Hola a todos : Aunque es muy difícil seguir la veloz y variada producción de reflexiones de la señora Cataño, algunos comentarios : La señora Cataño dice : "....La globalización ha hecho romper las fronteras, facilitado la movilidad de personas y bienes y ...." "....Europa había perseguido desde siempre dos grandes objetivos: la paz y la unidad. La paz , entendió que para poder tener paz no valía más guerras ,habría que conseguir la paz económica primero y luego vendría la unidad política. Hoy Europa ha conseguido la paz y ahora están consiguiendo la unidad.... ***** Que alguien que vive en Europa afirme esto hace pensar que tiene bien sea una gran desinformación o una visión muy particular de la realidad. No sé si la señora Cataño se olvide, por ejemplo, de la reciente guerra de Kosovo o de las múltiples guerras étnicas o nacionalistas que surgen en la Europa Oriental, o tal vez querrá enseñarnos que ahora existe un nuevo concepto de Europa que se reduce a la Unión Europea y los países del este son una noción desueta que no hay que tener en cuenta por incómoda. Pienso que no es la globalización sino el neo-liberalismo el que pretende romper no las fronteras sino las barreras comerciales hasta ahora establecidas por los estados-nación para lograr que existan el menor número posible de limitaciones a la operación del mercado, en un movimiento inusitado que no solo mercantiliza (vuelve mercancías) hasta los valores más fundamentales del ser humano sino que busca eliminar todo tipo de política social, de defensa del empleo o de las mínimas condiciones de vida digna de miles de millones de personas, para asegurar los movimientos y la acumulación del capital que se asegura a través de la interacción que posibilitan las redes informáticas. Pero esa eliminación de las fronteras comerciales las imponen los países poderosos a los países pobres, mientras ellos continúan protegiendo mediante subsidios e impuestos, sectores claves de su economía como el agrícola o incluso la industria (Me imagino que hayan seguido las noticias sobre el encuentro en Seattle de la Organización Mundial del Comercio y el rechazo al Acuerdo Internacional de Inversiones y las condiciones desiguales de intercambio que pretende imponer, en beneficio de las transnacionales y en detrimento no solo de la población más pobre sino de un "patrimonio" de la humanidad, como el medio ambiente) Entre tanto los estados-nación de los países más ricos cierran sus fronteras físicas para impedir la libre movilización de las personas. En un interesante programa de televisión emitido esta semana por la cadena franco-alemana Arté (que no pertenece al circuito CNN) se mostraba como en la posguerra esos países consagraron como "universal" el derecho a la libre circulación de las personas, en parte luchando contra la política de los países comunistas que imponía límites al desplazamiento de sus nacionales y en parte porque en la coyuntura necesitaban mano de obra barata de los países del tercer mundo. Hoy los países más ricos y poderosos -varios de ellos europeos-, se olvidan del derecho a la libre circulación creando cada vez mayores límites a las migraciones hacia sus territorios. O sea, usted tiene el derecho a salir de su país, pero quédese en la frontera que yo no lo dejo entrar al mío. También decían que mientras la noción de soberanía se acuñó para justificar una defensa política y militar de las fronteras hoy esa noción, a pesar de que es cuestionada, parece desplazarse hacia la defensa contra las personas, contra los pobres y desplazados por la guerra, en busca de oportunidades en el primer mundo. Cuales son entonces las fronteras rotas por la globalización o la movilidad que garantiza? Por último la columna de Alfredo Molano aparecida hoy 5 de diciembre en El Espectador, que cae como anillo al dedo a nuestras recientes discusiones. Mis saludos, María Mercedes Maldonado One world ALFREDO MOLANO En los países ricos están yuxtaponiéndose dos sociedades: la de nacionales –todos monos, todos hablando inglés- y la de inmigrantes -neoilotas-. Una esfera azul –el mundo– sin continentes, ni países, ni fronteras: se trata, naturalmente, de la globalización. Muchas compañías comerciales la han adoptado como emblema de sigilosa complicidad. Quizás para los ricos de los países ricos semejante logo colme su ambición, pero para los países pobres la globalización se está convirtiendo en un