LECTURAS INTERESANTES N° 436
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LIMA PERÚ 10 AGOSTO 2010
QUIEN FUE EN VERDAD BOLIVAR…
Por : Hernán Ayín Schiaffino
Bolívar era un hombre de 1.63 m de estatura y un tanto azambado, al cual desde
niño sus educadores le enseñaron la historia de los pueblos particularmente la
del Perú y sus riquezas y parece que, desde muy temprana edad, mantuvo una
serie de prejuicios hacia el Perú.
Sin Bolívar el Perú no se hubiera independizado el año 1824. Pero sin él el
Perú hubiera sido más grande y fuerte. Nuestro libertador sacrificó, expolió,
engañó y cercenó al país a tal extremo, que ninguna otra nación latinoamericana
jamás llegó a pagar por su independencia lo que el Perú pagó por la suya,
ninguna otra tampoco estuvo en tanto peligro de perder aún más. Sin Bolívar
nuestra independencia hubiera demorado unos años. Con Bolívar nuestras pérdidas
fueron irrecuperables.
En solo quince meses Bolívar logró la victoria contundente que puso fin a
trescientos años de colonialismo. Pero la premura por independizarnos el año
1824 nos costó, entre muchas cosas, la pérdida de más de la mitad del
territorio nacional. ¿Ha habido otro país latinoamericano que haya pagado por
su independencia más de un millón cien mil kilómetros cuadrados? Bolívar no se
contentó con despojarnos de Guayaquil y el Alto Perú, también pretendió
apoderarse de Jaén y Maynas (que en esos tiempos abarcarían más de cien mil
kilómetros cuadrados, esto es el 10% del territorio nacional actual) y regalar
a Bolivia la costa desde Tacna a Antofagasta.
Otros pagos por nuestra independencia el año 1824 fueron: el continuo atropello
a la constitución, el mancillamiento del parlamento, la traición a la población
indígena, la restauración de la esclavitud (que había sido abolida por San
Martín) y lo peor de todo (peor aún que la pérdida de la mitad del territorio
nacional) fue el mal ejemplo de caudillaje militar que dejó un libertador
quien, a pesar de su carisma, indudable genio e inteligencia, no fue capaz de
comprender que el Perú no necesitaba un modelo como él ni como Napoleón ni el
César, sino como el de Washington o Jefferson. Por eso Bolívar al morir, no
dejó ni herederos ni herencia (murió pobre y abandonado y enterrado con una
camisa prestada), solo burdos imitadores y caos que hasta ahora en pleno siglo
XXI siguen amenazando con sus personalidades torcidas e ideas por demás
obsoletas.
Nuestro libertador se convirtió en el peor enemigo que ha tenido el Perú en su
historia. La ambición de Bolívar por desplazar a San Martín como el libertador
del Perú surgió a medida que fueron aumentando sus triunfos en Venezuela y
Colombia, aunque realmente fue consecuencia de un proceso que estuvo latente en
su mente desde hacía mucho tiempo atrás. Sus primeros estudios como se ha
mencionado, sobre la historia de los pueblos, inculcaron en él una mezcla de
admiración y envidia por la riqueza del Perú, unido a un justificado desprecio
a la acomodaticia sociedad limeña, que a veces hacía extensivo inmerecidamente
a la población en general. Todos estos sentimientos desembocaron en un temor a
que el Perú, luego de su independencia, pudiese alcanzar en América del Sur la
hegemonía que ya había ejercido en la colonia.
Por otro lado, ahora que sus seguidores hablan de ir en contra del
imperialismo; Bolívar, mucho antes que sus triunfos en Venezuela y
Colombia escribió cartas desde Jamaica (1815) en las que refleja su ambición de
poder y apela a cualquier recurso incluyendo someterse y negociar con el
imperio del momento, ofreciendo descaradamente territorios y pueblos ajenos,
así en carta que dirige a Maxwell Hyslop, importante hombre de negocios inglés,
le pide ayuda material y económica a cambio de regalarle países que no le
pertenecen (Panamá y Nicaragua):
“(…) Ventajas tan excesivas pueden ser obtenidas por los más débiles medios:
veinte o treinta mil fusiles; un millón de libras esterlinas; quince o veinte
buques de guerra, municiones, algunos agentes y los voluntarios militares que
quieran seguir las banderas americanas (…) Con estos socorros pone a cubierto
el resto de América del Sur y al mismo tiempo se puede entregar al gobierno
británico las provincias de Panamá y Nicaragua, para que forme de estos países
el centro del comercio del universo por medio de la apertura, que rompiendo los
diques de uno y otro mar, acerque distancias mas remotas y hagan permanente el
imperio de Inglaterra sobre el comercio”.
En otra carta, que después es conocida como la Carta de Jamaica, hace un
análisis de los países de América del Sur y las probabilidades que tienen para
resolver los problemas políticos, económicos y sociales. Sobre el Perú dice
entre otras cosas lo siguiente:
(…) El virreynato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de
habitantes, es sin duda el más sumiso y al que mas sacrificios se le han
arrancado para la