RADIÓNICA: LA CIENCIA DE LA MAGIA


Escribe GUSTAVO FERNÁNDEZ




En una reciente encuesta (1) hemos podido observar un fenómeno aparentemente 
secundario pero a nuestro criterio importante para comprender el estancamiento 
de la evolución, si no técnica, cuando menos mediática en el consenso popular 
sobre la Parapsicología. En esa oportunidad, se requirió a un alto número de 
interesados en estas disciplinas que otorgaran un puntaje a los temas que más 
les atraían. La lista era lo bastante completa, y los encuestados demostraron, 
en general, un alto nivel de compromiso y seriedad a la hora de encarar su 
afición a estas temáticas. Observábamos como, de hecho, la Parapsicología 
obtenía uno de los puntajes más altos en el interés colectivo, mientras que una 
rama específica de la misma, la Radiónica, apenas alcanzaba un 7 % de interés 
(contra el 94 % evidenciado por su ciencia-madre). Dado que esto se debería, 
lógicamente, más al desconocimiento que el público tiene sobre lo que la misma 
abarca que a una "indiferencia temática" de aquella, he decidido escribir estas 
líneas, esperando que sean lo suficientemente ilustrativas como para incentivar 
al lector a profundizar en su conocimiento y-especialmente- práctica.

Nunca insistiremos lo suficiente en señalar que lo que el común de la gente 
llama "parapsicología", poco tiene que ver con lo que originalmente (cuando Max 
Dressoir instituyó el término allá por 1892) significaba, así como la 
Parapsicología de Rhine (2) pocas correspondencias tiene con lo que hoy hacemos 
los parapsicólogos. Reconocer esta situación es fundamental, no sólo a la hora 
de tener una panorama más completo de los alcances de esta apasionante y 
polémica disciplina (ya veremos porqué no sé si decir "ciencia") sino para 
comprender las múltiples contradicciones y el lento desenvolvimiento 
institucional y social de la misma.


Lo paranormal no es lo parapsicológico

En general se suelen emplear la expresión "fenómenos paranormales", como 
sinónimos de "fenómenos parapsicológicos". Ocurre, sin embargo, que si bien uno 
de esos términos engloba al otro, no funciona la expresión a la recíproca. 
Podemos enunciarlo diciendo: "Todo fenómeno parapsicológico es paranormal, pero 
no todo fenómeno paranormal es parapsicológico". 

Fenómenos como la telepatía, la clarividencia, la telekinesis, son 
"parapsicológicos" (producidos por la psiquis, pertenecen a un campo de estudio 
ajeno a la psicología ordinaria) y también "paranormales" (3). La energía de 
las pirámides (que investiga y aplica también el parapsicólogo) es 
"paranormal", en tanto y en cuanto no corresponde al campo de las energías 
conocidas por la Física, pero no es "parapsicológica", porque ni es producida 
por la mente, ni depende del hecho que el experimentador a priori "crea" o no 
en la producción del fenómeno, e incluso ni siquiera sea conciente que el mismo 
se está llevando a cabo.

En consecuencia, graficaríamos esto diciendo que existe un gran conjunto A de 
fenómenos paranormales, dentro del cual se encuentra un subconjunto B de 
fenómenos parapsicológicos. Así, un experimento de premonición es 
parapsicológico y, por carácter transitivo, también paranormal. En el gráfico 
de marras, estaría ubicado dentro del subconjunto B y, por consiguiente, 
también sería parte integrante del A. Pero la energía piramidal, el 
comportamiento de los chakras, las radiaciones telúricas nocivas y tantos 
otros, como existen por fuera de lo mental, estarían, sí, en el conjunto A, 
pero no en el B.

