Este verano, como los dos anteriores, hemos programado en la biblioteca de 
Guadalajara un ciclo de cine al aire libre, los martes de julio y agosto a las 
10 de la noche. Y cuando habíamos proyectado la primera película, recibimos la 
llamada de una empresa (Motion Picture Licensing Corporation) que nos decía que 
teníamos que pagar. Un promedio de 200 € más IVA por proyección... a no ser que 
firmáramos con ellos un contrato-paraguas mediante el cual, pagando un tanto 
alzado anual, podríamos proyectar lo que quisiéramos de las productoras a las 
que ellos representan (que no son todas, ni mucho menos. Son sólo 6 o 7, con lo 
cual habría que firmar ese tipo de licencia con otros cuantos). Decían, como 
apoyo de su teoría, que muchas bibliotecas y colegios ya habían firmado y, 
aunque no me lo creo, no me parece una buena señal que alguna institución 
educativa haya entrado cual corderito en una situación asfixiante para la 
cultura.

Les contesté diciendo que la actividad no tenía presupuesto (nos turnamos para 
atenderla varios compañeros, que venimos a la biblio a las 9 de la noche. 
Ponemos las sillas, regamos para que el ambiente esté agradable, montamos el 
equipo de proyección y nos quedamos hasta la 1 de la madrugada hasta que todo 
está recogido, sin ninguna ventaja a cambio) Y que, a la vista de eso que nos 
decían, nos veíamos obligados a anular la programación. Y eso es lo que hicimos 
textualmente: anular la programación. Pero elaboramos otra, en la que no 
entrara ninguna película de las productoras representadas por esos señores, y 
teniendo en cuenta otros criterios, sobre todo el de que las películas fueran 
bastante antiguas, y ya sus explotadores consideraran que las han exprimido 
suficientemente.

Y así hemos podido seguir el ciclo sin sobresaltos. Creo que este año habíamos 
cometido dos errores: ese de programar pelis más recientes que otros años y 
colgar en la web la programación. Estas empresas deben de tener sistemas de 
alerta y descubren enseguida lo que buscan (si me están leyendo, las mando mis 
saludos menos cordiales)

 

Me confirma esa hipótesis el que ayer por la mañana me llamaron de una 
biblioteca municipal que tenía el mismo problema. Ellos programan cine para 
niños. Ponen películas muy recientes y lo anuncian en la web. Y acaban de 
recibir el toque comercial.

A raíz de todo ello, he hecho una consulta a un abogado especialista en estos 
temas. Le he preguntado si sirve como defensa legal, cuando recibamos 
comunicaciones parecidas a la que recibimos nosotros, decirles que la 
proyección no es pública sino que está restringida a los socios de la 
Biblioteca. Y me ha respondido que, lamentablemente, no nos vale como excusa. 
La única excepción es que la proyección se realice en el ámbito doméstico. Si 
la comunicación de una obra se hace en el entorno de una pluralidad de 
personas, sean éstas alumnos de primaria, secundaria, universidad, miembros de 
un cine club o de una biblioteca, no existe excepción al pago. Y añade que, 
afortunadamente en nuestro caso, nos hemos librado de la SGAE, que también 
ostenta derechos sobre las películas si éstas contienen música (y rara es la 
película que no la contiene)

Lo malo de esta respuesta es que, a la vista de eso, para proyectar películas 
en las bibliotecas tendríamos que pagar los siguientes cánones:

-          A la productora o a sus representantes. Imaginad lo que sería tener 
que hacer licencias-paraguas con cada una de las empresas que representan 
productoras o con cada productora por separado.

-          A la SGAE, por la Banda Sonora

-          ¿Y por qué no al del vestuario, a los actores, al escenógrafo, a la 
montaña que sale en la película, a las ovejas si es de tema campestre? Parece 
ridículo ¿verdad? Pues si nos dejamos y no nos defendemos, llegará el momento 
en el que nos hagan ver como normal lo que ahora parece ridículo. Acordaos de 
la incredulidad con la que mirábamos al principio lo del canon del préstamo y 
ahora ya casi no nos extraña.

 

Yo creo que la única fórmula de defensa es la vía de los hechos. Sigamos 
proyectando (quizá con alguna precaución, como escoger películas más antiguas, 
que las hay muy buenas) y, si nos llevan a los tribunales, hagámoslo público. 
Creo que lo que pasó el año pasado en Fuenteovejuna y Zalamea hizo más contra 
los cánones que muchos de nuestros esfuerzos.

En cualquier caso éste es un tema de calado, que tiene que tener amplia 
divulgación entre las bibliotecas, para que nos unamos y nos podamos defender 
mejor. Y por eso mando este mensaje.

Saludos cordiales (para vosotros sí)

Blanca Calvo

 

 




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