sábanas sucias de Rosemberg Sandoval y 
decir que eso era arte. Muy pintores algunos, y otros muy politizados. Pero es 
claro que yo no descartaba del todo la pintura y que lo que yo mostraba también 
era político aunque en un segundo nivel.

GP: ¿Y qué pasó después?

ES: Bien. Después llega el momento de "La Historia de la Fotografía". Beatriz 
quería que yo saliera de mi asistente que era Myriam Acevedo, una joven muy 
eficiente, a lo que yo no accedí, y entonces ella se marginó de esa exposición. 
La verdad es que Beatriz ha sido siempre muy impositiva en esta materia, con 
los que trabajan en la misma entidad que ella, y persona que no le marcha 
incondicionalmente, persona a la que le declara una guerra sin cuartel.

GP: ¿Cómo reaccionaba Gloria a esa pelea entre ustedes?

ES: Gloria al comienzo trató de manejar la cosa, pero al final cambió la 
situación porque Beatriz trató de imponérsele a ella también.

De todas maneras no hay que olvidar que Beatriz y yo fuimos muy buenos amigos. 
Muchas de sus obras más reconocidas se exhibieron por primera vez en la galería 
Belarca, y yo le hice también exposiciones en el museo de Arte Moderno, le 
escribí varios catálogos y fui su curador para la bienal de Venecia. Pero ella 
lo quería todo!! Tal y como lo ha logrado en la Luís Angel Arango y en el Museo 
Nacional.

Después llegó el momento en el que se iba a inaugurar el nuevo edificio del 
Museo de arte Moderno y Gloria le dijo a Eduardo Ramírez Villamizar que se 
inauguraría con su obra puesto que consideraba que el edificio era muy 
apropiado para su escultura. Yo no estuve muy de acuerdo con esa decisión y le 
dije a Gloria que me parecía más conveniente hacer una muestra colectiva 
representativa de lo que era el arte colombiano en ese momento y enseguida sí, 
hacer la muestra del maestro Ramírez. Pensaba entonces, y pienso todavía, que 
lo justo era, en la inauguración de la nueva sede del MAM, presentarle a la 
sociedad colombiana, a la cual sirve el Museo, lo que se consideraba su 
expresión artística en ese momento. Entonces Gloria llamó a Eduardo Ramírez 
Villamizar, cuya intransigencia era unánimemente reconocida, y cuando le 
comunicó la nueva decisión, el maestro entró en cólera, y se retiró de la 
institución indignado. Beatriz González renunció en solidaridad con su 
coterráneo santandereano, y por supuesto, también se fue Carolina. La verdad es 
que a nadie se le hubiera ocurrido que sin Beatriz, Carolina se hubiera quedado.

Ese fue el detonante visible de nuestras divergencias, la muestra pospuesta del 
maestro Ramírez. Beatriz y su discípula pusieron el grito en el cielo. ¡Qué 
falta de respeto para un artista de la categoría del maestro Ramírez haberle 
pedido que pospusiera su muestra un mes! ¿Con quién creían en el Museo que 
estaban tratando? ¿Acaso los artistas no dan a cada paso muestras de su 
genialidad? ¿Acaso no se trata de seres superiores? De seres iluminados? De 
personas infalibles?

Menos mal que a estas alturas esas creencias tan atadas a la modernidad 
perdieron toda su vigencia y que hoy se entiende que los artistas, los 
curadores y los críticos son personas tan comunes y corrientes como cualquiera. 
En los setenta y los ochenta no era así, y Beatriz y su obsecuente vocera 
aprovecharon la situación para poner a algunos artistas contra el MAM, para 
convencerlos que el atrevimiento de haber querido aplazar la muestra de Ramírez 
no era sólo contra Ramírez sino contra toda la especie artística y contra su 
altísima dignidad de genios, y así fue cómo, al organizar yo la exposición Cien 
Años de Arte Colombiano para inaugurar la nueva sede del MAM, algunos artistas 
como Santiago Cárdenas y Manuel Hernández, con quienes yo había trabajado 
estrechamente, además de Beatriz y de Ramírez, prohibieron reproducir sus obras 
en el libro correspondiente a la muestra. Yo de todos modos los incluí en la 
exposición y me refiero elogiosamente a sus trabajos en el libro.

No sobra precisar que todos esos artistas menos Beatriz, incluido el maestro 
Ramírez, volvieron al Museo, que han trabajado conmigo en numerosas 
exposiciones y que me han solicitado textos y han hecho parte de muchos de mis 
libros.

En resumidas cuentas, ese fue el detonante, pero creo que la verdadera razón de 
la salida de Beatriz del MAM se debió a que no pudo poner a la Curaduría a su 
servicio como es obvio, repito, que lo ha podido hacer en la Biblioteca Luis 
Ángel Arango y el Museo Nacional.

GP: Considera que existe una intención de Beatriz por privilegiar e imponer su 
obra apropiándose de las circunstancias que la están rodeando y que una prueba 
fehaciente de ello es el hecho de incluir dos reproducciones de su obra en el 
catalogo de Andy Warhol?

