Colext/Macondo
Cantina virtual de los COLombianos en el EXTerior
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Date: Fri, 3 Nov 2000 20:48:21 -0300
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Subject: Noam Chomsky: «Los medios sólo informan sobre los ricos y los
    privilegiados»

Noam Chomsky:
«Los medios sólo informan sobre los ricos y los privilegiados»


Ana Romero


Encima del Rebecca's Café, en el segundo piso de un edificio
esculpido en rojo, recibe un gran recordatorio de Bertrand Russell:
«Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado
mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento, y una
insoportable pena por los seres humanos a los que les toca sufrir».
Rumiando las palabras del aristocrático filósofo inglés vislumbra
una, de reojo, a un hombre vestido con jersey azul pardo, pantalón
de pana verde y zapatos blancos de deporte. Son 72 años de edad, y
apenas 50 de cuerpo delgado y fibroso, los que arrastra Noam
Chomsky, uno de los mayores pensadores del siglo.

Fue complicado romper el hielo con el famoso lingüista,
toca-conciencias de la sociedad norteamericana desde que en los
turbulentos 60 abandonó una plácida existencia de investigación
académica y de familia para darse al activismo político. Empezó con
la guerra de Vietnam, por la que sentía el mismo disgusto que el
nonagenario Russell. «Podría vivir cinco veces de nuevo, y no
tendría tiempo suficiente para atender las numerosísimas peticiones
que recibo para dar conferencias por todo Estados Unidos. Donde no
se me conoce es en la prensa elitista. Pero eso tiene sentido.
¿Sabe usted de algún país, a lo largo de la Historia, en el que a
la gente crítica con el sistema de poder se le concedan
privilegios?», afirmó, cuando una sugirió que en España los más
jóvenes podrían no conocerlo demasiado bien. «Es una ley universal.
Los sistemas de poder intentan protegerse. Lo hacen de forma
natural. Le pondré un ejemplo. Recientemente estuve dando una
conferencia en la Escuela de Periodismo de Columbia, de donde sale
la gente que luego ocupa los puestos editoriales en periódicos como
el New York Times. Una vez que llegan a esos sitios, no mencionan
mi nombre», añadió en un inglés norteamericano rapidísimo.

En este edén que es el MIT (Massachusetts Institute of Technology),
una de los mejores universidades de Estados Unidos, la situación
empeoró al confesar una su paso por la escuela maldita. El golpe de
suerte lo trajo Joseph Stieglitz, principal y dimisionario
economista del Banco Mundial. Ambos, ¡por fin!, coincidimos en los
motivos de su retirada: «Tarde o temprano ganará el Premio Nobel de
Economía. El ha escrito sobre los devastadores efectos de la
imposición del modelo de mercado en diferentes partes del mundo,
como por ejemplo Europa del Este, que fue transformado en un
sistema parecido al colonial».

Pero de ahí pasó a explicar, sin solución de continuidad, el origen
perverso de la Red: «Los países occidentales mantienen Estados
poderosos con un alto nivel de proteccionismo. Casi cualquier
componente dinámico de sus economías, incluida la famosa Nueva
Economía, viene del sector estatal. Piense en Internet, ¿de dónde
viene? De sitios como éste [el MIT fue fundado por el Pentágono].
De ahí viene mi salario. El Gobierno nos paga para producir ciencia
y tecnología que, si funciona, acabará en los bolsillos de alguna
gran corporación. Internet formó parte del sector público al menos
30 años. Hace sólo unos años que se le entregó a las corporaciones
privadas, y ésa es la base de la famosa economía de mercado. Mire
donde mire, hay un enorme sector estatal que obliga al público a
asumir los riesgos y a pagar el coste y que, si funciona, se lo
entrega al poder privado. Esa es una razón fundamental para
entender por qué el Primer y el Tercer Mundo se han distanciado
tanto».

La riada continuó: «La caída del Muro de Berlín provocó la
desaparición de los países no alineados. Cuando el mundo lo regían
dos gángsters, había sitio para los no-alineados, pero cuando sólo
un gángster manda en el mundo, se acabó. Por eso, desde 1989 nadie
presta atención alguna al Sur. Fíjese en la ayuda exterior, ha
desaparecido prácticamente, por lo menos en Estados Unidos. ¿A
quién le importa el Sur? En el mes de abril se celebraron dos
grandes encuentros de los no alineados, el G77. ¿A quién le
importa? Al fin y al cabo sólo representan al 80% de la población
mundial. Nadie informó de sus declaraciones porque a nadie le
importa. Se informa sólo de los ricos y de los privilegiados porque
son como nosotros».