Desde los tiempos heroicos de las investigaciones mediumnímicas en sesiones 
espiritistas, pasando por las cuantificaciones estadísticas de Rhine, Pratt, 
Schrenck-Notzing y tantos otros, hasta la actualidad, lo que llamamos 
"parapsicología" se ha transformado en el cul de sac de todo lo que es mirado 
con ojeriza por la ciencia académica. Así, terrenos tan "paranormales" pero no 
"parapsicológicos" como el de las formas generadoras de energía, el de los 
vórtices energéticos geográficos y el de la existencia de un "campo 
bioplasmático" o "campo bioenergético" cuyo excedente físico llamamos "aura" (y 
cuya existencia, si bien condicionada por la mente, no es de la misma 
naturaleza) fueron progresivamente absorbidos por la literatura y los 
estudiosos de lo parapsicológico, hasta llegar a ser herramienta cotidiana de 
sus terapias y procederes. Hoy, sería impensable imaginar un parapsicólogo que 
no trabajara con los centros energéticos, o, como ya dije, con pirámides, pese 
a que, a fuerza de ser precisos, eso ya no sería parapsicología.


¿Y entonces qué hacemos?

La idea puntual sobre la que estamos trabajando es, entonces, que el término 
"Parapsicología" ya nos resulta estrecho para definir nuestros contenidos. Se 
hacía imperativa la adopción de una nueva terminología, y esa es precisamente 
"Radiónica".

Podemos definir a la Radiónica como "la disciplina que estudia y aplica las 
interacciones energéticas no físicas entre el ser humano y el Cosmos". 
Definición que puede parecer muy amplia -tal vez demasiado amplia-, tan amplia 
como de por sí es un inagotable terreno de trabajo. Las energías cósmicas que 
sospechamos acumuladas en el interior de las pirámides, el huevo de energía que 
nos rodea constantemente absorbiendo y emitiendo en relación a los otros campos 
de energía, los cruces de napas de agua que generan flujos perjudiciales en 
vertical para los organismos vivos de superficie, las condensaciones 
energéticas propias de monumentos sagrados o edificios religiosos erigidos o 
construidos ad hoc, las vibraciones macrocósmicas del universo interactuando 
con el microcosmos del ser humano, los efectos de piedras preciosas y 
semipreciosas, fragancias o sonidos sobre el cuerpo y la mente y un 
interminable etcétera serán objeto de sus desvelos. Y en una segunda instancia, 
su aporte es el descubrimiento de objetos o formas capaces de acumular, 
amplificar y dirigir, precisamente, esas energías.


La "energía de las formas"

No abundaré aquí sobre la naturaleza y múltiples aplicaciones de las réplicas a 
escala de la Gran Pirámide de Keops (4). Tan sólo baste señalar que existe un 
hecho irrebatible: construido un objeto de forma piramidal respetando ciertas 
proporciones, materiales y orientación, se genera en su interior una cierta 
"energía" (empleamos este término por carencia de algún otro más feliz, si bien 
no cumple con las condiciones de todas las energías físicas, no siendo siquiera 
detectable por los instrumentos normales de medición) con efectos diversos. Un 
objeto que no cumpla esos requisitos no producirá ninguna consecuencia, y, como 
ya señalé, no depende de la "creencia" o "sugestión" previa del experimentador 
que el fenómeno se manifieste o no. He aquí una energía que no se comporta como 
otras que conocemos, que no es registrable, y que sólo se materializa cuando 
construímos objetos de una "forma" (debería decir "una topología") determinada. 
No sabemos qué es, aunque sospechamos que sólo es una densificación particular 
de las energías cósmicas. Y a falta de mejor definición, la llamamos "energía 
de las formas".

No sólo la produce la pirámide; hemisferas, conos, helicoides desarrollables y 
hasta dibujos (sí, simples dibujos) dan cuenta de ella, siempre y cuando se 
respeten determinadas concepciones, en buena parte asociadas a la numerología 
históricamente sagrada. A fin de cuentas, un dibujo es una forma de dos 
dimensiones, de donde podemos suponer que los amuletos y talismanes, desde 
tiempos inmemoriales masivamente usados por la humanidad pero ridiculizados por 
la intelectualidad científica, no actúan por ser meros mecanismos "mágicos" 
sino porque, tomando en consideración el momento de fabricación, los elementos 
empleados y los diseños sobre ellos trazados, se transforman en condensadores 
de esa energía cósmica, como acumuladores de energía de las formas, claro que 
un tanto "ersatz".


