Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Lidia. Los “calienta sillas” es algo que a todos los profesionales de cualquier sector nos molesta (sanitario, empresarial, administración, etc). Y por ello el rol del funcionariado debería estar igual de controlado que el de una persona contratada (me da igual decir a tiempo parcial que indefinido) para una empresa privada.
El primer error es de la institución/administración pública correspondiente que decide sacar un servicio de larga duración subcontratando a una empresa privada para realizar esta tarea. ¿acaso es porque ve que el funcionariado no llega a esas competencias profesionales o porque no han sabido administrar bien los recursos y las tareas apropiadas a las personas cercanas a ese nuevo servicio?. Los servicios de nueva creación tienen el defecto de contar con el apoyo de la institución a la que se le gestiona ese servicio y en detrimento de los trabajadores funcionarios que ven cómo ese servicio se está llevando a cabo sin ellos. Es ahí cuando se ejerce una cierta presión por parte de un selecto colectivo para que ese servicio deje de funcionar o empujando para que salga (hecho que recuerda al Principio de Arquímedes). Cuando una empresa privada está desarrollando un proyecto en una entidad pública, la equipa con material y personal que ese centro dependiente de la administración pública no podría poner. Blanca, si no fueras funcionaria ¿aceptarías ejercer tu derecho a trabajar en una entidad privada con estas características? Quizás, y es en algo que también te recalco, una persona contratada para estos servicios externos en centros públicos suele desempeñar su labor con más profesionalidad y eficacia que una persona funcionaria. ¿razón? Simple, no tiene la seguridad que la otra persona que está a su lado. Cuando llegan estas épocas de vacas flacas, son estas empresas las primeras que tienen la puerta abierta para ahorrar costes. Eso hace que un servicio deje de funcionar o se quede a la mitad. ¿quién cubre ahora ese servicio? ¿Dónde se queda todo el esfuerzo de ese personal contratado para que el proyecto salga adelante? ¿Y en el centro donde se está prestado este servicio se arriesgarían a perder a esos profesionales y a tener que sacar oferta pública de plazas para esos puestos y tener que esperar a que se adapten al entorno de trabajo, ritmo y funciones a desempeñar en el servicio para que no se note el cambio?? Como bien dice Lidia, iría todo mejor por la vía pública, contratando directamente a los trabajadores... Creo que el punto de mira no se debe poner en las empresas privadas sino... en la administración pública. Belén Benito Documentalista contratada por empresa privada Hay mucha razón en lo que dices, Blanca. Yo respeto la labor del funcionario, pero me horrorizan las personas que calientan las sillas y son recompensadas por ello con dinero público. Y con ello no defiendo la privatización, yo llevo 7 años trabajando en la Biblioteca Nacional a través de una empresa, prestando un servicio externalizado, y ahí ando formándome y buscando el momento de opositar para sentir de algún modo que mi trabajo y mi experincia me favorece también a mí. Entiendo que si un servicio lleva 7 años externalizado en la Biblioteca Nacional (7 años en mi caso, los proyectos llevan más tiempo externalizados a través de empresas privadas, y así seguirá siendo si la crisis lo permite), es que ya no estamos hablando de un proyecto puntual, sino del trabajo de una plantilla fija de trabajadores. No entiendo que habiendo una necesidad de sacar adelante un trabajo que se prolonga tanto en el tiempo, no sea la administración pública la que contrate directamente al trabajador. En los años que llevamos aquí me pregunto porqué no se nos ha dado la oportunidad de establecer un contrato directamente con la admon. pública de personal laboral temporal, o examinarnos de un concurso-oposición para seguir trabajando como laborales fijos (el INAEM convocó un concurso-oposición de consolidación del personal laboral temporal, en laboral fijo), Ahora mismo, se está viendo cómo la empresa subsiste en la administración pública a costa de bajar el sueldo de los trabajadores, haciendo permanecer equipos reduciendo el número de personas que lo componían, reduciendo el horario laboral, o contratando a las empresas con mejor oferta económica, es decir, a las que peor pagan y como consecuencia a la más inestable, yo he visto cómo en menos de 6 meses el equipo de una empresa formado por 3 personas fue perdiendo y reponiendo a 4 de sus trabajadores, que se fueron buscando mejores condiciones laborales. Los que trabajamos para empresa en la administración pública, y llevamos tantos años, hemos adquirido una experiencia, que vemos mínimamente