La renuncia del vicepresidente Alvarez

ANTE UNA OPERACION POLITICA PARA SALVAR EL MODELO DE LA DEPENDENCIA

La renuncia de Carlos Alvarez a la vicepresidencia de Nación cerró el breve
capítulo de una alianza gubernamental concebida para durar por todo un
período. Cualquiera sea la continuidad formal de la entente
radical-frepasista, lo cierto es que políticamente la Alianza est
liquidada.
La crisis fue precipitada por una decisión del presidente De la Rúa al
confirmar en sus cargos a funcionarios directamente vinculados a prácticas
de corrupción, reforzando al mismo tiempo el componente más reaccionario de
su gobierno. La señal fue inconfundible y provocó una ruptura entre el ala
progresista y el ala conservadora de la Alianza.
¿En qué pensaba ese personaje gris y monocorde elevado al cargo de
presidente en medida decisiva por el voto de la franja progresista de la
clase media cuando decidió reformar el gabinete, premiando a trepadores y
advenedizos sin escrúpulos como Flamarique y Patricia Bullrich, confirmando
al representante de la usura al frente del servicio de espionaje, e
incorporando al gobierno a otro conservador en la jefatura de gabinete?
¿Acaso en seguir usando alegremente a la dirigencia del Frepaso para
enmascarar la naturaleza reaccionaria de su gobierno tras los valores
eternos del progreso social y la pureza ética en la administración de los
asuntos públicos, mientras a su derecha mantenía el pacto de impunidad con
el menemismo? Riesgosa jugada para quien, además de los golpes de efecto
aconsejados por los vacíos publicistas que lo rodean, no tiene mucho más en
su cabeza. Fue demasiado. Los progresistas que coincidían sin fisuras con
los conservadores en la necesidad de preservar y consolidar el modelo
económico social heredado del menemismo, haciendo todo tipo de gestos y
adoptando las medidas que fueran necesarias para ganarse la confianza de los
representantes del parasitismo financiero internacional y de las
corporaciones monopólicas locales, tenían, sí, diferencias en la forma de
administrar el mandato recibido de los círculos del poder.

UNA OPERACION POLITICA EN MARCHA

En su explicación mediática del acto de renunciamiento, el popular Chacho
dijo: "estoy convencido de que estamos ante una crisis terminal en la manera
de hacer política". Sus palabras, en realidad, fueron el anuncio del inicio
de una operación política, encaminada a reconstruir un campo de centro
izquierda, totalmente desdibujado a la luz de la despiadada verdad del
gobierno aliancista. El valeroso tribuno de Palermo Viejo, que había apoyado
con admirable espíritu de sacrificio la flexibilización-precarización
laboral ordenada por el FMI, la reforma impositiva contra la clase media y
los sectores populares y a favor de la "seguridad jurídica" del negocio
especulativo en la Bolsa y las finanzas, la rebaja de los salarios de los
trabajadores estatales, etc., y que en todo momento había obrado como  ángel
guardián del "progresista" Machinea y su programa neoliberal, advirtió que
todo su crédito entre la pequeña burguesía corría peligro de escurrírsele
como agua entre las manos a raíz del colapso de la política económica, y de
la atmósfera de corrupción e impunidad que comenzaba a envolver la
administración del insípido De la Rúa.
El jefe del Frepaso decidió volver a los orígenes: una fuerza política con
el programa del modelo, es decir con apertura importadora, paridad cambiaria
fija, privatizaciones y extranjerización de la economía, subordinación del
Estado al interés del capital monopolista, y todas aquellas medidas que
consolidan el patrón de acumulación sobre el que se asienta la hegemonía de
la banca extranjera y los grupos monopólicos locales asociados a las
corporaciones imperialistas, pero eso sí, con probidad y transparencia
administrativa.
En torno a la campaña anticorrupción se reorganiza el campo de
centroizquierda. Pero la operación política que est  en marcha es m s
ambiciosa. Hacia la derecha del reagrupamiento progresista, los partidos de
Cavallo y Béliz trabajan también en la misma construcción política,
destinada a cambiar el eje de las alianzas del modelo y manteniendo lo
sustancial de su contenido. De tener éxito la maniobra, su repercusión puede
alcanzar las filas de la disidencia radical y del justicialismo
antimenemista, además de algunos agrupamientos provinciales. Basta repasar
la lista de apoyos adhesiones que ha recibido Carlos Alvarez apenas anunció
su renuncia.

