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[Sorry, can´t translate. Those interested who can read Spanish may
profit, I guess]

SHUMWAY: LA VOZ DEL IMPERIALISMO

por Roberto A. Ferrero

Nicolás  Shumway es un simpático profesor norteamericano que visitó la
Argentina en 1975 y se puso a investigar el “surgimiento del
sentimiento de identidad de la Argentina” en el siglo pasado. El
resultado de sus pesquisas sobre el terreno fue su libro “La Invención
de la Argentina”. No es un trabajo del todo malo, teniendo en cuenta
que proviene de un extranjero y que ha realizado la hazaña de
escribirlo sin consultar las obras de Jorge Abelardo Ramos, a quien ha
ninguneado arteramente. En el ’75, Ramos ya había publicado varias
ediciones de “Revolución y Contrarrevolución” y de “Historia de la
Nación Latinoamericana” y había sido candidato a Presidente de la
República por el FIP. Pasaba por el momento de su mayor popularidad,
como político popular y como ensayista histórico. Shumway no podía
desconocerlo, así como no desconoció a publicistas menos relevantes,
como Puiggrós y Feimann. “La Invención…” ve con simpatía a Artigas,
pone en su lugar a Rivadavia y desmitifica a Mitre, aunque contiene
algunas burradas más o menos perdonables (considera “positivo” que
Rivadavia intentara crear “un Estado europeo en el hemisferio sur”, y
manifiesta que José Hernández era un  representante “de los
estancieros”, etc…).

 Pero donde Shumway muestra la hilacha –es decir: su carácter de
representante ideológico de una potencia dominante- es cuando trata de
ocultar  la participación del imperialismo en el retraso económico y
la frustración argentina. Según él, nosotros somos los únicos
culpables de nuestros  males. Por allí al pasar, admite “la
intromisión de potencias imperiales como Gran Bretaña y los Estados
Unidos”, pero sólo la “intromisión”. No ha existido la colonización
pedagógica, ni la explotación y la rapiña de nuestros recursos
naturales, ni el intercambio desigual. Sólo una pequeña “intromisión”.
La denuncia de la supeditación ruinosa a las empresas transnacionales,
al Foreign Office antes y al Pentágono después son sólo “teorías
conspirativas”. Para no asumir nuestras responsabilidades, dice, los
nacionalistas “demonizaríamos” a los “ingleses, los yanquis, la CIA,
el Vaticano, las multinacionales”…Todos inocentes angelitos que no
deberían “demonizarse”, por supuesto. El método para descalificar está
muy claro: lleva al extremo una afirmación del rival –en este caso,
los bolivarianos y “unitaristas” latinoamericanos-, la convierte en
ridícula con esta exageración y entonces la rebate felizmente.  En el
caso del imperialismo, presenta a todas las tendencias nacionales y
antiimperialistas como partidarias de “teorías conspirativas”, propias
del nacionalismo más primitivo, y así se permite descalificarlas
obviando la tarea de discutir los estudios económicos y sociales más
serios que se ocupan del tema de la dominación extranjera (Scalabrini
Ortiz, los Irazusta, Jorge Abelardo Ramos y decenas más). Buen
ciudadano norteamericano, lejos de pretender ser un Noam Chomsky, no
condena sino que disimula las responsabilidades del imperialismo en la
miseria y  la postergación de la Argentina y de América Latina en
general.

  En estos días, al visitar Córdoba para “instruir” a estos ignaros
cordobeses, volvió a mostrar su segunda hilacha. En una entrevista que
le hace el diario local “La Voz del Interior” (11-7-2010), el
simpático profesor yanqui descalifica con todo desparpajo los
proyectos de unificación de América Latina en que siempre han estado
empeñados nuestros mejores hombres. Dice con gran frescura: “Creo que
el término Latinoamérica es muy engañoso si uno lo interpreta como una
unidad. En realidad, abarca a muchas naciones muy diferentes. Fíjese
que no existe una comunidad que aglutine a todas las excolonias
inglesas como si fueran una sola cosa, una unidad cultural. Sería una
locura dar un curso de cultura sobre los países angloparlante, siendo
tantos y tan diferentes. Sin embargo, se pretende considerar a América
Latina como una unidad política, histórica. Eso no es así. Unidad es
mucho más que proximidad geográfica”.

En el caso de la unidad latinoamericana, aplica el mismo método
tramposo. Niega su posibilidad ridiculizándola al asimilarla a una
imposible tentativa de aglutinar a “todas las excolonias inglesas como
si fueran una sola cosa”. Tendría razón si nosotros pretendiéramos
unificar a la Argentina, Venezuela, las Filipinas, las islas Marianas
(que su país robó a España en 1898) y los judíos sefaraditas de habla
castellana… Pero los bolivarianos no pretendemos eso. Solo queremos la
unidad continental de Latinoamérica, de manera que es más pertinente
una comparación no con todas “las excolonias inglesas”, como
ridiculiza Shumway, sino con algunas excolonias inglesas: precisamente
las 13 colonias que se unificaron  para constituir los Estados Unidos,
su país.

 Por lo demás, Latinoamérica no abarca a “muchas naciones muy
diferentes”, sino a muchos Estados muy diferentes (uno de los cuales,
Panamá, es una “invención” de sus paisanos yanquis), que es algo muy
distinto. Decenas de Estados, pero una sola Nación Latinoamericana,
unida no sólo por “la proximidad geográfica” (que es importante. ¿o
acaso las 13 colonias norteamericanas no son geográficamente
contiguas?), sino por su economía en desarrollo, su cultura mestiza,
su lengua española mayoritaria, su hibridación racial y su
religiosidad popular. Las “naciones” latinoamericanas, en realidad,
como dice el propio título del libro de Shumway respecto a la
Argentina, son una “invención”. Nunca dijo tanta verdad Shumway como
en la portada de su obra. Estas “naciones” son una invención de las
oligarquías portuarias de las grandes ciudades europeizadas del
litoral continental, aliadas y/o sometidas al imperialismo
balcanizador de turno.

 De todo esto, el académico norteamericano no dice una palabra. Es que
la Unidad fue la base del desarrollo portentoso de los Estados Unidos
y de su civilización. Pero. como dijo Trotsky, ahora “los
civilizadores cierran el paso a los quieren civilizarse”. Shumway es
uno de esos “civilizadores” y es la voz del imperialismo, del ALCA y
del Departamento de Estado. Eso es lo esencial. Lo demás –algunas
posiciones correctas de su libro- son  la vistosa etiqueta que hace
más vendible la mercadería podrida.

Córdoba, 12 de julio de 2010


 DISTRIBUYE: CENTRO DE ESTUDIOS PARA LA EMANCIPACION NACIONAL (CEPEN).
Roberto A. Ferrero, Presidente.
Es de libre reproducción mencionando la fuente.


-- 

Néstor Gorojovsky
El texto principal de este correo puede no ser de mi autoría

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