COLOMBIA:
“Feliz quien pudo conocer las causas de las cosas”.Virgilio
 
La muerte de tres policía en Boyacá:
 
CORTINA DE HUMO
 
La muerte de tres policías en Chita, Boyacá, el jueves de la semana pasada, que estaban retenidos por las FARC desde hace 17 meses, después de una incursión del frente 28 en Tasco, y cuando se encontraba en primer plano la noticia de la masacre de los niños en Pubelorrico, quiere ser utilizada como cortina de humo para cubrir de silencio el escándalo nacional e internacional por la muerte de los niños a manos del Ejército, denunciaron voceros de las FARC-EP desde el Caguán.
 
Según el general Fabio Bedoya, comandante de la Primera Brigada y el general Luis Ernesto Gillibert, director de la Policía Nacional, el subteniente Marco Aurelio Villamil, y los agentes Paco Arialdo Díaz Granados y Teófilo Camargo Martínez, fueron ultimados por el frente 28. Gillibert agregó, que “fueron secuestrados, torturados y mutilados”. El general Jorge Enrique Mora Rangel, comandante del Ejército, aseveró que las unidades del Batallón Tarqui llegaron al sitio donde estaban los cadáveres de los policías y de dos  civiles muertos con la misión de ayudarlos pero encontraron fue los restos mortales.
 
Sinembargo, la versión de los familiares de los policías, de vecinos de Chita y de las FARC-EP, desmienten la de los uniformados. Hubo fue una emboscada del Ejército a la columna del frente 28 que cambiaba de lugar a los retenidos al detectar la presencia militar. En la refriega murieron los tres policías y dos guerrilleros que los vigilaban, lo que contradice la afirmación de Mora Rangel de que se trataba de civiles. En realidad, según lo han manifestado familiares de las víctimas, los policías cayeron tras las balas del Ejército en el ataque a los insurgentes.
 
Gilibert miente
 
“Gilibert miente”, dijeron los voceros de las FARC-EP, “porque a los policías se les llevaba a otro lugar cuando la comisión fue atacada por el Ejército y cayeron los tres policías y dos guerrilleros”. Y Carlos Antonio Losada, vocero de las FARC-EP en la Mesa de Diálogo, declaró que los cadáveres quedaron en el suelo y si están mutilados fue obra del Ejército. “No sabemos qué pasó despues de la emboscada”, agregó.
 
Estas declaraciones fueron reforzadas por familiares de los tres policías que han puesto en tela de juicio la versión oficial.
 
Inicialmente la Primera Brigada había hablado de que en un combate con el Ejército habían sido dados de baja cinco guerrilleros. Y luego aparece la infromación de la muerte de los tres policías y dos guerrilleros que los vigilaban. “Ni siquiera entre ellos (los militares) se han puesto de acuerdo”, dijo la esposa de uno de los policías asesinados.
 
El Bloque Oriental de las FARC-EP comunció que “el 16 de agosto, a las 05:00 horas, fue emboscada por el Ejército una comisión guerrillera, que por presiones de un operativo militar, trasladaba de un lugar a otro a los policías prisoneros de guerra en la toma de Tasco, Boyacá. En la acción resultaron muertos tres policías y dos guerrilleros de las FARC que los custodiaban.
MIRADOR:
 
LA DOCTRINA RAMIREZ
 
Por Carlos A. Lozano Guillén
 
Las explicaciones de los altos funcionarios gubernamentales sobre la masacre de los siete niños en Puerto Rico (Antioquia), que a estas alturas ya no cabe la menor duda fue perpetrada por el Ejército, son diferentes.
 
Para el ministro de Justicia, Rómulo González, a la autoridad hay que creerle per se, o sea que la responsabilidad la tienen los guerrilleros que “tomaron como escudos a los niños” (fue la primera versión); los generales unos dicen que fue un combate y que los niños aparecieron en la mitad y otros aseguran que el ELN se escudó tras ellos; pero al final, cuando ya todas las evidencias demostraron que no hubo combate y que tampoco los niños fueron “escudos humanos” (mentiras piadosas dicen algunos periodistas), el ministro de Defensa, Luis Fernando Ramírez, resultó con una novedosa doctrina: fue un lamentable error humano, pero no violación de los derechos humanos. No se conoce muy bien quien le dio esas clases de humanismo al ministro, pero en todo caso le enseñó muy mal y reprobó la materia. Y si esa es la reingeniería de las Fuerzas Armadas de la que tanto habla el funcionario, pues ¡válgame Dios!.
 