EL PAPEL DEL DISCURSO PROGRESISTA

El discurso ético y moralizante de los héroes progresistas obra, una vez
más, como centro de gravedad rearticulador de una serie de valores y
aspiraciones de amplias capas de la sociedad, asqueadas de diez años de
corrupción, ostentación, frivolidad y abuso de poder menemista, y
escandalizadas por el continuismo que también en este terreno exhibe el
gobierno de la Alianza. Desde todo punto de vista se trata de un falso eje:
la remisión de los problemas estructurales de la dependencia (incremento
explosivo del endeudamiento externo, índices picos de desocupación y
subocupación, precarización y explotación creciente de la fuerza de trabajo
y de la marginalidad social, etc.) al plano de la ética pública y de una
"sana administración", coloca en vía muerta la aspiración de cambio de
importantes sectores de la sociedad.
En este sentido Chacho Alvarez y sus compañeros también vuelven a sus
orígenes. En 1993 el Frente Grande fue el producto en una operación política
instrumentada por una dirigencia pequeñoburguesa de recambio, en la que
unieron esfuerzos el futuro jefe del centroizquierda y Pino Solanas,
asistidos por el Partido Comunista, y fogoneada por los diarios Clarín y
Página 12, con el propósito de liquidar el ala popular, democrática y
antiimperialista que se había desarrollado en el Frente del Sur.
En ese entonces quedó en claro que el democratismo formal, de raíz liberal,
desempeña un papel político de primer orden. Es uno de los instrumentos de
dominación ideológica con el que los círculos del poder direccionan a la
clase media, bloqueando la posibilidad de una apertura hacia la clase
obrera. Bajo el signo de ese democratismo, que ha vaciado de contenido las
instituciones originarias de la soberanía popular, se han producido los
reagrupamientos de clase media contra los gobiernos socialmente
democráticos, apoyados en amplios movimientos de masas. Yrigoyen fue
combatido por "demagogo, Perón por "fascista" y actualmente el presidente
venezolano, Hugo Chávez, carga con un calificativo "terrible" y "demoledor":
populista.
La mezcla de ignorancia y mala fe que impera en los medios masivos de
difusión y en los grandes aparatos partidarios, no puede ocultar la raíz de
clase de la operación política que se ha puesto en marcha desde el
centroizquierda, objetivamente en combinación con desplazamientos que se
producen en la derecha liberal. En apenas diez meses el gobierno de la
Alianza ha agotado su capacidad de despertar expectativas en amplias franjas
intermedias de la sociedad, y la necesidad de una reformulación de las
alianzas sobre las que descansa el status quo está, a su vez, presionada por
una crisis que avanza a toda marcha.

CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD DE UN ORDEN PUTREFACTO

Esta misma conclusión la dieron por cierta el menemismo y el ala derecha de
la UCR que rodea a De la Rúa. El domingo 3 de septiembre el actual
presidente y su antecesor revalidaron a escondidas, a la hora que los
periodistas duermen, el pacto de impunidad vigente sellado en la etapa de la
"transición", y decidieron encapsular en la vía muerta de una justicia
regiminosa, el escándalo de las coimas en el Senado. La reacción instantánea
del menemismo luego de conocida la renuncia de Alvarez y su oferta de apoyo
a De la Rúa para asegurar la gobernabilidad, exime de mayores comentarios
sobre el desenvolvimiento de una línea continuista de centro derecha que une
la Casa Rosada con el sultanato de Anillaco. Menem, portavoz infatigable del
parasitismo financiero internacional y vulgar agente del Departamento de
Estado norteamericano, personaje repudiado y despreciado por la mayor parte
de los argentinos, ha reaparecido airoso como garante del gobierno de un
presidente que asegura sin sonrojarse estar "al frente del liderazgo moral
de la Nación".
La farsa es demasiado grosera y el carácter putrefacto de las dirigencias
tradicionales por demás evidente. Los desplazamientos políticos, la
reformulación en curso de los sistemas de alianza, no son otra cosa que la
manifestación de una crisis de representatividad, anticipo de una crisis de
hegemonía, de las distintas fuerzas que trabajan en la reproducción del
actual modelo semicolonial.


EN MARCHA, HACIA LA LIBERACION NACIONAL Y SOCIAL

Un ciclo histórico se ha agotado. El peronismo fue la  última posibilidad
que tuvo la Argentina para elevarse al nivel de país capitalista
independiente. De cara al viejo país agroexportador, gobernado por una
oligarquía terrateniente y financiera en asociación con el imperialismo
británico, la empresa que hace m s de medio siglo emprendió el entonces
coronel Perón, significó un avance histórico notorio. De ahí el apoyo que
las masas trabajadoras brindaron a sus gobiernos, y durante todo un período
a su movimiento. Ese carácter progresivo se agotó hace ya mucho tiempo y las
crisis recurrentes de las viejas y nuevas fuerzas tradicionales, son la
expresión más contundente de que es imposible retomar el curso de la
historia sin enterrar un orden político y social, que condena al país a una
decadencia irremediable y le roba el futuro a millones de argentinos.
Mientras tanto, la crisis de representatividad hace su trabajo. Al tiempo
que provoca reacomodamiento tras reacomodamiento entre los aparatos
partidarios, esa crisis define cada vez con mayor claridad los campos
antagónicos. Los trabajadores en su conjunto y amplias capas de clase media,
no tienen cabida alguna en los programas que se ciñen estrictamente al
régimen de la "globalización" imperialista. A través de la CGT opositora, de
la CTA y de la Corriente Clasista y Combativa, los trabajadores libran por
ahora batallas de retaguardia. Pero las líneas de un gran movimiento
nacional-popular de sesgo antiimperialista y revolucionario, también se
rearticulan a través de combates parciales. Los obreros y la pequeña
burguesía asalariada han alcanzado los límites de la lucha sindical,
mientras la crisis ha comenzado a hacer madurar condiciones favorables para
la construcción de una dirección política del movimiento de masas, a partir
de un realineamiento de cuadros obreros. En esa dirección los trabajadores y
el conjunto del bloque nacional-popular librar n las batallas estratégicas
en el período que se abre. En esa dirección, por la liberación de la patria
de la dependencia del orden imperialista. En esa dirección, por la
emancipación de toda explotación y desigualdad de clase.

PIN
PARTIDO DE LA IZQUIERDA NACIONAL
Bolívar 762  *  Capital Federal * TE: 300-9309



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