RE: [aymara] La Europa que nos desprecia

2008-07-24 Por tema Paquita González Rodríguez

Felicidades, todo lo que dice es verdad. Cada vez vamos a peor. Un saludo, 
Paquita 

To: [EMAIL PROTECTED]: [EMAIL PROTECTED]: Wed, 23 Jul 2008 16:41:01 
-0700Subject: [aymara] La Europa que nos desprecia




 http://www.aporrea.org/tiburon/a60422.html La Europa que nos desprecia Por: 
Mariadela Linares Fecha de publicación: 13/07/08  De Europa llegaron a 
Latinoamérica millones de hombres y mujeres desplazados de sus países después 
que la Segunda Guerra Mundial cubriera el viejo continente de ruinas y 
hambre.Desde México hasta la Patagonia, esta América generosa acogió como 
propios a esos emigrantes que vinieron sólo con lo puesto encima.Aquí echaron 
raíces y contribuyeron, justo es decirlo, con el valioso aporte de su mano de 
obra. Ninguna puerta se les cerró. A Venezuela, particularmente, arribaron 
enormes oleadas, atraídas por las grandes oportunidades que ofrecía un país 
pleno de riquezas naturales. Y se quedaron.No conozco casos de inmigrantes que 
se hayan devuelto a sus naciones de origen por malos tratos o porque les 
faltaron los espacios para crecer. Todo lo contrario; estoy segura de que en su 
inmensa mayoría, el arraigo que se produjo fue de tal naturaleza que pasaron a 
ser considerados extranjeros en la propia Europa.Ese ejército de emigrados 
ayudó con su trabajo y con sus ahorros a la reconstrucción de Europa.Las 
pesetas o las liras que se ganaban aquí iban, y siguen yendo, a parar a los 
bancos de allá. Muchas ganancias se reinvirtieron, pero para generar más 
riqueza. Sabemos de muchos establecimientos comerciales, panaderías, 
supermercados, tiendas, que son propiedad de esos prósperos empresarios.No 
conozco de alguna escuela u hospital auspiciado como obra de buena voluntad 
para con el país que tanta generosidad les ha brindado.Ahora la Unión Europea 
le devuelve con ingratitud a América, África y Asia la hospitalidad dispensada. 
La Directiva Retorno le permitirá tratar como criminales, hacerlos prisioneros 
hasta por 18 meses y deportar, a los inmigrantes ilegales que vivan en ese 
continente.Claro, antes de tomar una medida de esa naturaleza se asegurarán 
primero de que los albañiles, los que limpian las calles, los que recogen la 
basura, los que hacen los trabajos indeseables, tengan sus papeles en regla, y 
tampoco faltarán empresarios dispuestos a pagarles la mitad del salario a ese 
enorme contingente humano hambriento que ha ido a parar allá.Cuando España no 
era aún un país respetado por sus vecinos, cuando se le consideraba el patio 
trasero de Europa, porque además de atrasada y subdesarrollada era gobernada 
por un déspota, los venezolanos éramos para los españoles unos nuevos ricos a 
los que adulaban y envidiaban. Ahora que ellos a duras penas alcanzaron ser 
aceptados en la Unión Europea, nos miran con desprecio y nos llaman 
despectivamente sudacas. Ya no nos necesitan.Sobran los testimonios de miles 
de inmigrantes africanos y latinos que han sido vejados en espacios públicos en 
el Metro de Madrid, en las calles alemanas, en las vías francesas, en las 
plazas italianas. La xenofobia y el racismo han cobrado fuerza inusitada y las 
agresiones adquieren cada vez mayor dramatismo.Este continente fue saqueado por 
los europeos hace quinientos años. Asesinaron a nuestros aborígenes, se robaron 
nuestras riquezas y destruyeron la cultura que aquí existía.Años atrás nos 
usaron como caja chica para saldar sus propias miserias. Ahora nos echan de 
allá como indeseables. Ya va siendo hora de que digamos [EMAIL PROTECTED] 
[Non-text portions of this message have been removed] 





_
La última hora de tu ciudad en MSN Noticias
http://noticias.es.msn.com/

[Non-text portions of this message have been removed]



[aymara] NO DEJEN DE LEERLO ES MUY EMCIONANTE:Cabascango y los burros con herraduras

2008-07-24 Por tema agustín guzmán


--- On Thu, 7/24/08, Mompox [EMAIL PROTECTED] wrote:




#yiv1410220644 v\:* {
}


#yiv1410220644 v\:* {
}






 Un día Cabascango definitivamente dejó de ir a la escuela, más pudo la 
necesidad que las letras y el idioma ajeno. Fui a verlo a su choza, me dijo que 
había que trabajar, que los runas solo habían nacido para eso, que esa era la 
voluntad de dios.


