K'ITINAKATIX UKHAM LUP'IPXEX, MAYIRIN AMUYAPXAÑAPAWA SUMA JAKAWI 
TAQINITAKI,JANIWA UTJAÑAPAKITI MA QAUQHANITAKI SUMA JAKAWI. JICHHA MARKA 
APNAQIRINAKAX UK THAQHAPXI, MAYACHT'ASIPXAÑANI.

Paquita González Rodríguez <[EMAIL PROTECTED]> escribió:          EL PAÍS, 
ESPAÑA, 9 de diciembre de 2006.

Nunca tantos latinoamericanos habían creido en Winston Churchill. El primer 
ministro británico decía en 1.947 que "la democracia es la peor forma de 
gobierno, exceptuando todas las otras formas que se han probado". 59 años 
depués, el 74% de los ciudadanos de América Latina comparte la opinión 
pragmática de que " la democracia puede tener problemas, pero es el mejor 
sitema de gobierno" según se desprende del informe 2006 del Latinobarómetro, 
una encuesta llevada a cabo en 18 países del continente y que se basa en más 
de 20.000 entrevistas.

Este optimismo democrático se basa en dos factores principales, según la 
directora del Latinobarómetro, Marta Lagos: " Es un dividendo de la 
elecciones y una consecuencia de la bonanza económica", explica por teléfono 
desde Santiago de Chile. Efectivamente, 2006 fue un año electoral intenso, 
2006 fue un año electoral intenso, con comicios presidenciales en 12 países. 
Según Lagos, en Amércia Latina asistimos al fortalecimiento de una 
"democracia experimental": la gente va convenciéndose de las ventajas de 
oluralismo político cuando experimenta su funcionamiento en la urnas.

La prosperidad económica también está claramente vinculada con el incermento 
del respaldo democrático. En 2006, el crecimiento del PIB en la región 
superará el 3.5% por tercer añoi consecutivo, y esta mejora coincide con un 
aumento de cinco puntos de la opinión de que " la democracia es preferible a 
cualquier otra forma de gobierno". Desde la primera vez que el barómetrop 
hizo estra pregunta en 1.997, es sorprendente la coincidencia entre las 
opiniones a favor de la democracia y el estado de la economía: " el apoyo a 
la democracia era del 63% en 1.997, cayó al 48% en 2001, cuando la región 
experimentó tasas de crecimiento negativas, y ha vuelto este año al 58%.

Con todo, la prosperidad económica conlleva el riesgo de crear frustración 
entre la ciudadanía. Cuando se pregunta a los encuestados cuámto tiempo 
necesita su país para considerarse desarrollado, un 18% responde que entre 5 
y 10 años, cinco puntos más que en 2003. Estas grandes expectativas son un 
arma de doble filo, advierte Lagos: "Si los Gobiernos no son capaces de 
encauzar esta demanda, podría existir un afrustración masiva y un gran 
desencanto".

Hay que añadir otro matiz a este respaldo a la democracia: son los que el 
Latinobarómetro llama los "rebeldes cívicos", un sector de ciudadanos que 
duda de la eficacia del voto y rechaza la participación convencional en la 
vida política. Formas habituales de tomar parte en la vida cívica, como 
hablar de política, firmar una petición o asistir a una manifestación han 
sufrido un declive casi constante en los últimos años. También las 
instituciones que intermedian entre los ciudadanos y las autoridades, como 
los partidos políticos o el Parlamento, han sufrido una desafección 
importante. Más de un tercio de los encuestados dice, por ejemplo, que la 
democracia podría funcionar sin los partidos. Los "rebeldes cívicos" son 
este 14% de la poblaciónb latinoamericana que opina que la menra más 
efectiva para cambiar las cosas es participar en movimientos de protesta. 
Lagos cree que el problema no es esta disposición a presionar al Gobierno 
mediante el recurso a la calle, sino que casi un ciudadano de cada siete no 
tiene un canal para defender sus intereses, ya que este vacío puede 
favorecer a caudillos locales de corte populista, como ha ocurrido en las 
manifestaciones en el Estado mexicano de Oaxaca para exigir la destitución 
del gobernador, dice la investigadora.