fantasma que recorre su mundo. La privatización ha transformado los monopolios estatales en monopolios privados sin ventajas sustanciales para los usuarios. Por el contrario, los servicios públicos –que son el nicho predilecto de las inversiones extranjeras– registran alzas que tienden a incrementarse abusivamente. Resultado neto: desempleo. La apertura tiene contra la pared a la industria, a la manufactura. La agricultura está arruinada, sin que haya logrado golpear –como nos prometían sus publicistas– la gran propiedad, ni afectar la renta del suelo. Resultado neto: desempleo. Los países pobres son ahora, más que nunca, países en vía de subdesarrollo, como dice el inefable Mario Benedetti. Millones de pobres ven agravada su situación al quedar ociosos. Tras de cotudos con paperas. El desempleo cumple la ingrata función de mantener bajos los salarios. En estos países –sigámoslos llamando así–, lo barato es el trabajo. La única esperanza que parpadea en el horizonte es el ensamblaje de piezas controlado por patentes extranjeras. Por ejemplo, las maquilas. De ahí que los planes de desarrollo recetados por la banca internacional y por el Fondo Monetario insistan, entre otras cosas, en mantener bajos los salarios e incrementar el adiestramiento de la fuerza de trabajo. Pero ni aun así cede la presión del desempleo, y parecería como si la única manera de controlarlo fuera la represión, la guerra. La gente encuentra soluciones desesperadas en la delincuencia, que es de ordinario el robo de unos pobres por otros pobres; o en el narcotráfico. O, finalmente, en la emigración. Los países del primer mundo están siendo invadidos por la inmigración proveniente de los países pobres. Un nuevo Muro de Berlín, de carácter étnico, comienza a encerrar sobre sí misma a la Unión Europea para defenderse de los inmigrantes que llegan en oleadas del Cercano Oriente, de África, de América Latina. Estados Unidos está construyendo una Muralla China entre el Golfo de México y California para no dejar entrar ni a los mexicanos ni a los guatemaltecos, y menos aún a los colombianos. Para el capital no hay fronteras; para los hombres, las mujeres y los niños, sí. Los que pasan por debajo de la cerca llegan a trabajar en lo que sea, al precio que sea, en cualquier condición. A costa de su salud, de su dignidad y de sus ilusiones. En los países ricos están yuxtaponiéndose dos sociedades: la de los nacionales –todos monos, todos hablando inglés así sean checos– y la de los inmigrantes –neoilotas–, que llegan a hacer lo que los primeros no quieren hacer: poner ladrillos, coger frutas, limpiar baños. El único “derecho” que se les reconoce es el rendimiento. Una oleada de racismo les niega los derechos que en la misma condición tienen los naturales a las prestaciones sociales, a la salud, a la educación y, sobre todo, a la protesta. En el primer mundo se está gestando un conflicto de características raciales entre fuerzas estamentales. En Austria, en Bélgica y en Suiza el neo-nazismo ha hecho alarmantes avances electorales. No obstante, parecería que también la globalización, a juzgar por lo que sucedió en Seattle, ha comenzado a mostrar que existe una fuerza subterránea de gran envergadura. Los hijos de los hippies que bloquearon la agresión contra Vietnam han vuelto a salir a la calle. La fuerza pública que no usaba gases lacrimógenos desde hacía veinticinco años, ha vuelto a dispararlos y a detener a cientos de manifestantes de pelo largo. Es la primera respuesta contra las arbitrariedades y agresiones que la Organización Mundial del Comercio le ha impuesto al mundo. Tarde o temprano, a la protesta de los verdes, de los indigenistas y de los defensores de derechos humanos se unirá la de los inmigrantes. Quizás seamos testigos de nuevos mayos del sesenta y ocho y de otras primaveras de Praga. El péndulo no se detiene. alfredomolano@mixmai ============================================================================= Si necesita retirarse de la lista envie un mensaje a: [EMAIL PROTECTED] con una unica linea : unsubscribe r-caldas Para inscribirse en la lista envie un mensaje a [EMAIL PROTECTED] con una unica linea : subscribe r-caldas Los mensajes que circulan en la lista los puede consultar en : http://www.mail-archive.com/r-caldas@colciencias.gov.co
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Victor - Maria VIVIESCAS-MALDONADO Sun, 5 Dec 1999 21:04:27 -0800