"Tecnificando" la magia.

Lo apasionante de este campo es que, por un lado, abre inconmensurables 
expectativas en el terreno de las aplicaciones sobre las problemáticas 
particulares del individuo. Además, brinda una marco comprensible (de cara al 
paradigma cientificista dominante de nuestra época) a rituales y liturgias 
secularmente consideradas, dije, "mágicas", pero no en la acepción correcta del 
término, sino como deplorable sinónimo de "superstición"(5). A fin de cuentas, 
creo personalmente que la magia es al Ocultismo lo que la técnica es a la 
ciencia: la expresión práctica de sus enunciados teóricos. Y aquí se nos 
presenta un dilema.


Un difícil equilibrio

Sin ánimo de ofender, debo decir que me resultan graciosamente patéticos los 
esfuerzos de muchos de mis colegas por obtener una "acreditación académica" de 
la Parapsicología. Hablan de "ciencia parapsicológica", de innúmeros proyectos 
de ley para la reglamentación oficial de la misma, de titulaciones y 
doctorados, de investigaciones empíricas de laboratorio... Pero sospecho, debo 
admitir que con escepticismo, que tal "blanqueo" de la Parapsicología nunca 
ocurrirá y, quizás, lo mejor que podría pasarle a la misma es que nunca ocurra. 
Y me explico.

Tal cual actúa el pensamiento científico, sólo un estrecho porcentaje del 
"corpus" de trabajo de la Parapsicología podría superar las exigencias 
universitarias; concretamente, aquella Parapsicología de los años '30 y '40, de 
cartas Zenner y experimentos de laboratorio, circunscriptas exclusivamente al 
estudio de los fenómenos "subjetivos" (telepatía, clarividencia, precognición) 
y "objetivos" (telekinesis, hiloclastia, aporte, termogénesis...). Disciplinas 
que dependen de factores tan inasibles como el trabajo espiritual del 
practicante, el Tarot, las runas, las sanaciones psíquicas (además de ser 
resistidas por las corporaciones médicas celosas de todo intrusionismo avalado 
por una jerarquización académica de las mismas) siempre quedarán fuera de las 
Universidades. Y, casualmente, lo que quedaría fuera de aquellas es 
precisamente lo que la gente busca en nosotros. Ningún consultante -salvo 
escasísimas excepciones-acude a un parapsicólogo para que este determine 
estadísticamente su índice de telepatía. Acuden con problemas cotidianos que 
requieren soluciones urgentes, y exigen diagnósticos de cara al futuro. Buscan 
la tirada de Tarot, el trabajo del péndulo, la armonización de su aura o de su 
vivienda. De resultas de lo cual, si se academizara la Parapsicología en los 
términos que la Ciencia dicta (y no la estoy defendiendo: sólo señalo que si 
queremos entrar en la Universidad debemos aceptar las reglas del juego que se 
nos imponen) quedaríamos excluidos de poder practicar aquello que hace a 
nuestra razón de ser, hoy por hoy. Porque por más que la mona se vista de seda, 
no sólo en mona se queda, sino que además resulta francamente ridícula. Ya que 
la tan cacareada "parapsicología científica" no existe: sus temáticas, técnicas 
y especulaciones son sólo un aggiornamiento de las milenarias enseñanzas 
ocultistas. Lo que el mago buscaba a través de los talismanes, hoy lo 
producimos con nuestros aparatos radiónicos; lo que antes se llamaba 
"profecías" hoy pueden denominarse "precogniciones"; la "magia mental" de 
Eliphas Levi está en un todo de acuerdo con el Control Mental y, sobre todo, no 
puede comprenderse porqué actúan las técnicas parapsicológicas si no se 
comprenden los principios filosóficos del Esoterismo.


