Saludos, Jorge. O, en lojban, "coi". El nombre del libro atribuido a Laotsé se dice "Taotequín" en castellano, claro que sí. Utilizar una ortografía como "Tao Te King" no va a cambiar la pronunciación habitual. Por otro lado, de las respuestas sociolingüísticas que me has dado parece desprenderse que el interés popular por el lojban es bajo y no va a más. Esto no implica un juicio desfavorable al lojban, pues el lojban está pensado como lengua experimental, no como lengua primariamente de uso auxiliar general. Pero también es evidente que nada impedía usar el lojban como lengua auxiliar general, y que eso no se ha intentado o no ha tenido éxito. El vocabulario críptico, o sea no neolatino, provoca el rechazo de los occidentales sin atraer a los no occidentales. Veo buenas razones para corregjr los defectos de las auxilenguas históricas, empezando por el esperanto. Y hay muchos; como ya he señalado, ahí están cosas tan perjudiciales como el ortografismo, el fijismo y el culto a la personalidad. Pero, una vez corregidos esos defectos, no veo razón para cambiar radicalmente el diseño que sí ha tenido cierto éxito social, por pequeño que sea. Una auxilengua es algo que se construye con la intención de usarse; si no se usa directamente, ni contribuye al uso de otras auxilenguas, ni contribuye a la racionalización de las lenguas ya habladas, es claramente un fracaso. Veamos, por ejemplo, el punto de vista de Javier respecto al vocabulario del futurés. El problema con Javier no es su punto de vista, sino su tendencia al argumento "al hombre" en vez del científico argumento "al asunto". Si no obrase así, si fuera al asunto, yo le pediría que me mostrase una acción política plausible que hiciera inclinarse a los no occidentales por un vocabulario auxilingüístico no neolatino. El hecho, hoy por hoy, es que los (escasos) hablantes no occidentales de lenguas auxiliares internacionales son, casi siempre, hablantes más o menos fluidos de alguna gran lengua europea occidental. El diseño semántico, pues, ha de partir de la situación real, en vez de partir de una que no se da. En tino, por cierto, ya se ha producido el contacto con hablantes de trasfondo lingüístico no indoeuropeo. Dado que en tino se ve bien la introducción de todo tipo de cambios, incluido el paso a un vocabulario no sesgadamente occidental, esos hablantes darán su punto de vista práctico, que es el que interesa en la interlingüística operativa. Hago notar a Javier y otros interlingüistas que yo, personalmente, no soy partidario de que una auxilengua idealmente diseñada utilice el alfabeto latino ni de que en ella predomine el vocabulario neolatino. Pero no confundo mis preferencias personales con las condiciones objetivas de receptividad general. Por ejemplo, usar el alfabeto georgiano evita las inútiles mayúsculas, evita también el privilegio occidental y además permite utilizar signos que no se confunden, mientras que la ele y la i a veces se confunden en el alfabeto latino. Mas, sencillamente, los usuarios no son receptivos a tal alfabeto, salvo en zonas caucásicas. La verdad es que se puede pasar de las mayúsculas en el alfabeto latino, y que hay variantes tipográficas que evitan confusiones como la citada entre la ele y la i. Por eso, y por su casi universal disponibilidad, los usuarios de auxilenguas prefieren el alfabeto latino sin diacríticos ni signos especiales. De Alexandre Xavier Casanova Domingo.
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