* COMUNISTES de CATALUNYA Contracorriente: [EMAIL PROTECTED] <mailto:[EMAIL PROTECTED]> Difunde de Pimienta Negra: http://usuarios.lycos.es/pimientanegra/kurz_lecturas_marxistas.htm LAS LECTURAS DE MARX EN EL SIGLO XXI (Parte V) Robert Kurz La necromancia marxista En gran parte, los pocos grupúsculos marxistas que quedan no hacen prácticamente nada para revertir este estado de cosas. Al contrario, fortalecen la parálisis y confirman, cuando el pasado está repasado, llenos de estridencias y en medio de una grosera presunción, la misma película que muestra el paradigma naufragado del Marx exotérico. Las insignias y lemas de las revoluciones desarrollistas reparadoras ya fueron a parar al baúl de los trastos viejos posmoderno. «Hoz y martillo» aparecen al lado de símbolos religiosos y de otra naturaleza como un accesorio desprovisto de su contenido que ya se volvió histórico, y fondos de inversiones y empresas de alquiler de vehículos hacen la publicidad de sus «revolucionarias» ideas comerciales a través de imágenes alienadas de Lenin. Pero el marxismo que quedó reflexiona infatigablemente sobre la diferencia cualitativa para él todavía obvia entre el socialismo real desrealizado y el modo de producción capitalista. Y esto sucede, aunque la identidad positiva haya sido probada prácticamente por el hecho de que ese socialismo sólo haya podido fracasar según los criterios capitalistas porque éstos también eran los suyos. En la actualidad, se esboza un nuevo frente de retirada de la izquierda global, en el cual conceptos del Marx exotérico («lucha de clases», etc.) se vinculan a elementos de la doctrina económica keynesiana (intervenciones parciales del Estado y acompañamiento social-estatal del capitalismo, etc.). Al frente de esta tendencia, destaca el sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien proclamó categóricamente la «defensa de la civilización keynesiana» contra la marcha triunfal del neoliberalismo. Frente a la mayoría de los «realistas» ex izquierdistas que ahora, a ciegas, participan en todo lo que requiere el capitalismo, desde la exigencia por sectores de salarios baratos hasta la entrada de la OTAN en guerras, este llamamiento hecho con integridad personal por Pierre Bourdieu, convocando a la resistencia intelectual y social, parece extremadamente simpático. Pero tal actitud de oposición izquierdista ya no dispone de ninguna autonomía histórica, ninguna sustancia y ninguna perspectiva social. Al contrario de la necromancia dogmática de los últimos «creyentes» que viven fuera de la realidad, la iniciativa de Bourdieu sólo puede mostrarse no dogmática y nueva por el siguiente motivo: se trata de una combinación ideológica de dos contenidos antiguos y decrépitos, otrora antagónicos. En esta circunstancia, la referencia al Marx exotérico sólo aparece sin embargo como evocación ritual de la lucha de clases, permaneciendo como retórica de acompañamiento, mientras que para nosotros, en lo concerniente al contenido, sólo se trata de una opaca nostalgia keynesiana. De esta forma, por ejemplo, la reivindicación irremediablemente ingenua de un «control político de los mercados financieros transnacionales» repite aquel mismo modelo de la época pasada, o sea, la idea de una regulación y moderación estatal-política de las categorías reales capitalistas no abolidas, en un mundo que hace mucho dejó de empeñarse en eso. El deficit spending [gasto deficitario] de la moderación estatal keynesiana fue devorado por la inflación de los años 70 y 80, en cuanto el control monetario nacional-estatal fue demolido por la globalización. Por tal razón, este modelo ya no responde a ninguna norma de realidad intercapitalista. Permanece como reminiscencia ideológica, y sólo por eso es posible un extraño matrimonio mixto entre Marx y el keynesianismo, matrimonió que sufrió la burla del marxismo de los años 70 que era, él mismo, apenas una resonancia histórica. De manera real, el keynesianismo occidental fracasó tanto como el capitalismo de Estado del Este en la segunda modernización reparadora. Únicamente porque el sistema de coordenadas del desarrollo y de la conciencia social sufrió un dislocamiento, esa posición, desde el punto de vista formal, casi puede parecer de nuevo «radical de izquierda». Sin embargo, la izquierda reunida en ese sentido para lo que sólo es un combate de retirada, en verdad ya no se presenta con su propio nombre marxista, sino que va a oler en el cubo de la basura histórico los trapos usados y tirados por las ciencias económicas burguesas. El hecho de no hallarnos ya, de ningún modo, ante un retorno del Marx exotérico se puede desprender también de la constatación de que la perspectiva de Bourdieu ya no se refiere al futuro de un nuevo impulso desarrollista capitalista febrilmente discutido, el cual tuviese que estar, como en aquel mayo de antaño, presumiblemente ligado al «anticapitalismo»; tal hecho se refiere apenas al pasado desvanecido del boom capitalista de posguerra, de sus normas de naturaleza estatal-social y de la expansión de su sector público. La crisis