Papa nativa en Huancavelica
De la tierra. Mujer campesina de San José de Aymara, Huancavelica, un ejemplo
para el país.
Antes de llegar a la comunidad San José de Aymara que está a cuatro mil metros
sobre el nivel del mar, en Huancavelica, pasamos por Quilish, Pucará,
Marcavalle, pequeños poblados andinos en Huancayo, llenos de color y de
misterio, bañados, todos ellos, por este sol abrasador del mediodía, que lo
vemos colgado en un límpido marco azul llamado cielo.
El panorama es alucinante. Indescriptible. La belleza natural que contemplamos
solo se compara con la emoción que sentimos un grupo de periodistas nacionales
y extranjeros de saber que vamos a participar en la cosecha de mil 732
variedades de papas nativas en esa comunidad andina, auspiciada por el Centro
Internacional de la Papa, un organismo de Naciones Unidas creado en 1971 y cuya
sede mundial está en el Perú.
El carro sube por una pendiente y tras unas horas de viaje nos deposita en la
comunidad de casitas de adobe y techos de teja, rodeados de eucaliptos que le
brindan cierta majestad al espacio que se abre en el horizonte. Allí
encontraremos a campesinos hombres y mujeres del lugar y de otras comunidades
invitadas como los de Chopcca, y tras ellos al ingeniero René Gómez, curador
del Banco de Germoplasma de papas nativas del CIP, quien será, a partir de
ahora, nuestro guía y hablará por nosotros, para ustedes.
Distribuidos en hileras los campesinos proceden a la cosecha, removiendo la
tierra que tiene olor a humedad, y van dejando a su paso pequeños montículos de
papas nativas que son variedades distintas y que, al caer el día, otros se
encargarán de clasificarlas y luego recogerlas en pequeñas bolsas especialmente
dispuestas por el CIP, para almacenarlas hasta su "repatriación"; es decir, su
devolución a las áreas de origen, según sean los requerimientos de las
comunidades interesadas.
PAPAS NATIVAS
Cosecha. Recojo de papa a cuatro mil metros.
Las llamamos "papas nativas" dice Quirozporque en su origen no han
participado los técnicos o científicos haciendo cruzamientos. Ha sido la
naturaleza quien se ha encargado y lo sigue haciendo de hacer los
cruzamientos de forma natural con la ayuda de insectos polinizadores como los
abejorros y abejas principalmente.
De esta manera se logran nuevas semillas que caen al suelo y a partir de ellas
germinan las nuevas combinaciones genéticas. Muchas de ellas logran sobrevivir
desafiando las presiones de la naturaleza (sequías, heladas, granizadas, exceso
de lluvias, plagas y enfermedades, entre otros), adaptándose paralelamente a
las condiciones locales.
Los agricultores, al encontrar estas sobrevivientes en sus chacras, las
adoptan siempre y cuando se adecúen a sus patrones de cultivo y exigencias de
consumo, e incluso les dan nombres según sus características más destacadas.
Este ha sido el proceso seguido desde hace miles de años que ha posibilitado
que se fuera acumulando tanta biodiversidad de papa. Algunas de estas papas,
mediante la participación de viajeros, fueron distribuyéndose y adaptándose a
lo largo y ancho de los Andes mientras que otras quedaron como endémicas porque
no pudieron sobrevivir o adaptarse a otras áreas diferentes (proceso dinámico).
El ingeniero responsable de este proceso habla para los visitantes. Enfundado,
como está, en una vieja casaca que a duras penas deja ver su rostro redondo y
cetrino color tierra, explica que después de la llegada de los españoles las
papas fueron llevadas hacia las Islas Canarias y de allí al resto del mundo y
que por ello estas papas "son el don del pasado y legado para el futuro".
GANADORES
Mamapacha. Homenaje para una mejor cosecha.
Vemos que las mujeres son quienes más trabajan en el campo. Incansables van
para la cabecera y de ahí avanzan, sonrientes, hacia abajo, sacando papas
grandes, papas medianas, papitas pequeñas y de todos los colores de la tierra.
Allí están los hermanos y los primos Romero de nombres Carlos, Cleto, Espírita,
Roberto, Silverio y tantos más, que han ganado premios en los concursos de
biodiversidad organizados en el distrito de Pazos.
Mientras, el ingeniero se mata señalando que la conservación de estas
variedades "es muy importante porque contienen genes de resistencia o
tolerancia a factores adversos del medio (a este grupo biológico variable se le
conoce como germoplasma) que permitirán solucionar problemas actuales y del
futuro, por ejemplo, consecuencias de los cambios climáticos como efecto del
calentamiento global".