La masacre de los pequeños no sólo es una violación de los derechos humanos sino también del Derecho Internacional Humanitario, en el más sentido estricto de lo que implican estos dos conceptos. No cabe aquí ningún atenuante por “error humano”. Por cierto contradice situaciones precedentes cuando los “errores de la guerrilla” los convierte el Establecimiento en “flagrantes delitos”, pero en este caso son simplemente eso: una “equivocación de los militares”.
 
Insólita y absurda la doctrina Ramírez. El asesinato de los niños es una vulneración de los derechos humanos, porque viola la Carta Universal de las Naciones Unidas y el Título II de la Constitución Política (Derechos Fundamentales), que consagra el derecho a la vida como uno de los prioritarios y con mayor razón cuando se trata de niños, cuyos derechos están por encima de los demás. Los derechos humanos los violan sobre todo los agentes del Estado, quienes por su naturaleza institucional están comprometidos más que nadie a respetar el ordenamiento nacional e internacional. La masacre de los pequeños fue un acto ilícito de agentes estatales y en ello no sirven explicaciones superfluas como la del ministro o de la acorralada cúpula militar.
 
También es un acto violatorio del Derecho Internacional Humanitario, porque fue una acción desproporcionada (equivocada o no, vaya uno a saber), que afectó a civiles, en este caso los niños. Y un pilar del DIH es la distinción entre combatientes y no combatientes y no se puede aceptar ninguna duda en la diferenciación de unos menores, muy pequeños, y guerrilleros combatientes cuyas edades van de 16 años en adelante.
 
Por ahora la investigación arrancó muy mal. El fiscal Alfonso Gómez Méndez, contrario a la técnica jurídica en materia de investigación, absolvió a los criminales de cualquier intención dolosa; y los autores de la masacre fueron “severamente” castigados: están trasladados a labores administrativas mientras se adelantan las pesquisas(?).
 
Masacre de niños en Pueblorrico:
 
EJERCITO ES EL RESPONSABLE
 
La Fiscalía está impedida para hacer la investigación pues el fiscal Alfonso Gómez Méndez absolvió a priori a los uniformados. Debe designarse una comisión investigadora ad hoc con participación de ONG y de organismos internacionales. ONG de los Estados Unidos exigen congelar “ayuda” del Plan Colombia. Repudio nacional e internacional. “Gran prensa” corre cortinas de humo
 
Por Hernando López
 
“El único responsable de la masacre es el Ejército”, aseguraron vecinos de la vereda La Pica, municipio de Pueblorrico en el departamento de Antioquia. La versión es corroborada por el concejal Hernando Higuita  y su esposa Lucy Vélez, profesora, quienes acompañaban a los menores en una caminata ecológica. Son versiones contundentes, que desmienten las declaraciones acomodadas del comandante del Ejército, general Jorge Enrique Mora, y del brigadier general Eduardo Herrera Verbel, comandante de la IV Brigada, en el sentido de que “mis tropas no son responsables”.
 
Pero además, los testigos, rechazaron la versión de los militares, que aseguran que en el supuesto combate entre unidades del Ejército y del ELN, los guerrilleros utilizaron como escudos a los menores. Es más, los pobladores, los menores y el concejal Higuita, dicen que no hubo ningún combate y por ende los guerrilleros no utilizaron como escudo a los pequeños estudiantes. “El Ejército miente”, afirmaron sin ambages.
 
Los hechos ocurrieron el martes 15 de agosto, al medio día, cuando 52 niños de la escuela rural, se aprestaban a almorzar en un sitio abierto y descampado, en la vereda La Pica, cerca al municipio de Pueblorrico, en el departamento de Antioquia. Los menores, que participaban en una caminata ecológica, estaban acompañados por la profesora Lucy Vélez, su esposo, el concejal Hernando Higuita, y otros padres de familia. De repente comenzaron los tiros y los niños comenzaron a caer como si se tratara de frutas desprendidas de los árboles. La balacera duró varios minutos y no valieron los gritos de los adultos, “los soldados estaban como enceguecidos disparando”, dijo uno de los testigos. Los demás menores corrieron despavoridos entre los matorrales. Varios de ellos vieron caer a sus amiguitos y hasta familiares.
 
En el campo quedaron sin vida los menores Alejandra Arboleda Rúa, de 10 años, Paula Andrea Arboleda Rúa, de 8 años, David Ramírez López, de 10 años, Gustavo Adolfo Isaza Carmona, de 9 años, Marcela Sánchez, de 6 años, y Harold Tabares, de 7 años. Otros siete pequeños están gravemente heridos.
 