ES: Claro que si. Exactamente. ¡Yo estoy escandalizado! Que la Biblioteca Luís 
Ángel Arango haya permitido semejante exabrupto que deja a la luz su docilidad 
ante los caprichos de la asesora y que Beatriz haya tenido la osadía de incluir 
sus obras no sólo en el catalogo de la exposición de otro artista, lo que de 
por sí es un irrespeto, sino en el catálogo del mismo Warhol de quien ella ha 
derivado todo su parapeto conceptual, me parece más que inaudito, revelador de 
grandes delirios

GP: En una nota de reciente publicación en El Espectador ella afirma; El arte 
pop estaba en el aire. En 1965, el día de la inauguración del 17 Salón de 
Artistas Colombianos, la autora de estas notas escuchó una conversación entre 
Marta Traba y el jurado venezolano Inocencio Palacios quienes estaban parados 
frente a los Suicidas del Sisga, una de las obras premiadas, y pensó 
ingenuamente que estaban hablando de científicos cuando mencionaban los nombres 
de Lichtenstein, Rosenquist, Wesselmann. No eran tan comunes esos nombres como 
piensan algunos curadores y críticos contemporáneos, que han ligado 
artificialmente obras de arte a influencias inexistentes. En ese momento no 
existían revistas de arte en Colombia, con buenas presentaciones en color e 
información que pudieran generar influencias. ¿Qué piensa de eso?

ES: Pero como ella misma lo reconoce: el arte pop estaba en el aire, y también 
en la televisión, en los periódicos, en revistas como Life que se publicaban en 
español, en las noticias y sobre todo en las publicaciones de arte las cuales 
conocía muy bien Marta Traba, su maestra, tal como lo demuestra la cita que has 
traído a colación. Para nadie es un secreto que Marta le hablaba a sus 
discípulos sobre el acontecer del arte contemporáneo y es lógico que si 
mencionaba a Lichtenstein, Rosenquist y Wesselmann también conociera y hablara 
de Warhol, aunque es comprensible que Beatriz omita su nombre… Además los 
artistas colombianos, incluida Beatriz, viajaban al exterior y estudiaban en el 
exterior. El pop fue una verdadera revolución en su momento en todo el mundo y 
su influjo fue tal, que es muy dudoso que estudiantes de arte en ese entonces 
en América o Europa ignoraran su existencia.

Además, ¿no es mucha casualidad que Warhol haya sacado de la prensa noticias de 
suicidios y que más adelante Beatriz González haya pintado Los Suicidas del 
Sisga también de una foto sacada de un periódico? ¿Y no es también mucha 
casualidad que Warhol hubiera representado pictóricamente otro tipo de 
tragedias sacadas de la prensa y que lo propio haya hecho Beatriz González? ¿Y 
no es mucha casualidad que Warhol haya recurrido a temas publicitarios como 
motivo de sus obras y que exactamente lo mismo haya hecho Beatriz González 
(recuérdese su Bebé Jhonson y su Sun Made). ¿Y no es curioso que Warhol y otros 
artistas Pop hayan producido su obra en colores planos y que lo mismo haya 
hecho Beatriz González? ¿Y no es curioso que Warhol hubiera producido papeles 
de colgadura y que lo mismo haya hecho Beatriz González? ¿Y no es extraño que 
Warhol haya acudido a la repetición de la imagen como recurso pictórico y que 
lo mismo haya hecho Beatriz González? ¿Y no es mucha casualidad que Warhol haya 
hecho exposiciones de la misma imagen pero en cada caso con un color diferente 
y que lo mismo haya hecho Beatriz González? Si eso es así sin que ella se 
hubiera enterado de la existencia del Pop y de Warhol… que tal que se hubiera 
enterado?

GP: Bueno, pero sigamos con lo que pasó en ese momento…

ES: Carolina ingresa como Directora de Artes Plásticas a la Luís Ángel Arango y 
Beatriz se mantiene como su protectora y se convierte en poderosa todera en esa 
entidad!!! Aparte de colaborar en los catálogos donde autoincluye su obra, ella 
es miembro de su Junta Asesora, curadora de alguna de sus exposiciones y 
miembro vitalicio de la Junta de Adquisiciones de esa institución. Han pasado 
tres o cuatro gerentes por el Banco de la República y ella sigue ahí, como si 
no hubiera otros artistas en Colombia. Francamente, admiro su tenacidad y su 
capacidad de convencimiento. No sobra precisar que como miembro vitalicio de 
esa Junta de Adquisiciones, puede intercambiar favores con artistas, galerías, 
coleccionistas etc. Y no sobra tampoco mencionar el disparate de que figuren 
galeristas como miembros de esa Junta de Adquisiciones. Eso puede compararse 
con nombrar vampiros para cuidar bancos de sangre!