Era ésta la respuesta que esperaba obtener al preguntar por la
cumbre del G8 en Okinawa. Pronto quedó claro que para tener la
opción de preguntar, había que interrumpir sin misericordia a un
hombre acostumbrado, como él dijo al principio, a dictar
conferencias. Con dos ejes: la globalización y la nefasta
influencia del mundo acaudalado y occidental sobre el resto del
planeta.

-Francis Fukuyama cree que el movimiento antiglobalizador,
representado por usted aquí, por Ignacio Ramonet en Europa, y por
los manifestantes de Seattle y Washington, es una vuelta al
socialismo puro.

-No estoy de acuerdo. No es un regreso de nada. Son movimientos
populares que nunca han parado, y que siguen creciendo y ocupándose
de más y más cosas. Los manifestantes que usted menciona están muy
bien, son gente estupenda, pero no están haciendo nada. El trabajo
se está llevando a cabo gracias al esfuerzo educativo de activistas
locales en todas partes del mundo. Porque se habla de la
maravillosa Nueva Economía, pero lo cierto es que las tasas de
crecimiento están bajando desde mediados de los 70.

-Desde 1992 se han creado 20 millones de puestos de trabajo en
Estados Unidos.

-Eso le encanta oírlo a la gente rica de Europa, porque la gente
rica de Estados Unidos se está beneficiando y quieren que eso pase
en Europa también. Pero fíjese en el crecimiento global de Estados
Unidos y de Europa y cómo se está distribuyendo: está recayendo
sobre un sector muy pequeño de la población. La mayoría tiene más o
menos los mismos ingresos que hace 20 años. Los salarios se han
estancado o declinado para la mayoría. Eso no tiene precedente en
los últimos 20 años. Y en los últimos tres años, el crecimientose
ha situado en los niveles de los años 50 y 60. Una familia media en
los EEUU trabaja ahora más que hace 20 años para ganar lo mismo.
Aquí se trabajan más horas que en ningún otro lugar del mundo. Más
que en Japón, y desde luego más que en España.

-El presidente del Gobierno español, José María Aznar, y su
homólogo británico, Tony Blair, son grandes defensores de ese
modelo de economía norteamericana.

-Claro, los ricos y los privilegiados. También en el Tercer Mundo
quieren ser como en Nueva York, Londres y París. El sistema europeo
ha sido más humano que el norteamericano, y eso tiene que acabarse,
les dicen. Pues yo digo que eso es propaganda fraudulenta: no es
verdad que tengamos que seguir el camino norteamericano o perecer.
Pero eso no lo dice la gente que escribe artículos en los grandes
periódicos.

-Tanto Estados Unidos como Europa están viviendo una etapa de
crecimiento económico. La sensación es la contraria.

-Porque, le digo, los que contamos las cosas, como usted y como yo,
estamos en un nivel de salario estupendo. Donde yo vivo estamos muy
bien, y nos va mejor que antes. Es la misma gente que usted se
encuentra en los restaurantes, en las fiestas, la que escribe los
artículos. Si el trabajador medio en Estados Unidos está empleando
muchas más horas que hace 20 años para poner la comida encima de la
mesa, eso no tiene interés. ¿A quién le importa?

A Boston, lo que él llama «la Atenas de América», llegó Abraham
Noam Chomsky a los 27 años, hijo de judíos emigrados de Rusia.
Había nacido y crecido en Filadelfia, donde a los 18 meses ya
asistía a una escuela especial. A los 29 años publicó Estructuras
sintácticas, libro en el que expuso su teoría de la gramática
generativa transformacional, según la cual el lenguaje es una
facultad humana innata y la finalidad de la lingüística es
establecer la gramática universal. Por la lingüística le llegó la
fama.

Pero en su atiborrado despacho, el E-39-219, prima la política.
Aquí está, entre las fotos de su mujer, sus tres hijos y cuatro
nietos, el mundo que le interesa, ése que incluye a los
desheredados de Timor Oriental, de la selva Lacandona o de Sierra
Leona. «El efecto de Europa en Africa ha sido devastador», señala.
«Y a finales de la II Guerra Mundial, cuando EEUU estaba más o
menos a cargo del mundo, entre los planes del Departamento de
Estado en 1948, estaba el hacerse con todos aquellos lugares en los
que los rivales pintaran algo, ya fuera Latinoamérica, Oriente
Medio o el sureste asiático. Cuando le llegó el turno a Africa,
George Kennan, que era el jefe del departamento de planificación,
dijo que EEUU no tenía ningún interés particular, así que "se la
daremos a los europeos para que la exploten". Esas fueron sus
palabras».

