Todavía me dura el estupor, por las noches me despierto y parece un sueño, para nada reconfortante por cierto, y digo… “Uff por suerte es un sueño!!!”, pero a la mañana la realidad es otra. Aún hoy, cuando llego a mi lugar de trabajo, tengo la costumbre de abrir la puerta de su escritorio y saludar, esperando un mate lavado y frío como solía hacerlo cada mañana (o tarde) en que interactuábamos durante todos estos años de trabajo. Cada tema en que derivaba la conversación, era fructífero ya que me mostraba una solución o visión del mundo para nada nada lógica, como era su costumbre y siempre terminábamos con algo risueño y alegre, lo que me hacía feliz el día.
Es tan fina la línea que nos separa de un estado a otro, que parece que sigue estando, pero lo bueno es que tengo una rara sensación de paz y de tranquilidad, cosa que no me había pasado cuando se fue mi padre. Ahora fue muy diferente. Si bien no he compartido las cosas como amigo de la vida, ya que no conocía bien su vida particular, si puedo asegurar que más que un amigo era un hermano durante el trabajo, Pienso que las personas comunes generalmente experimentamos con nuestras vidas, con nuestra conciencia y pensamientos, nos creemos el centro del mundo, y evaluamos todo en base a ese estado. Néstor me demostró que era lo contrario, que era alguien diferente con una lógica diferente de la vida, no sé si mejor o peor, diferente. Es por eso lo que digo que me mantiene en paz y tranquilidad cuando lo recuerdo. Cada pérdida que nos vemos obligados a afrontar a lo largo de nuestra vida es única y excepcional, así fue lo de Néstor. Lo bueno es que el preparó todo para que sea de la forma menos traumática posible, de allí lo que lo hace grande. Creo que tanto la FICH como el CIMEC han perdido alguien muy valioso, tanto del punto de vista del conocimiento como de la persona en sí. A todos en el Aula nos dejó físicamente, pero creo que su espíritu, está y lo seguirá estando tanto en nuestras mentes, en nuestros corazones y en cada una de las actividades que hacemos, y me basta con pensar que lo estoy consultando cuando tengo que resolver algo complejo y mi capacidad de mortal no me permite ver más allá del primer árbol del bosque. Todavía recordamos su forma particular de entender la vida, la religión y muchos otros temas bien picantes que debatíamos en las peñas, hasta altas horas de la noche. Nos ha dejado un gran recuerdo de esos momentos… Mientras esté en este mundo, te recordaré de esta manera, lo que me da mucha paz y tranquilidad. Amigo que la fuerza te acompañe en este viaje, y si es que existen y perduran nuestras frágiles almas, ojala nos podamos ver en algún lugar pronto. Gerardo gerardofra...@yahoo.com.ar
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