Y para comprobar la naturaleza de su influencia en la institución, nada más 
piensa que en los primeros, tal vez diez años de estar vinculado como Curador 
del Banco de la República al pobre Roca no se le permitió curar ni una, o 
cuando más una o dos exposiciones menores. Estoy seguro que la asesora 
vitalicia no lo permitió porque algo que ella no admite en las entidades a las 
cuales se halla vinculada es que se considere a ningún artista por encima o a 
la par con ella. Y a ningún Curador, a todos los opaca, los restringe y se las 
arregla para que las directivas de la Institución la respalden a ella. Todas 
las exposiciones de arte nacional del Banco, que de paso sea dicho, han sido 
muy pocas aparte de las de los miembros de la Junta Asesora y sus familiares, 
fueron, o bien, curadas por ella, o con ella como figura señera, o acerca de 
áreas en las que ella pudo acomodar su nombre de alguna manera.

GP: Pero ¿cómo logró Beatriz convencer a las directivas del Banco de permitir 
todo eso?

ES: Muy fácil. Entre las exposiciones que se programaron en esos años con gran 
entusiasmo y la aquiescencia de los asesores del Banco y que le tocó tragarse 
como sapos al pobre Roca figuraron: una muestra de Sofía Urrutia, una señora 
primitivista cuya importancia en el arte colombiano es ninguna pero quien era 
tía del gerente del Banco. Óigase bien, tía del gerente del banco! Y una 
muestra de arte japonés, curada, óigase bien, por el propio gerente del Banco, 
un supuesto experto en el arte de ese país. ¡Qué vergüenza! Cuando el arte 
japonés es uno de los más complejos, extensos y difíciles en la historia del 
arte universal y cuando existen PHDs sólo en un grabado de Hokusai, pretender 
que este singular economista, admirador de la obra de su tía, sea un experto en 
esa materia, no pasa de ser una soberana ridiculez. Pero ¿ya ves por donde va 
el agua al molino?

Por otra parte, Beatriz se convirtió así mismo en asesora y curadora del Museo 
Nacional y allí también ha manejado las cosas a su antojo. Muy poca gente sabe 
quién es hoy la curadora de ese Museo puesto que Beatriz la mantiene sometida a 
su voluntad, me imagino que exigiéndole lealtad por haber sido designada por 
ella como su sucesora. Ay de esa temerosa curadora si se le ocurre hacer alguna 
exposición de un artista que pueda sospecharse que esté a la altura de Beatriz! 
Ay de esa asustadiza funcionaria si organiza alguna muestra colectiva de arte 
contemporáneo en la cual Beatriz no sea la estrella! No hace mucho, por 
ejemplo, se organizó en esa institución una muestra alrededor de los premios en 
los salones nacionales en los cuales figuró en primer plano la obra Los 
Suicidas del Sisga de Beatriz, la misma derivada del trabajo de Warhol, aunque 
sólo obtuvo un segundo premio compartido en ese certamen, mientras se omitieron 
trabajos ganadores del primer premio. No es difícil deducir qué se perseguía 
con esa parcialidad.

En fin, al menos desde mi punto de vista, esas son las razones de nuestra 
divergencia. Yo, sencillamente, no me dejé imponer la voluntad de Beatriz como 
lo hicieron Roca y la señora Lleras, quienes se convirtieron en sus más sumisos 
servidores. No sobra mencionar que en sus últimos años en la BLAA, Roca empezó 
a dar señas de cierta independencia, pero ya había dejado pasar mucho tiempo 
sin haber hecho mayor cosa en materia de análisis y señalamientos sobre el arte 
nacional. Sus mayores aportes fueron sus escritos en Columna de arena donde 
sospecho que Beatriz no tenía mayor injerencia o en Esfera Pública…

Ah, y como para no dejar cabo suelto, Beatriz tampoco perdona mi libro sobre 
Roberto Páramo en el cual corregí la infinidad de datos equivocados que ella 
publicó en su libro sobre el mismo artista y cuya falta de rigor es 
verdaderamente alarmante.

GP: ¿Esa relación entre usted y ella se ha recompuesto después?

ES: Nos saludamos. Pero somos distantes. Ella no perdona la oportunidad de 
atacarme. Y aunque yo he sido muy respetuoso con su obra y con ella, porque 
considero que señalar sus influencias o discutir su trabajo no constituye un 
irrespeto, de todas maneras insisto en denunciar su empecinamiento en manipular 
en su provecho personal las instituciones a las que se halla vinculada, al 
igual que en impugnar a dichas instituciones por dejarse manosear tan 
burdamente.

Fin de la entrevista.

Las secuelas de ésta pelea trascienden hasta nuestros días en la medida en que 
se crearon dos trincheras desde la cual se mueven muchos de los partidarios 
oficiales de la esfera pública del arte en Colombia: de un lado la gente del 
museo y afectos con Eduardo Serrano y de otra parte los seguidores de Beatriz 
Gonzalez vía Carolina Ponce de León, cuyo vástago fue José Ignacio Roca. Estos 
odios y pasiones personales se escudaron bajo el ropaje de las instituciones, 
sirviendo éstas de parapeto para disparar toda clase de armas en contra del 
enemigo. El Banco de la República no ahorró esfuerzos para atacar la labor que 
en el pasado hizo el curador del Mambo. Supongo que el curador devolvió –y 
seguirá devolviendo- los golpes con igual contundencia.

versión completa:
http://esferapublica.org/nfblog/?p=4234



Responder a