Más de tres décadas después, encuentra en Colombia el motivo para
movilizarse como lo hizo en Vietnam. «El año pasado, Colombia
sustituyó a Turquía al convertirse en el principal país receptor de
armas norteamericanas. Hasta entonces, Turquía estaba llevando a
cabo una asesina represión de sus propios ciudadanos, los kurdos,
mató a miles de ellos, destruyó 35.000 aldeas, creó más de un
millón de refugiados. Todo esto dentro de la OTAN y con armas
norteamericanas. En Turquía ya se ha conseguido controlar a la
insurgencia kurda. Por supuesto, cometiendo más atrocidades que
Milosevic en Kosovo. Pero en Colombia todavía no ha funcionado.
Allí todavía hay una insurgencia que no ha podido ser suprimida a
base de violencia y terror».

«El Departamento de Estado sabe también que la guerra contra las
drogas en Colombia es una excusa para acabar con un movimiento
insurgente, que es la guerrilla, y que está intentano cambiar las
cosas dentro del país. Y en ese país hay mucho que cambiar»,
continúa. «Como en toda Latinoamérica, que todavía sufre el legado
de los españoles: una pequeña elite muy rica y una inmensa mayoría
de la población sumida en la pobreza. En Colombia es todavía peor.
Eso llama a la violencia y a la búsqueda del cambio. Cuando hay
deseo de cambio, los EEUU intervienen e intentan acabar con esos
llamamientos de cambio. Eso es lo que está pasando en Colombia. Y
el año que viene será peor».

-¿No se cansa de su papel de agorero?

-Todo lo contrario. La mayoría de la gente no está contenta con la
forma en que funcionan las cosas, y les encanta venir a hablar de
sus problemas, de su situación. Desde luego, yo no estoy arruinando
la fiesta de ellos. Pero arruinar la fiesta de los poderosos y de
los privilegiados, eso es maravilloso. Ellos no quieren que se les
moleste mientras celebran su fiesta, y por eso quieren mantenerlos
fuera. No hay nada sorprendente sobre esto.

-¿No es cierto que este mundo es mejor que el de hace 45 años,
cuando llegó aquí?

-En muchos aspectos, sí. Pero recuerde que no nos regalaron nada,
que todo se ganó luchando. Los años 60 tuvieron un efecto
civilizador en toda la sociedad. Si se fija en los cambios
acaecidos en Estados Unidos y en otras partes del mundo, muchos son
consecuencia del activismo y de las protestas de los 60. El
movimiento de derechos humanos, el feminista, el medioambiental, el
de solidaridad con el Tercer Mundo, todos vienen directos de los
años 60. Nacieron como consecuencia de la lucha. Si no lo
hubiésemos hecho, estaríamos viviendo en la esclavitud.

-¿Por qué se niega a ser un privilegiado?

-Mírese al espejo de vez en cuando y piense si es capaz de soportar
lo que ve. Si puede, entonces algo está mal con usted. Parte de la
corrupción del poder y del dinero es lo que te impide mirar en el
espejo. Vuelvo a los Evangelios, es muy simple, es la Historia de
la Humanidad: pretender que no se ve lo que ocurre alrededor. La
gente se rebela, y por eso las cosas mejoran. Si quieres participar
en esa lucha, tienes la posibilidad. Si eres privilegiado, tienes
todavía más oportunidades de hacerlo.

-¿Es usted muy religioso?

-No, en absoluto. Soy una persona corriente. Se trata de intentar
ser un ser humano decente. Imagínese que va caminando por la calle
y ve a un niño sentado en la esquina, en harapos, con un trozo de
pan en la mano, y usted tiene hambre. Mira alrededor y ve que no
hay ningún policía. ¿Le quitaría usted el pan a ese niño? Si
alguien hiciera eso, sería un lunático patológico. Pues eso es lo
que hacemos todo el tiempo en el mundo. E intentamos no verlo. Yo
le digo: véalo y no lo ignore.


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    cortesia de Anibal Monsalve Salazar

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