categorial y la zona-tabú de la era moderna ¿Por qué la conciencia social se cierra a través del espectro de las ideas de manera tan contraria al pensamiento de que la nueva crisis mundial del siglo XXI podría ser una crisis categorial del capitalismo? ¿Por qué el Marx esotérico, reprimido y recluido en un mundo filosófico o en un futuro distante y sin importancia para toda y cualquier crítica práctica, tiene tantas dificultades para hacer valer sus derechos? Hay una serie de motivos con que responder a estas preguntas. Y todos tienen algo que ver con la dimensión de esta nueva crisis que ya no puede ser superada bajo las formas de acción y de conciencia hasta ahora vigentes. Puesto que el horizonte de desarrollo interno capitalista se ha disipado, ya no se puede formular una oposición emancipatoria dentro de las categorías del moderno sistema de producción de mercancías. Esto significa que tampoco es posible luchar simplemente contra un enemigo externo fácilmente definible (la «clase poseedora», las «fuerzas reaccionarias», el «imperialismo» de las potencias establecidas, etc.), pero también que la propia forma del sujeto y de la acción (capitalistamente constituida) está a disposición. Esto es tan difícil de entender como de soportar. Es evidente que el desarrollo histórico entró en una zona tabú. Sólo en la superficie el capitalismo fue un proceso de destabuización. En esta sociedad, en el final de su desarrollo, (casi) todo está permitido, bajo la condición, sin embargo, de que se pueda comprar y vender. No obstante, la aparente arbitrariedad universal se halla al mismo tiempo limitada por formas completamente no arbitrarias, hasta cierto punto dogmáticas, unidimensionales y sin alternativas de valor, mercancía, dinero y competencia, en que se basa la forma y sustancia económico-empresarial del «trabajo». Esta dictadura de la forma social, que entretanto ya alcanzó incluso al amor, el deporte, la religión, el arte, etc., no tolera otros dioses. Pero como ese tabú apenas está constituido por postulados y prohibiciones externas, siendo él mismo ordenado mediante la forma moderna de conciencia y de sujeto, y estando anclado, en consecuencia, más profundamente que todos los antiguos contextos-tabú, resulta también mucho más difícil lograr un avance. Quien, por ejemplo, cuestione el sistema de ganar dinero como tal puede contar con el hecho de que será declarado por el sentido común como un caso de psiquiatría. Justamente los últimos dinosaurios que quedan del marxismo exotérico, cuyos representantes siempre reaccionaron con miedo y defensivamente a las consecuencias esotéricas de su maestro, consideran tal pretensión como «esoterismo», lo que, sin embargo, desde su óptica, debe significar simplemente irracionalidad, charlatanería, etc. La idea de que el propio capitalismo podría haber expulsado a las fuerzas productivas más allá de los límites de la subjetividad «ganadora de dinero» del ser humano moderno, sólo puede chocar con una total incredulidad. Para lograr abrir un espacio discursivo a la crítica categórica del Marx esotérico al modo de producción capitalista, obviamente es necesario, en primer lugar, superar un estadio preliminar, precisamente aquella zona de la tabuización de preguntas que no se hacen y de cosas sobre las que no se habla, pero que sí se poseen. Se trata, pues, de la tematización de prerrequisitos hasta entonces tácitos que no eran analizables. Fue el hecho de haber sido el primero y el único teórico moderno en «expresar en palabras» el apriori tácito del sistema de producción de mercancías lo que llevó a la presunta «ininteligibilidad» y al «carácter filosófico fuera de la realidad» del Marx esotérico. Por otro lado, las ciencias económicas, y con ellas todas las otras ciencias sociales plenamente desarrolladas (que hoy, en definitiva, están degradadas a simples ciencias auxiliares, por no decir policías auxiliares de las ciencias económicas), no tienen las categorías capitalistas de trabajo, valor, mercancía, dinero, mercado, etc., como objeto, sino como prerrequisito tácito de su razonamiento «científico». La forma de sujeto de cambio de mercancías, la transformación de fuerza de trabajo en dinero y del capital-dinero en plusvalía (lucro) no es indagada acerca de su «qué» o su «por qué», sino tan sólo acerca de su «cómo» funcional, semejante al modo en que los científicos naturales sólo analizan el «cómo» de las llamadas leyes naturales. El primer obstáculo de una crítica categórica al capitalismo consiste, por tanto, en retirar esas categorías de su status de obviedad tácita y tornarlas explícitas y así, y sólo entonces, criticables. (Sigue en la parte VI) ****************************************** Si no deseas seguir recibiendo nuestras informaciones, envía un mensaje a [EMAIL PROTECTED] <mailto:[EMAIL PROTECTED]> precisando que deseas borrarte. _______________________________________________ Marxist-Leninist-List mailing list [EMAIL PROTECTED] To change your options or unsubscribe go to: http://lists.econ.utah.edu/mailman/listinfo/marxist-leninist-list