 
 
Enviado por : Red de Comunicación Comunitaria Ecuador








Quito-Ecuador

LA ORFANDAD DE UN IDIOMA

Por esas cosas de familia que nunca hacen saber a los niños, llegué a vivir en 
Tabacundo, actualmente a una hora al norte de Quito; en ese entonces a tres 
horas en un bus destartalado que salía a las tres de la mañana y en donde todos 
los pasajeros debíamos apiñarnos con maletas, ponchos, costales de granos y las 
ráfagas de viento que se descolgaban del nevado Cayambe.
Tenía ocho o nueve años, era el año en que el Bombita derrocó a Velasco 
Ibarra por lo que en la escuela nos dieron vacación. Estaba en quinto grado y 
también era la época en que no había jardín de infantes, o pre-escolar, como lo 
dicen ahora.
El primer día de escuela me sorprendieron con una pregunta: ¿era de la Liga o 
El Nacional?. Dije del Nacional, porque me sonaba más a país. En el recreo 
siempre los encuentros de futbol eran Liga contra Nacional: no había otra 
opción.
En el primer partido, del primer recreo, del primer día de escuela, me 
sorprendieron nuevamente: la mayoría de jugadores se sacaron los zapatos para 
jugar. Luego supe que era la forma de conservar los zapatos pues no había 
dinero para comprar otros; pero también supe que a los que no nos sacábamos nos 
tildaban de burro con herraduras. 
Como a la semana de empezada las clases, o quizá más, llegó otro niño, llevaba 
una vieja funda de tela a un costado y un cuaderno. No recuerdo su nombre, pero 
recuerdo con toda claridad su apellido: Cabascango.
Cabascango llegaba tarde casi siempre, y casi siempre era castigado con un 
jalón de orejas, con un reglazo en la mano o con un correazo en las nalgas. No 
lo castigaban por atrasado; lo castigaban por vago, por testarudo, por imbécil; 
lo castigaban porque siempre se justificaba diciendo: es que tuve que ir a 
dejar a los wagras al potrero. Eterna disculpa, y eterna maldita palabra por 
la que debía soportar los latigazos.
Era tan imbécil que no podía decir toros, era tan retardado que no podía 
aprenderse, aunque sea de memoria, una sola frase: es que tuve que ir a dejar 
a los toros, o a las vacas, o a los chivos, o a cualquier mierda de animal que 
no sean los fastidiosos wagras (o guagras, o huagras; no sé como se escribe).
Cuando tocaba reglazo, Cabascango estiraba su mano firme, no pestañaba, recibía 
el castigo y no mostraba dolor, luego iba a su asiento y se mantenía callado. 
De reojo, lo veía como se fregaba la mano para mitigar el dolor que sí existía.
Un día el profesor revisó pañuelos. Todos debíamos llevar un pañuelo limpio, 
planchadito, impecable. Ese día no lo llevé. Cabascango tenía uno que parecía 
trapo de fregadero. Reglazo para los dos. Doble reglazo para mí porque, del 
miedo, retiré la mano al primer intento: entonces supe lo doloroso que era 
aquello. Desde entonces cada reglazo que recibía Cabascango me recordaba mi 
propio dolor y me imaginaba que salía a defenderlo, me imaginaba que mordía al 
profesor, que lo pateaba en los tobillos, que lo ponía zancadillas; esperaba 
cada vez que el profesor jugaba futbol para caerlo a patadas.
Un día Cabascango no vino a clases. Otra vez los wagras, pensé; pero no vino 
tampoco al día siguiente, no vino toda la semana. El profesor preguntó si 
alguien sabía donde vivía. Nadie lo sabía.
Volvió una semana después, demacrado, había burlado a la muerte que le quiso 
sorprender con una pulmonía. 
¿Como estás?, le pregunté en el recreo. Me miró con desconfianza; de lo que 
recordaba, nadie le había hablado hasta entonces, quizá porque llegaba tarde a 
la escuela y salía corriendo no más repicaba la campana para la salida a casa. 
Desde ese día empezamos a hablar; luego me llevó a su casa. Era una choza con 
tapiales gruesos y cubierta de paja; muy obscura, con una mesa en el que ponían 
un mechero para hacer los deberes.
En esa choza aprendí que no solo había wagras, sino que eran caris y warmis, 
aprendí que al espanto se lo cura con flores y huevos, que tenía un shungo 
que más tarde me harían doler las warmis; aprendí que también yo era un runa y 
que ango es una familia de taita Atahualpa; aprendí que el ari y el mana no 
son una oposición, sino un complemento. Aprendí que un papel blanco clavado en 
el tapial con puntas de penco significaba que en esa choza había pan de venta, 
y que una bandera roja significaba carne. Aprendí que hay una lengua y una 
iconografía que ha permanecido en el tiempo pese a los latigazos. Aprendí a 
decir diosolopay a la tierra, esa rara palabra que nunca supe de donde venía 
pero que significaba dios se lo pague, aunque se trate de un dios ajeno.
Un día 

[aymara] PRESENTACIÓN DOCUMENTAL ´BOLIVIA PARA TODOS´- BUENOS AIRES

2008-07-24 Por tema agustín guzmán

 













  

[Non-text portions of this message have been removed]