Tinta electrónica

21.12.09 - 02:47 - CARLOS ZAHUMENSZKY | MADRID.










                        
                                
                                        
                                                        
                                                        
                                                        
                                                        
                                                



Ante la creciente demanda de obras digitales, diversas compañías desarrollan 
sus propios 'eReaders'  a pasos agigantados


El libro digital se ha convertido en el regalo estrella
de estas navidades, impulsado por un mercado editorial que en cinco
años quiere vender tres millones de obras en España en este formato





Los sectores más conservadores de la industria editorial temen la llegada del 
libro electrónico








Ya nadie duda, a estas alturas, de que 2010 será el año
del libro electrónico o eBook. Tras la llegada a España del 'Kindle',
el 'eBook reader' de la tienda online Amazon, otros muchos fabricantes
han presentado sus propuestas, que irán llegando a las tiendas a medida
que vayamos entrando en el nuevo año. Pero los 'eReaders' no son nada
sin libros que los llenen. En este sentido, el pasado martes el
Ministerio de Cultura atendió la recomendación de la Unión Europea y
las peticiones del gremio de editores y fijó el IVA del libro
electrónico en el 4%, la misma cuantía que grava los libros
convencionales. La medida supondrá un gran impulso para la
universalización del libro electrónico como formato complementario a
las obras en papel, cuya edición aún está muy lejos de desaparecer en
un futuro próximo. Según datos del sector, la venta de libros en
formato electrónico podría llegar a los tres millones de obras en 2015,
aproximádamente el 8% de la producción editorial nacional.
La implantación del IVA específico viene acompañada de
la presentación de la Biblioteca Digital Hispánica, una web dependiente
de la Biblioteca Nacional en la que los internautas podrán adquirir
obras en castellano gracias a la colaboración de más de 90 editoriales.
De momento hay ya 630 obras clásicas en esta página y se prevé que
pronto superen las 1.300, a medida que vayan incorporándose otras
editoriales. La nueva web acompaña a otros proyectos incipientes, como
leqtor.com o amabook.com, pero la realidad es que aún es muy complicado
encontrar 'best sellers' en formato electrónico y en castellano. Grupo
Planeta, por ejemplo, se afana en llenar de contenidos su proyecto de
digitalización de libros electrónicos, pero otras editoriales como
Anagrama o Tusquets aún desconfían del nuevo formato, amenazado por el
fantasma de la piratería como en su día lo estuvo la industria
discográfica.
Mientras la oferta de libros electrónicos en inglés es
prácticamente universal e incluye las novedades editoriales más
recientes, las obras en castellano no disfrutan de la misma situación.
Al tiempo que el sector editorial despierta a esta nueva realidad, en
Internet ya pueden encontrarse versiones piratas de 'best-sellers' como
la última novela de Dan Brown o la saga 'Millenium' de Stieg Larsson.
En cualquier caso, los aficionados a las descargas ilegales harían bien
en no frotarse aún las manos. Los libros electrónicos pirateados
muestran, en la mayor parte de los casos, problemas de visualización o
erratas derivadas de errores de lectura en los programas de
reconocimiento de textos. La gran preocupación de las editoriales no
son estas obras pirateadas chapuceramente, sino la puesta en común
'online' de libros editados de forma oficial una vez se les hayan
arrancado sus licencias de protección de derechos de autor. De momento
esta opción aún es una incógnita y gran parte de la respuesta dependerá
de si las editoriales son capaces o no de ofrecer a los lectores una
forma cómoda y, sobre todo, económica de acceder a las obras de nuevo
cuño.



Formato universal

Otro de los grandes problemas del sector es la ausencia
de un formato universal para libros electrónicos. A falta de estándar,
los 'eReaders' actuales optan por ser capaces de leer muchos formatos
distintos. Amazon pretende que su 'Kindle' se convierta en una especie
de 'iPod' del mundo de las letras, pero la competencia es muy fuerte y
la inminente feria mundial CES de electrónica de consumo nos traerá
muchas novedades al respecto que podrían dejar obsoletos los modelos
actuales. Los rumores apuntan a que la propia Apple trabaja también en
un dispositivo que combine la capacidad de leer libros electrónicos con
funciones como la telefonía o el vídeo. Otros gadgets, como la 'PSP' de
Sony, el 'iPhone' o los móviles con sistema operativo Android, también
comienzan a integrar herramientas que permiten leer libros electrónicos
con la incomodidad, eso sí, que supone una pantalla LCD de alto brillo
y tamaño pequeño. 
Por el momento, el mejor consejo que se puede dar sobre
lectores de libros electrónicos es esperar unos meses hasta que las
mejores opciones se asienten por sí solas en el mercado y los editores
tengan tiempo de adaptar su cadena de producción para que, nada más
salir un nuevo libro, los usuarios de 'eReaders' también puedan
comprarlo 'online' sin verse obligados a dominar el inglés o acudir a
las redes P2P.