A cortarse un dedo, se ha dicho.

Más allá de enjundiosas parrafadas que sólo alertagan los oídos de los novatos, 
muchos intentos explicativos del "porqué" de ciertos fenómenos parapsicológicos 
no resultan probables en absoluto. Nada, por ejemplo, parece más 
"anticientífico" que creer que con la foto o un mechón de pelo de alguien puede 
actuarse sobre él. Pero, de hecho, esto forma parte del arsenal -en ocasiones 
terapéutico- de cualquier parapsicólogo. Trabajando sobre lo que llamamos 
"muestras-testigo" (esa foto o mechón de cabello) algo "pasa" con su 
propietario. Funciona. Pero ninguna explicación resulta convincente.

¿Ninguna?.

Bien, si se animan a este experimento, quizás les depare una sorpresa.

Supongamos que en casa alguien se lastima, se corta, pierde sangre en cualquier 
accidente hogareño. Tenga preparada una bolsita con sulfato de cobre (unas 
piedritas color verde azuladas que, entre otros usos, se emplean para 
clorificar piscinas de natación) y rápidamente diluyan en un vaso lleno de agua 
el mismo hasta el punto de saturación, es decir, cuando por más que sigan 
agregando sulfato de cobre éste no se disuelve más, o, por lo menos, cuatro o 
cinco cucharadas soperas colmadas. Entonces introduzcan en él un trocito de 
algodón sucio de la sangre del herido, dejándolo allí. Atención: no se trata de 
mojar la herida con la solución del sulfato, ya que (a) si bien observarían 
efectos cicatrizantes, aquí la acción sería comúnmente química -es el principio 
de las sulfamidas- y no esotérico, que es lo que tratamos de probar, y (b) el 
ardor subsiguiente en la herida haría que la víctima recordara el árbol 
genealógico del frustrado enfermero hasta la octava generación.

Observaremos entonces un hecho fascinante: sin ningún tipo de acción química en 
contacto con la herida, ésta cicatrizará varias veces más rápido de lo que 
haría cualquier compuesto medicinal aplicado directamente sobre aquella, 
actuando a distancia. Tan es así, que aunque se pongan centenares de kilómetros 
entre el herido y su "muestra testigo" sumergida en la dilución, seguirá 
actuando, y aún lo hará aunque el sujeto del experimento nada sepa del mismo o 
no crea en él, lo que invalida la hipótesis de la sugestión. Personalmente, 
además de haberlo empleado numerosas veces, cuento con el testimonio de un 
odontólogo especializado en cirugía maxilofacial y otro profesional de la 
salud, urólogo y cirujano, que desde hace años y por mi recomendación vienen 
empleándolo con éxito en sus intervenciones quirúrgicas. Es tanto como afirmar 
que la acción (química o energética, lo mismo da) sobre la muestra de sangre se 
copia, se duplica en el original del cual proviene porque, obviamente, la parte 
del todo (la muestra de sangre) refleja al Todo del cual fue obtenida.

Este ejemplo funciona, yo diría con más asiduidad de lo que habitualmente 
podemos esperar de las sustancias comúnmente recomendadas por la ciencia 
médica. Pero, ¿cómo explicarla?. Sólo hay una forma, y es acudiendo a uno de 
los Principios Fundamentales del Universo, la Ley de Correspondencia, un 
concepto ignorado por la ciencia materialista -y, por extensión, por los 
parapsicólogos que tratan de atrincherarse en un cierto cientificismo- pero 
conocido y transmitido por el Ocultismo desde tiempos milenarios.


La Ley de correspondencia

Tres mil doscientos años antes de Cristo, según cuentan los antiguos relatos 
egipcios, finalizó el reinado de dioses y semidioses sobre la Tierra. En el 
valle del Alto Nilo un rey de pastores, Menes, ascendió en ese entonces al 
faraonato con el título de Menes I, El Tinita (por ser oriundo de la ciudad de 
Thinis).