Por otra parte afirma Quiroz recientes estudios sobre estas papas, de cuya
producción y alimentación dependen cientos de miles de campesinos que viven
principalmente por encima de los 3500 msnm, muestran no solamente atributos
nutricionales. También se ha encontrado que contienen sustancias bioquímicas
con efectos farmacológicos que favorecen la salud de los consumidores debido a
sus contenidos de bioactivos.
Los expertos escogieron la comunidad de San José de Aymara porque es una zona
ideal para albergar estas papas por sus características especiales, como bajas
temperaturas y gran altitud. La zona abarca la región Suni o Jalca y la región
Puna, en la parte baja. El frío que la caracteriza mantiene en muy bajo nivel a
los insectos transmisores de virus, por lo tanto, las papas sanas no se
reinfectarán fácilmente.
A COMER
Al final de la jornada y como es costumbre en la comunidad, al término de la
cosecha los campesinos prepararon su ritual culinario que consistió en cocer
las papas recién cosechadas con harta carne de carnero, en una mezcla de
Pachamanca de influencia Wanka y la Watia de ascendencia Quechua. En esta
oportunidad comimos especialmente el "Chilis Runtush", que quiere decir huevo
brilloso por su pulpa casi naranja de la papa.
TE DAMOS CON VOLUNTAD, MADRE TIERRA..."
El periodista trepó, en silencio y con fatiga, a Ccesccepata, el cerro más alto
de la comunidad. Siguió, cuesta arriba, a Mauro Quijada el "gringo". Era el
costo por haber sido aceptado para presenciar el pago a la tierra, por el único
hombre de San José de Aymara, que se comunica con el Señor Wamani, el dios de
todos. El "gringo" es un hombre respetado en su comunidad. Alto, ojos vivaces y
de piel blanca, es el encargado de realizar el pago a la tierra, por lo bien
que a su comunidad le fue este año. Erguido en la cumbre de "Ccesccepata", a
pocos metros de tocar el cielo, el periodista verá cómo se desarrolla el
ritual, totalmente en quechua, que luego procederá a traducir para usted,
amable lector.
Dice el "gringo", levantando ambas manos:
"Yo sé que tienen fe en la tierra. Nosotros comemos de la tierra. Nos vestimos
de la tierra. Nuestro Señor nos da la bendición. Y por él, nosotros trabajamos
y vivimos hasta cierto tiempo. Y después, también retornaremos a la tierra. Nos
encomendaremos a la Mama Pacha al morir.
"Con el permiso de ustedes, hermanos, vamos a proceder a hacer el pago a la
Mama Pacha. Vamos a proceder a dejar con cariño estas cositas que hemos traído,
para que el próximo año tengamos también mucha cosecha, mucha producción. Y
siempre con la bendición de nuestro Señor Divino. Este pago es por la cosecha
de este año.
"Señor Wamani, nuestro dios en la tierra, recíbenos esta ofrenda que te hemos
traído con voluntad. Para que así, conociendo nuestro cariño, también nos
protejas y nos hagas producir la tierra en abundancia. En nuestra comunidad,
los hombres y las mujeres vivimos en paz y con voluntad nos entendemos con
nuestra madre tierra, como tú lo sabes, Señor Wamani.
"Mi pueblo me ha encargado hacerte este pago, porque yo soy sano y limpio. Y
mis manos están limpias. Si yo fuera deshonesto, seguro que no me aceptarías
este pago que lo hacemos con cariño. Agradezco, en tu nombre, a quienes nos han
visitado este año. A quienes nos han acompañado este día, como el señor Edwin,
aquí presente, a quien, en tu nombre, le haré el pedido correspondiente".
NO MIENTAS
Más tarde, le diría al periodista que él fue el escogido. Que por eso él vio
con sus ojos, que escuchó con sus oídos, que fue testigo del pago a la tierra.
Que no es mentira y que todo es exacto. En consecuencia, él no debe fallar, por
lo menos este año. ¿Fallar? Eso quiere decir no mentir, porque si lo hace, le
irá mal a la comunidad; no habrá cosecha en abundancia, la tierra no le será
pródiga, que habrá hambruna. Y que a él mismo le irá mal. Sobrecogido aún por
la mirada del "gringo" y la fuerza de sus palabras que retumbaron como eco en
su conciencia, el periodista aceptó no mentir, cuando menos este año.
Cubierto por unas piedras, quedaron enterrados en un mantel blanco, un vino
marca Sauterne, uvas, manzana, plátano, naranja, coca, cigarro, dos claveles
blancos que simbolizan la vida y la salud. "Es todo lo que él necesita, todo lo
que a él se le antoja. Así todos viviremos contentos. Y el Señor Wamani ya no
podrá hacernos daño. Este pago no cuesta mucho. Solo hay que tener voluntad",
susurró el "gringo".
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