Cómo funcionan

Técnicamente, un lector de libros electrónicos o
'eReader' es un pequeño dispositivo de bolsillo equipado con una
pantalla del tamaño de la hoja de un libro. Muchos consumidores ven con
malos ojos la idea de leer en una pantalla pero, a diferencia de los
portátiles, los móviles u otros equipos de alta tecnología, las
pantallas de los 'eReaders' no son convencionales. Están basadas en una
tecnología llamada tinta electrónica, apenas emiten luz que moleste a
los ojos y consumen muy poca energía, por lo que pueden utilizarse
durante muchas horas antes de tener que recargar las baterías. En
líneas generales, la sensación de lectura de estas pantallas es mucho
más cercana a leer un papel plastificado que a una pantalla de
ordenador. Pensados para leer periódicos o libros, la práctica
totalidad de las pantallas de estos dispositivos son monocromas y su
calidad depende de la cantidad de niveles de gris que sean capaces de
reconocer. Para pasar páginas simplemente hay que tocar la pantalla o
pulsar un botón. Además, buena parte de los 'eReaders' permiten
subrayar los textos o hacer anotaciones mediante un pequeño teclado
Qwerty.
Una vez nos hacemos con un lector de libros
electrónicos, la segunda parte es llenarlo con obras literarias de
nuestro gusto. Estas obras son archivos digitales en diferentes
formatos, algunos universales, como el PDF, y otros específicos de cada
dispositivo. El más extendido, por el momento, es el epub. Estos libros
virtuales se compran a través de Internet y se guardan en la memoria
del dispositivo. Algunos 'eReaders' disponen de conexión Wi-Fi para
adquirir las obras directamente desde el lector, mientras que otros
necesitan conectarse a un PC mediante USB para trasvasar los libros
descargados en el ordenador. El proceso es exactamente igual que lo que
se hace para cargar de música los reproductores de MP3. De todas
maneras, la conectividad de los eReader es, a día de hoy, poco útil por
la falta de material para descargar. 2010 es el año cero de los
'eReaders', pero tendrán que pasar todavía meses antes de que la
lectura en libros de plástico y silicio se convierta en algo cotidiano
para los ciudadanos de a pie.



Un mercado difícil

Los fabricantes de equipos electrónicos están encantados
con la salida al mercado de sus 'eReaders'. No ocurre lo mismo con los
creadores de contenidos. Los sectores más conservadores de la industria
editorial ven con auténtico terror la llegada del libro electrónico. La
razón esgrimida para este rechazo es el eterno coco de la piratería, el
tan mitificado hombre del saco de la industria cultural.
Sea por desconocimiento o por mera demagogia, las
editoriales no tienen mucho que temer del eMule u otros métodos de
compartir archivos en la red. La primera razón es una cuestión de uso
del producto. Un internauta que se descarga ilegalmente cien canciones
puede consumirlas en una tarde de viaje en autobús y disfrutarlas una y
otra vez. El consumo de libros es infinitamente más lento y cien libros
durarían más de un año al lector más ávido. Año en el que, por otra
parte, seguirían saliendo novedades. Además, la pereza es un factor
determinante. Grabar un archivo de música o una película es fácil.
Grabar un libro poco común que nunca ha sido digitalizado requiere de
un esfuerzo titánico de escaneo página a página, reconocimiento de
textos y montaje, un proceso que minimizará la entrada de las mafias de
la piratería 'top manta' en el sector editorial.
Fuera ya de razones prácticas, los libros electrónicos
que se están comenzando a publicar están dotados de licencias DRM que
impiden su préstamo indiscriminado. Independientemente del dispositivo
que adquiera, el consumidor se va a encontrar con la desagradable
sorpresa de que no compra una obra física que pueda dar o regalar a su
antojo, sino un archivo electrónico asociado a una licencia de uso
individual que sólo podrá prestar a una persona o, según el caso, a
ninguna.
Más allá de la piratería la auténtica razón del rechazo
de la industria editorial al libro electrónico es bien distinta. Al
igual que ocurre con los MP3, los consumidores no están dispuestos a
pagar lo mismo por un archivo digital que por un objeto físico y eso se
traduce en unos márgenes de beneficio mucho más pequeños para los
editores e intermediarios. La propia tienda online Amazon, pionera en
la venta de 'eBooks' para su lector 'Kindle', pierde una media de dos
euros con cada libro electrónico que vende. Se supone que, en unos
años, la mayor demanda de libros electrónicos compensará estas
pérdidas, pero eso es algo que aún está por llegar. Por otra parte, el
mercado de los 'eBooks' depende mucho de la agilidad que tengan las
editoriales a la hora de publicar sus obras en formato electrónico.
Cuanto más se tarde en facilitar al consumidor el hallazgo de sus
libros preferidos en Internet, más tentado estará ese consumidor de
acudir a redes P2P o páginas de descarga ilegal de obras.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20091221/sociedad/tinta-electronica-20091221.html




                                          
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