La doble moral
 
Una vez descubierta la masacre, los militares comenzaron a dar toda suerte de explicaciones vanales, incluyendo las del general Jorge Enrique Mora, comandante del Ejército, para darle coartadas a sus hombres, únicos responsables del acto de lesa humanidad.  El Departamento de Estado se declaró “horrorizado” y la “gran prensa”, como es usual inició la campaña de desinformación. El presidente Pastrana anunció las declaraciones de rigor y el llamado a la guerrilla para que cese el fuego. Nadie reconoció el crimen oficial. El editorial de El Tiempo habló de la degradación y de los errores de la guerra, y el de El Espectador dijo que no importaba quien era el responsable. La televisión repitió los infundios de los militares pese a la contundencia de los testimonios de quienes vivieron la experiencia.
 
Ni siquiera hubo combate con la guerrilla. Este había sucedido el día anterior como a diez kilómetros del escenario de la masacre oficial, según lo explicó el comunicado del ELN, leído desde la Cárcel de Itagüí por Francisco Galán.
 
El récord de la infamia lo rompió el fiscal General de la Nación, Alfonso Gómez Méndez. Sin conocer los pormenores ni los mínimos elementos probatorios en los hechos, como lo enseña el abc del derecho, absolvió a los responsables descartando cualquier intención dolosa de los victimarios. “Hasta un estudiante de primer año de derecho sabe que en las técnicas de investigación no se puede descartar ninguna hipótesis hasta que todo el procedimiento llegue a su fin”, le declaró a voz un experto abogado penalista.
 
La irresponsable declaración de Gómez Méndez condujo a que surgiera desde distintos sectores de la opinión, la propuesta de integrar un comisión ad-hoc que asuma la investigación a fin de garantizar la imparcialidad de la misma, dado que existen testimonios y elementos probatorios de primera mano y de testigos de excepción. El fiscal, por lo menos, debe declararse impedido para asumir la investigación de oficio.
 
Congelar “ayuda” del Plan Colombia
 
Organizaciones norteamericanas de derechos humanos se dirigieron al gobierno de los Estados Unidos demandado que no sea certificado el gobierno de Colombia, haciendo uso del odioso mecanismo de presión y chantaje de la certificación utilizado por el Departamento de Estado. Igualmente, numerosas ONG estadounidenses exigieron la congelación de los dineros de “ayuda” dentro de los propósitos del Plan Colombia, pues no son garantía, como lo demuestran los hechos, que serán destinados a la invcersión social y a los operativos contra el narcotráfico.
Con todo, el Ejército debe responder por la masacre, incluyendo a los altos oficiales que salieron a proteger a los autores del crimen execrable. Hasta el fiscal debe ser investigado a juicio de serios analistas, pues con sus declaraciones apresuradas bien podría estar incurso en el delito de prevaricato.
 
La masacre de los siete niños de Pueblorrico es un acto criminal por el cual debe responder el Estado colombiano ante la comunidad de las naciones. Los responsables y sus protectores deben ser castigados ejemplarmente.
 
 
*    Los anteriores artículos fueron tomados del Semanario VOZ, edición  2058 de la semana del 23 al 29 de agosto del 2000, que está a la libre disposición para su publicación siempre y cuando se cite la fuente:  
 
 
VOZ La verdad del pueblo
Edición 2058. Licencia 002357 del Ministerio de Gobierno
Director: Carlos A. Lozano Guillén  Consejo de Redacción: Alvaro Vásquez, Alvaro Angarita, Fernando Quintero, Zabier Hernández  Colaboradores: Alvaro Mosquera, Nelson Fajardo, José Luis Colegial, Alexa Zárrate. Administradora: María del Carmen Garavito Diagramación: Conchita Romero Caricatura: Calarcá Fotografía: Lucio Lara Servicios Informativos: Prela, ALAI, ANNCOL.  Dirección: Carrera 13A No. 38-32.  Tel.: 00-57-12321461 / 2328220  Telefax: 00-57-1 2328229 Apartados Aéreos: 8886 y 19857  Bogotá (COLOMBIA)
 
E-mail: [EMAIL PROTECTED]  
 
Cuenta bancaria para la solidaridad con VOZ:
Carlos A. Lozano Guillén,
CITIBANK, Cuenta­No. 0872716017
Santa Fé de Bogotá ­ Colombia
 

Responder a