Otra enseñanza de la encuesta es la pérdida de relevancia de los conceptos 
de izquierda y derecha. Aunque los partidos que se presentaron bajo siglas 
de izquierda han sido los más exitosos en los comicios de 2006, resulta que 
la opinión pública latinoamericana se define mayormente como de centro o de 
derecha.

En una escala de 0 a 10, donde 0 sería la extrema izquierda y 10 la extrema 
derecha, la región en su conjunto se posiciona casi en el centro, en el 5,4. 
Además, los electores que se identifican con la izquierda(nota entre 0 y 3) 
nunca superan el 34% de la población (Uruguay). Al contrario, hay varios 
países que tienen cerca de la mitad de la población que se considera de 
derecha (nota entre 7 y 10). La propia Nicaragua, que acaba de elegir 
presidente al sandinista Daniel Ortega, tiene más electores de derecha (el 
43%) que de izquierda (el 32%). Marta Lagos explica esta discordancia por la 
importancia del centro político. Añade que la división ya no se hace en 
función de la pertenencia a un campo ideológico (izquierda o derecha), sino 
según la situación económica (pobreza o riqueza) de los electores. "Es un 
error decir que América Latina ha girado hacia la izquierda", apunta Lagos, 
"se trata más bien de una renovación de la élites".

Buena prueba de este relevo de los gobernantes y de la incorporación de 
nuevos creyentes en la democracia que conlleva, es la elección de Evo 
Morales a la presidencia de Bolivia en diciembre de 2005, apunta la autora 
del informe. En un año, entre 2005 y 2006, la proporción de bolivianos que 
estaba de acuerdo con la definición churchiliana de la democracia apsó del 
63% (el penúltimo lugar en la lista de 18 países) al 76% (el séptimo en la 
lista). "Morales ha creado bienes políticos más que económicos. Hay toda una 
parte de la población que se sentía excluida y que ahora se siente 
ciudadana, que siente que tiene el poder", opina Lagos.

El informe concluye con una doble clasificación de los líderes americanos, 
según su nivel de conocimiento por los ciudadanos y según su popularidad. 
Entre los dos presidentes más conocidos figura uno externo a la región, 
George W. Bush, y uno alejado del poder por su estado de salud, Fidel 
Castro. Cuando se pide a los encuentados que evalúen a Bush o Castro, un 21% 
en ambos casos, responde que no sabe quien es o no responde. Este porcentaje 
sube al 29% para el venezolano Hugo Chavez y al 49% para el brasileño Lula. 
Cierra la lista el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, con un 75% de 
encuestados que no responden.

Con estos datos se puede concluir que los pueblos tienen un conocimiento 
limitado de los presidentes de los países vecinos, y un gran desconocimiento 
de los líderes de los países más alejados. Por ejemplo, hasta un 94% de los 
mexicanos no tiene opinión del colombiano Alvaro Uribe o ignora quién es.

El líder más apreciado en América Latina es Lula. Recibe una nota de 5.8 
sobre 10. En tres países, Venezuela, Brasil y Perú, más de la mitad de la 
población tiene de él una opinión positiva (es decir, una valoración igual o 
superior a7). Le sigue la chilena Michelle Bachelet, con una puntuación de 
5.5. En la cola del pelotón se encuentran Fidel Castro (4.4), el peruano 
Alan García /4.5), George W. Bush y Hugo Chavez (4.6).

Marta Lagos concluye en su informe que ser lider en América Latina y tener 
la simpatía de los pueblos de la región, es un asunto difícil. Por un lado, 
Hugo Chavez es el presidente electo que ha alcanzado los mayores niveles de 
conocimiento. Pero un 39% tiene mala opinión de él. Por su parte Lula, el 
mejor evaluado en la región, sólo es conocido por el 51% de la población: " 
Un perfíl de liderazgo positivo al que sólo le falta aumentar sus niveles de 
conocimiento para poder ser considerado un líder regional".

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