Colext/Macondo
Cantina virtual de los COLombianos en el EXTerior
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Y ahora que se ira a inventar el sennor presidente para justificar el
mantenemiento de la zona de distension y los mentados "dialogos de paz"?
Que verguenza!!!
En unos "dialogos" de este tipo debe haber voluntad y compromisos de ambas
partes; si no, se convierte simplemente en acto de circo... de circo macabro.
Nos acabaron la tierrita entre paras, guerrilla y politicos corruptos y/o
pendejos!!

Bien concluye el editorial de El Tiempo del siguiente modo:

    "Tanta ambigüedad y tanta complacencia oficial con
     una guerrilla que pisotea con desprecio y rabia 
     todo lo que pueda encarnar nuestra tradición 
     democrática es lo que ha terminado por convertir la
     paz en un campo minado. Pocas dudas quedan de que
     el proceso se ha estrellado contra un muro de 
     infamia y que enfrenta una hora crucial"

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http://eltiempo.terra.com.co/01-10-2001/reda109138.html

EDITORIAL
Se agotó la paciencia
 
A la política de paz solo la puede salvar ahora un hecho grande,
contundente e histórico.

Está a punto de estallar el frágil termómetro de la paciencia con
que se le ha tomado la temperatura al proceso de paz. Resulta cada vez
más insostenible un proceso tan contradictorio y errático. Hace unos
días se recibían con beneplácito las propuestas de la Comisión de
Notables para disminuir la intensidad del conflicto armado. Hoy, el
diálogo con las Farc pende de un hilo casi invisible por cuenta de
hechos que revisten una enorme gravedad y ponen en entredicho la
continuación de esta negociación. El incalificable y cobarde
asesinato ayer a tiros de fusil de uno de los personajes más
emblemáticos de la cultura nacional, la ex ministra Consuelo
Araujonoguera -secuestrada por un frente de las Farc - estuvo
precedido unas horas antes del intolerable incidente protagonizado por
esta organización al impedir, en medio del estruendo de morteros y
fusiles, el ingreso del candidato Horacio Serpa Uribe a la zona de
distensión. 

Con hechos como estos, las Farc vuelven a tirar la cuerda de la
paciencia del Gobierno. Una cuerda ya demasiado delgada, que
prácticamente lo deja sin opciones. 

El vil asesinato de 'La Cacica' es una gota que rebosa la copa de
indignación nacional por el comportamiento inaceptable de las Farc.
Su arrogancia criminal ha llegado a tal punto que ya ni siquiera les
importa el impacto político que tiene asesinar a sangre fría a
Consuelo Araujonoguera, un personaje muy cercano al Gobierno y además
esposa del Procurador General de la Nación. 

Una mujer identificada con los mejores valores de su tierra y de su
país; embajadora por excelencia del vallenato, de la cultura popular,
dotada de un carisma excepcional, su muerte -rodeada de espantosos
elementos de crueldad - resulta una verdadera provocación al pueblo
colombiano. Los responsables de este abominable crimen tienen que
responder. Y, de entrada, no se pueden admitir las dilatorias excusas
y rodeos con que las Farc suelen explicar, para después cubrirlos con
el manto del olvido, la mayoría de sus repugnantes desafueros. 

En cuanto al bloqueo armado que hicieron para impedir la llegada al
Caguán de una marcha pacífica de colombianos, el candidato Serpa,
aun a riesgo de su integridad personal y la de sus acompañantes,
logró demostrar con creces en qué se ha convertido la zona de
distensión. Y consiguió que los colombianos constatáramos, en vivo
y en directo, que más que el único poder real, las Farc son una
verdadera dictadura en esa región del país. La acción de la
guerrilla contra Serpa y sus acompañantes no solo fue de una
“inaudita hostilidad” -como la calificó el candidato -, sino de
una torpe prepotencia política. Con su actitud, este grupo ha dicho
que en la zona de distensión -y en otras regiones donde mandan - no
existe ni existirá la democracia. Y así va el país, con los fusiles
de unos cuantos imponiendo su voluntad a la mayoría pacífica y
acumulando zonas que las Farc ya proclaman como propias. 

Ni el país, ni mucho menos el Gobierno pueden mirar con indiferencia
los gravísimos incidentes de los últimos días. Lo que tenemos por
delante no es un impasse más, ni otra crisis habitual del proceso de
paz, que pueda resolverse con paños de agua tibia o declaraciones
conciliatorias y blandas. A pocos días de que se venza el plazo para
la prórroga de la zona desmilitarizada, al presidente Andrés
Pastrana se le han agotado las opciones para mantener vivo un proceso
en franco declive, por cuenta de una guerrilla que se ha dedicado a
acorralarlo. De todas maneras, cualquiera que sea la salida, esta debe
reunir un consenso sólido y un apoyo firme de las fuerzas políticas
y sociales y de los candidatos presidenciales, para enfrentar con
fortaleza lo que pueda venir. Porque estamos más cerca de una guerra
frontal con las Farc que del escenario de unas negociaciones que han
resultado estériles e improductivas. 

Las alternativas no son nada fáciles. A la política de paz solo la
salvaría un hecho audaz, contundente, grande e histórico. Como por
ejemplo que las Farc aceptaran en un plazo corto y perentorio una
tregua con cese de hostilidades, acompañada de una estricta
vigilancia internacional, que implique el fin inmediato del secuestro,
la extorsión y demás agresiones contra la población civil. 

Tanta ambigüedad y tanta complacencia oficial con una guerrilla que
pisotea con desprecio y rabia todo lo que pueda encarnar nuestra
tradición democrática es lo que ha terminado por convertir la paz en
un campo minado. Pocas dudas quedan de que el proceso se ha estrellado
contra un muro de infamia y que enfrenta una hora crucial


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    cortesia de Anibal Monsalve Salazar

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