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TV3 recupera els capítols de "Zona roja" i el fatxa Román Piña treu 
sabonereta per la boca

 


 Reproduït de www.avui.com

RedaccióBARCELONA 



T elevisió de Catalunya (TVC) emet de nou els dos últims capítols 
emesos de la sèrie documental històrica Zona roja a fi que es 
puguin veure a les illes Balears. El primer canal de la televisió 
pública catalana recupera avui el capítol que es va emetre el 23 de 
febrer i, dilluns de la setmana vinent, el que es va emetre el 2 de 
març.Segons TVC, la decisió d'emetre de nou aquests capítols s'ha 
pres "després de rebre una gran quantitat de sol·licituds de 
teleespectadors de les illes Balears que s'han quedat sense poder 
veure'ls".La incapacitat dels teleespectadors balears té a veure amb 
la posada en marxa de la televisió pública balear, IB3 TV, que emet 
per la freqüència en què fins ara s'ha estat sintonitzant el segon 
canal de TVC -33.Els capítols de la sèrie, que ha estat produïda per 
la televisió catalana, que es recuperen fan referència a dos fets 
cabdals que van produir-se a les illes Balears durant la Guerra 
Civil.Un dels capítols recorda l'expedició naval que l'agost del 1936 
van organitzar els capitans Bayo i Uribarry, des de Barcelona i 
València, per intentar reconquerir per a la República les illes de 
Mallorca, Menorca, Eivissa i Formentera.L'altre capítol, que és el que 
s'emetrà dilluns de la setmana vinent, relata l'experiència que va 
muntar a Mallorca l'anomenat Comte Rossi, membre de les forces 
italianes aliades de Franco, que va voler crear els fonaments d'una 
societat basada en els mateixos postulats feixistes que el dictador 
Benito Mussolini aplicava a Itàlia.

Reproduït de www.elmundo-eldiadebaleares.es

Lunes, 7 de marzo de 2005 Actualizado a las 01:28



EL TELESCOPIOAhora los catalanes nos cuentan la guerra 



ROMAN PIÑA HOMS



La Cataluña hoy oficial, que nunca llegará a contarnos ni a contarse 
a sí misma la verdad de su guerra, no ya la del Carmel, sino la civil 
del 36, ahora parece dispuesta a contarnos la nuestra, o sea la de 
los mallorquines en los aciagos días del desembarco de las 
llamadas hordas rojas para los unos, o fieles a la legalidad 
republicana para los otros. Pienso que ambas acepciones son 
correctas aunque parezcan incompatibles. Está claro que nosotros 
nunca nos atreveríamos a meter las narices en los avatares de su 
guerra, al menos desde una televisión institucional, pero ellos sí, 
puesto que andan empeñados en que formemos parte de su 
pasado y naturalmente de su futuro.



Que su pasado lo tergiversan es más que evidente. Hace pocos días 
Carod Rovira nos anticipaba que su europeidad -la de los catalanes- 
estaba fuera de dudas, puesto que como país carolingio habían 
participado en la génesis de Europa. Bien, algo de razón tenía el 
profesor Carot, pero obviando que por entonces -el año 800- lo que 
llama Cataluña se denominaba Marca Hispánica y sus habitantes, 
para distinguirlos de los francos, o sea los dominadores, se 
llamaban hispanis, constituyendo su territorio de frontera apenas la 
cuarta parte de la Cataluña del hoy. Lo mismo nos hacen con la 
historia actual y sobre todo con la guerra del 36. Nada de un 
Companys golpista encarcelado por la legalidad republicana e 
indultado por el Frente Popular. Esto es una minucia que no tiene 
por qué empañar su limpísima trayectoria. Y nada de una Cataluña 
barrida por el caos anarquista y la represión más brutal, como la 
que se impuso a partir del Golpe Militar del 18 de Julio. Esto lo 
saben miles de catalanes de más de sesenta años, pero se piensa 
que las nuevas generaciones, con su constante lavado de memoria 
histórica lo olviden para siempre. Estrategias de la izquierda, que en 
esto siempre le dará mil vueltas a la derecha.