Menes desarrolló, en su prolongado reinado, una vasta tarea de conquista y 
culturalización para sacar a su pueblo de la condición pastoril y agrícola que 
hasta entonces la caracterizaba. Hizo contratar especialistas en las más 
variadas disciplinas provenientes de los más alejados puntos del mundo conocido 
y, muy especialmente, agregó a su corte a un sabio caldeo, arquitecto, médico, 
astrónomo y -lógicamente para ese entonces- mago, conocido como Toth. Hasta 
avanzada su ancianidad, Toth se dedicó a volcar sus conocimientos en diversos 
libros, algunos perdidos para siempre, otros conservados fragmentariamente como 
el llamado "Libro de Toth", compendio de Teurgia o Alta Magia Blanca del que 
sólo sobrevivieron a la primera de las siete destrucciones de la Biblioteca de 
Alejandría sus láminas ilustrativas, exactamente setenta y ocho, y que 
conformaron al paso del tiempo la baraja del Tarot o, en egipcio, "tarah ha' 
Toth" (de donde por deformación proviene el vocablo "Tarot") y la "Tábula 
Esmeragdina", o "Tabla de Esmeralda", una sucesión de aforismos que guardaban 
memoria del conocimiento filosófico de los contemporáneos de este Toth que, al 
morir, fue elevado a la categoría de dios -apoteosis común en esos tiempos- e, 
incluso, adoptado tardíamente por los griegos con el nombre de Hermes 
Trimegisto ("el tres veces grande"). Precisamente, lo de "filosofía hermética" 
proviene de su nombre helenizado.

El primer aforismo de la "Tabla de Esmeralda" expresaba el Principio de 
Correspondencia, que enseguida explicaremos, con estas palabras: "Es verdad, 
muy cierto y verdadero, que lo que es arriba es como lo que es abajo, y lo que 
es abajo es como lo que es arriba, para hacer el milagro de una sola gran cosa 
bajo el Sol". En otros términos, la total identificación entre lo 
macrocósmicamente grande y lo microcósmicamente pequeño.

La estructura de un átomo es, microcósmicamente, como el Sistema Solar 
macrocósmico que lo contiene. La parte del todo refleja el Todo. Un ser humano 
es 70% agua y 30 % materia sólida y vive, casualmente, en un planeta que es 70 
% agua y 30 % materia sólida. Además, su sangre tiene exactamente la misma 
proporción de sal que la del agua del planeta. El iris de una persona permite 
conocer el funcionamiento de todo su organismo porque, como siempre, la parte 
de un Todo refleja ese Todo. Una carta natal astrológica resume en su 
microcosmos, el macrocosmos de la vida y la personalidad del sujeto al que 
pertenece. Las líneas de mi mano reflejan mi personalidad y mi vida también, 
pues mi mano, como parte de un Todo integrado por mí y por mi devenir, refleja 
el Todo. Una persona carismática y de fuerte carácter concita a su alrededor a 
las personas de temperamento más débil, que imitan sus poses, su manera de ser 
y tratan de vivir en función de aquél, lo que llamaríamos una conducta 
heliocéntrica, donde hasta "la luz del Sol" (y recordemos que en Astrología el 
Sol significa la personalidad manifestada) es "reflejada" por quienes giren a 
su alrededor, actuando microcósmicamente como un sistema planetario lo hace 
macrocósmicamente.

En Matemáticas es conocida una curiosidad llamada serie de Fibonacci, planteada 
por el sabio homónimo, donde cada número resulta de la suma de los dos 
anteriores. Tal el caso de la secuencia 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 56, 90... 
etc. Pues bien, una figura que se repite en la naturaleza universal es la 
espiral de Fibonacci, donde cada una de las espiras (vueltas) se distancia de 
la anterior de acuerdo a esa progresión numérica. Esto es tan así, que lo 
encontramos desde en la espiral macrocósmica de una galaxia, hasta la 
microcósmica de un caracol e, incluso, si toman ustedes un repollo colorado y 
lo cortan transversalmente, comprobarán que no sólo su disposición es en 
espiral sino que respeta la serie de Fibonacci.