recompensada. Más ahora en época de crisis, veremos cuando salga un proyecto a concurso y se nos quede cara de tontos al ver que la empresa que se lo lleva lo hace por la oferta económica, no por la técnica, infravalorando la experiencia que adquirimos los que ya estábamos, pero es lo que tiene trabajar para empresa en servicios externalizados de la administración pública. Estoy segura de que la administración pública iría mejor si funcionara enteramente por vía pública, contratando directamente a los trabajadores, creo que le aportaría mayores beneficios y satisfacción de un trabajo bien hecho y constante, todo reflejo de la situación del trabajador. Entiendo también que la situación de crisis que vivimos ahora no permite cambiar las cosas a corto plazo, pero lo que expongo viene pasando desde hace mucho tiempo. Saludos Lidia Pausá --- El jue, 25/11/10, Blanca Calvo <bca...@jccm.es> escribió: De: Blanca Calvo <bca...@jccm.es> Asunto: [IWETEL] Polémica Público/privado Para: IWETEL@LISTSERV.REDIRIS.ES Fecha: jueves, 25 de noviembre, 2010 14:39 Queridos compañeros: alimento la polémica que hubo sobre este tema en la lista hace unos meses enviándoos un artículo que he escrito para un periódico de distribución gratuita que se publica en Guadalajara. Cada cinco semanas me toca ser “columnista” (también gratuita, por supuesto), y aprovecho para llevar las aguas a mi molino. Esta es mi columna de hoy: Cavernícolas No sé usted, pero yo, que soy de la generación de los padres del Cuéntame, he reflexionado muchas veces en los pasado años al ver la alegría con la que todos gastábamos el dinero. De repente nuestro país se había hecho rico, ¡qué estupendo! Era como cuando a una familia le suben mucho los ingresos y puede empezar a gastar en restaurantes sin mirar precios, con lo que antes costaba salir a comer fuera. Ahora, como en las familias cuando se pasan de gasto, hay que apretarse el cinturón. Y no sé a qué mentes privilegiadas se les ha ocurrido que, para ello, lo mejor es empezar a desprestigiar al funcionariado. Ese es el primer paso para desmantelar la “cosa pública”, para reducir drásticamente servicios cuya conquista ha costado sangre, sudor y lágrimas a muchas generaciones, para dejar servicios fundamentales en manos de empresarios que, como primer objetivo, buscan su bien particular y no el público. Como funcionaria desde hace muchos años pienso que quizá haya que reflexionar para ver si se puede ahorrar en “lo público”, pero me parece difícil. En general, la Administración ofrece aquello que no le interesa al sector privado porque no da ganancias. Si no fuera por las bibliotecas públicas, por poner un ejemplo para mí cercano, prácticamente no llegarían los libros a ninguna de las poblaciones de nuestra provincia, quitando las tres o cuatro mayores. Cualquier librero diría que no resulta rentable poner una librería en Alustante, pueblo en el que funciona estupendamente una biblioteca. En cuanto a lo de privatizar servicios públicos, las empresas privadas sólo están dispuestas a acoger los más fáciles, los que les pueden dar ganancias. Y hasta Perogrullo sabe que privatizar un servicio público lo encarece, se mire como se mire. La privatización añade un nuevo concepto de gasto: el beneficio empresarial, que se suele cifrar en un quince por ciento pero suele ser bastante más. Si una administración “externaliza” (qué horrorosa palabra) un servicio que costaba X, el servicio costará X más, en el mejor de los casos, el 15%. A no ser que la empresa ahorre costes pagando sueldos de porquería o reduzca el personal a niveles hiperinsuficientes. Si quieren ver los resultados de esas prácticas vean La cuadrilla, una película de Ken Loach que muestra cómo tras la reducción de un grupo de trabajadores de mantenimiento del ferrocarril, comienzan los accidentes mortales. Los recortes en los servicios públicos que se están proponiendo en países como el Reino Unido son un gran paso de retorno a las cavernas. ¿Quieren ustedes tener que volver a inventar el fuego? Pues quédense mirando y no reaccionen. ---------------------------------------------------- Los archivos de IWETEL pueden ser consultados en: http://listserv.rediris.es/archives/iwetel.html ---------------------------------------------------- ---------------------------------------------------- Los artículos de IWETEL son distribuidos gracias al apoyo y colaboración técnica de RedIRIS - Red Académica española - (http://www.rediris.es) ---------------------------------------------------- ---------------------------------------------------- Los artículos de IWETEL son distribuidos gracias al apoyo y colaboración técnica de RedIRIS - Red Académica española - (http://www.rediris.es) ----------------------------------------------------