Yo conocí las historias barcelonesas de la Guerra Civil. Allí sufrieron 
mis abuelos paternos y maternos toda la guerra, mientras mis 
padres habían quedado en Palma por aquello de marchar de 
vacaciones; unas vacaciones de más de tres años. De mis abuelos 
conocí en directo su desespero y sufrimiento, siempre pendientes de 
terminar en una checa, por ser católicos y gente de orden. Y de mis 
abuelos supe lo que significó la llamada liberación de Barcelona, con 
la pequeña burguesía, que no era poca, lanzada delirante a la calle. 
Hace poco, el librero Manuel Ripoll me ponía al corriente, gracias a 
un estudio que está realizando, de la vida y milagros de un catalán 
ilustre: Angel Aguiló, hijo del mallorquín Mariano Aguiló, Patriarca de 
la Reneixença y primo hermano de mi abuelo paterno. De nada le 
sirvió al ilustre personaje su catalanismo político. Como tantos otros 
conciudadanos suyos, sería expedientado y expulsado de su cargo 
de bibliotecario de la Universidad, no ya por fascista, que jamás lo 
fue, sino por sus conocidas convicciones religiosas, y salvaría por los 
pelos su propia piel, arreando como pudo entre el caos de aquellos 
años. Que lo anote el monje de Monserrat si me lee, junto a la lista 
del milenar de sacerdotes catalanes asesinados durante el evento.



Por lo que veo, yo no soy el único mallorquín de abuelos 
barceloneses que se escandaliza de la nueva verdad del régimen 
catalán de hoy. Mi querida Carmen Riera, que se juega mucho más 
que yo, también ha denunciado públicamente el asunto. Sus 
abuelos maternos, barceloneses y por cierto íntimos amigos de los 
míos, le debieron contar cosas un tanto parecidas de su tremendo 
padecimiento durante la Guerra Civil. De ahí que la ilustre novelista, 
que siempre ha marchado con la verdad por delante, termine 
denunciando públicamente algo tan obvio como que la derecha 
catalana, por catalanista que fuese, recibió con entusiasmo la nueva 
legalidad franquista, y junto a ella permaneció con un cheque en 
blanco durante varios lustros. Yo, que viví en Barcelona la 
postguerra, solía acudir con mi familia a ver el desfile anual de La 
Victoria. Un impresionante gentío aplaudía delirante el paso de las 
tropas. Y siempre recordaré mi asombro de niño, al descubrir que al 
paso de la Guardia Civil los aplausos se tornaban en pitidos. Cosas 
también de memoria histórica, que mi mente infantil desconocía.



Pues bien, hoy los catalanes no solo tergiversan su memoria, sino 
que además tratan de manipular la nuestra. Por lo visto el pasado 
miércoles Canal 33 nos analizaba en Zona Roja el triunfo de los 
fascistas durante la Guerra Civil en Mallorca. No contemplé el 
documental, pero por lo que he podido leer en la prensa, se puso 
especial énfasis en «la gente encerrada en las prisiones, escondidos 
o intentando escapar, manteniendo el espíritu y los ideales 
republicanos». Bien, señores catalanes, nadie negará que hubo 
represión y "paseíllos" por parte de los insurgentes, pero también 
nadie de más de setenta años, puede hoy olvidar el terror con que 
se recibió el desembarco republicano del Capitán Bayo con sus 
huestes, en su mayoría procedentes de los sectores más 
radicalizados del anarquismo barcelonés del Paralelo y sus 
aledaños. Llegaron a la isla en un momento de total desconcierto, y 
se marcharon después de haber tenido el triunfo casi en sus manos, 
tras haber perdido horas preciosísimas en el saqueo de Manacor y 
su comarca. Por cierto, los aviones italianos que acudieron días 
después, se pagaron con las alhajas de miles y miles de 
mallorquines.



Recuerdo aún el nombre del piloto que las trasladó a Italia, 
fundidas en lingotes. Se llamaba Juan Crespí y pude tratarle a 
finales de los años sesenta, cuando era por entonces vicepresidente 
de la Diputación. En fin, el gran error de los republicanos estuvo en 
que olvidaban, como lo olvidan hoy los conformadores de la opinión 
pública catalana, que la payesía mallorquina, formada en gran parte 
por pequeños propietarios, era conservadora, como conservadora 
era Palma, una de las poquísimas capitales de provincia que no 
votó por los republicanos en las elecciones del 31. Las cosas fueron 
así. Cómo se fraguarán en un futuro, no lo sabemos, pero, por 
favor, que no nos tergiversen la historia.



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