Una cuestión de marketing

Por todo esto es que afirmo que la Radiónica es la ciencia de la magia. Y hacia 
ella, si les parece bien, dirigiremos nuestros pasos en próximos artículos, 
donde expondremos y explicaremos el uso de diversos aparatos acumuladores y 
moduladores de esas energías, muchos de los cuales podrán ustedes construir 
sobre la mesa de la cocina en algunos momentos libres. Cabe entonces 
preguntarse: ¿por qué, entonces, hablamos tanto de "Parapsicología" y no de 
"Radiónica", u organizamos cursos de la primera y no los anunciamos como lo 
que, en definitiva, realmente son, lo segundo?. Es por una cuestión de imagen, 
si así lo quieren: si anunciamos una conferencia de Radiónica, sólo un grupo 
reducidísimo acudirá: la mayoría de los potenciales interesados pensará que 
hablaremos sobre Rayos X o programas de radio. En cambio, empleando el caduco y 
limitado término de "Parapsicología", el público cuando menos tiene una idea 
sobre lo qué referirá la cosa.



  1.. Realizada a 138 miembros suscriptores de la revista electrónica "Al Filo 
de la Realidad", agosto del 2000.


  2.. Joseph Banks Rhine, biólogo norteamericano, creó, en las instalaciones de 
la Universidad de Duke, el primer laboratorio de investigación 
estadístico-matemática de los fenómenos parapsicológicos.


  3.. Esto implica entender, primero, que comprendemos por "normalidad". A los 
fines científicos, existen dos clases de normalidad, la biológica y la 
estadística. Y no son necesariamente correspondientes. Por ejemplo, es normal 
estadísticamente hablando resfriarse en invierno, pero no es normal 
biológicamente, ya que implica una pérdida del estado de equilibrio. En un 
sentido más amplio, aquí aplicamos la expresión "normalidad" a lo habitualmente 
aceptado en los claustros científicos y universitarios.


  4.. Mayores precisiones sobre su empleo pueden hallarse en mi libro "El 
correcto uso del péndulo y la pirámide", Editorial 7 Llaves, buenos Aires, 
Argentina, 1999.


  5.. No me molestaría demasiado, de todas formas, que lo mío sea considerado 
superstición si de un sentido etimológico estamos hablando. En efecto, 
"superstición" proviene de "supérstite": "lo que sobrevive". Lo que sobrevive 
de un conocimiento perdido en la Antigüedad.




Nota: a quienes les interese, nuestro instituto, el Centro de Armonización 
Integral dicta a distancia un curso avanzado sobre esta especiaidad. 
Interesados, consultar a [EMAIL PROTECTED]




[As partes desta mensagem que não continham texto foram removidas]





========================================================
       A A1 Web Solutions hospeda o site da BURN
Hospede seu site ufológico aqui e ganhe 10% de desconto

            http://www.a1web.com.br/

========================================================
Brazilian UFO Research Network - http://www.burn.com.br/
========================================================

"Os incapazes de atacar um pensamento atacam o pensador"
                                         [ Paul Valéry ]

--------------------------------------------------------

  Duvidas sobre a lista? Ler historico? Como mudar suas
  configurações? Quer sair da lista? Acesse agora mesmo
  nossa seção de Perguntas Frequentes no endereço:

   http://www.burn.com.br/perguntasfrequentes
-------------------------------------------------------- 
Links do Yahoo! Grupos

<*> Para visitar o site do seu grupo na web, acesse:
    http://br.groups.yahoo.com/group/ufoburn/

<*> Para sair deste grupo, envie um e-mail para:
    [EMAIL PROTECTED]

<*> O uso que você faz do Yahoo! Grupos está sujeito aos:
    http://br.yahoo.com/info/utos.html

 


Responder a