COLOMBIA:
ENFOQUE:
UN AJUSTE DE
CLASE
Por Alvaro
Vásquez
Tomado de VOZ Ed. 2062
E-mail: [EMAIL PROTECTED]
Después de muchos
anuncios, la semana pasada el gobierno Pastrana llevó al Congreso el proyecto de
su tercera reforma tributaria. Estuvo precedida de largas consultas y del viaje
del Ministro de Hacienda a Washington, a donde llevó no sólo un balance de
lo que se ha hecho hasta ahora por cumplirle estrictamente al Fondo Monetario
Internacional, sino otras promesas y compromisos que son prácticamente una
segunda carta de intención que se adiciona al llamado “acuerdo extendido al
FMI”.
El proyecto de 34 artículos se
dirige a obtener cerca de cuatro billones de pesos adicionales a los actuales
ingresos tributarios. Incluye como toda ley colombiana, amplísimas facultades
extraordinarias por seis meses posteriores a su promulgación, para ejecutar toda
clase de medidas “persuasivas y coactivas” para agarrar del pescuezo a los
tributantes. Como es sabido, la razón de esta reforma, que duplica el monto del
proyecto anterior presentado por el ya olvidado Juan Camilo Restrepo, es la
necesidad de tapar el hueco del déficit fiscal que parece alcanzar casi el siete
por ciento del producto nacional. Y que según el FMI, es la causa del
desbarajuste económico, sobre todo porque amenaza el pago cumplido del servicio
de la deuda pública a las empresas y bancos transnacionales, que son las que
representa el mencionado Fondo.
Por tanto, la primera
observación que puede hacerse es que la tal reforma está dictada desde afuera,
por el capital extranjero y desde luego, en su favor. Es parte del famoso
“ajuste” que se ha comprometido servilmente este gobierno a hacer en un
lamentable acto de sumisión. Para nada se han tenido en cuenta los intereses
sociales ni nacionales del país. Por el contrario, los lesiona gravemente, al
igual que las otras piezas del ajuste, como son la reducción de las pensiones y
de las transferencias, que no se presentan ahora por físico cálculo politiquero
del pastranismo.
Entrando a su contenido, el
proyecto tiene un tufo de clase que apesta a distancia. Mientras se rebaja del
35 al 32 por ciento el impuesto a la renta para los grandes grupos nacionales y
extranjeros, se reduce el nivel de las exenciones de los asalariados del 30 por
ciento que ahora tienen al 20 por ciento, aumentando así la suma que deben
pagar. Se señalan impuestos y retenciones para algo que hasta ahora se había
respetado, según una de las normas básicas del derecho laboral, cual es la de no
tocar las prestaciones. Ahora se gravarán las pensiones, incluyendo jubilación,
invalidez, vejez y riesgos profesionales. Para los sectores medios de la
población —eternos paganinis de las medidas tributarias— no puede ser peor:
aumentan las retenciones, exculcan los bolsillos de los profesionales y hasta
llegan a los tenderos y la flamante pequeña industria, cuya protección
demagógica es una de las más socorridas banderas del pastranismo.
El entreguismo oficial se
resume en la propuesta de supresión del impuesto a las remesas de utilidades que
todos los años hacen al exterior las grandes empresas transnacionales. Estamos
muy lejos de las previsiones del Pacto Andino, que limitaba esas remesas y las
controlaba en una época en que todavía la burguesía colombiana tenía un mínimo
decoro nacional.
Para el conjunto de la
población también hay altas dosis de castigo. En primer lugar se busca extender
a todos los consumos populares el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que
prácticamente va a ser el mayoritario en las cargas tributarias. Esa ampliación
va a golpear los bolsillos del consumidor final de la base trabajadores y de las
capas medias. Igualmente, el impuesto del dos por mil fijado a las transacciones
bancarias corrientes, no sólo se mantiene sino que se convierte en un impuesto
perenne, a pesar de que el inefable Juan Camilo había prometido que sería
transitorio y se acabaría para finales del año 99. En este verdadero “desajuste”
de las cargas se revela lo propio de la política neoliberal que tanto se ha
criticado: elevación de los impuestos indirectos que golpean el consumo general,
mientras que se rebajan los impuestos directos que contemplan el principio de
más cargas para los poderosos. Aquí es al contrario, más cargas para los pobres
y menos para los ricos. El mundo al revés.
Desde luego que este tipo de
reformas van en contravía de la salida en el corto plazo de la recesión. Lo que
hacen es agravarla y demorar la inversión del ciclo. Porque la crisis en el
capitalismo se manifiesta por la diferencia entre la producción y la demanda
solvente de la población, determinada ésta por los ingresos corrientes, que si
son grabados, se reducen. En su nota del domingo en El Espectador, el economista
Eduardo Sarmiento calcula que la reforma “de entrada provocará una reducción de
la demanda efectiva del dos por ciento del Producto Interno Bruto”. Lo que desde
luego sacará del mercado a muchos contribuyentes del pueblo que son la base
general de la demanda.
Desde luego, estamos en la
etapa de los proyectos de ley que muestran la catadura del Gobierno, su
intención de salir de la crisis esquilmando aún más al pueblo y a los
trabajadores, para los cuales el único anuncio cierto es que no pasará del 6.5
por ciento el aumento de sus salarios el año entrante, luego de un 2.000 de
reducción del salario real para la gran mayoría de los asalariados y con una
amenaza de despido de más de 20.000 trabajadores con el cuento de la
reestructuración administrativa, para lo cual ya está previsto en el proyecto
unas anchísimas facultades extras, como ya lo señalamos.
Falta ahora el trámite
parlamentario. La experiencia ha mostrado que el celestinaje del Congreso
con las posturas antipopulares del Gobierno no auguran muchas esperanzas para
las gentes del común.
SOBRE PLAN
COLOMBIA
Por Alvaro
Vásquez
Notipaco, 19 de septiembre de 2000
E-mail: [EMAIL PROTECTED]
El foco principal de
nuestras tareas es la denuncia constante y la movilización contra el Plan
Colombia. Este tema no puede simplificarse al extremo de no ver la diversidad de
posiciones que hay a este respecto o no tener en cuenta la gama de posibilidades
que tenemos en este frente.
CARÁCTER DE LA
AYUDA
Ante todo, la apreciación
sobre la ayuda norteamericana, debe ser clara. El Plan es UN CAMBIO DE CALIDAD
DE LA ACTITUD YANQUI frente a las relaciones con Colombia. Es una toma de
decisiones que implica involucrarse en un proceso cuyas líneas seguramente no
están definidas todavía, pero que irán perfilando en dependencia de la posición
oficial colombiana y sobre todo de la resistencia popular.
Es una POLITICA DE ESTADO,
dirigida claramente a aprovechar una serie de factores como la lucha contra el
narcotráfico, el tema de los derechos humanos, el peligro de contagio a los
países vecinos, con el fin de marcar una raya para detener el fortalecimiento de
la insurgencia armada, caso peculiar en la situación colombiana.
No puede considerarse la
adopción de la ley de ayuda militar como un hecho mas en el camino de la
imposición y la sojuzgación tradicional por aporte de los E.U: el gobierno
yanqui aprovecha una coyuntura que le es favorable – debilidad de Pastrana,
entreguismo de éste, crisis económica, concesiones a la guerrilla, falta de
confianza en las fuerzas armadas oficiales, desesperación de la población por el
deterioro de las condiciones de vida y trabajo – para pasar a intervenir mucho
mas que antes en los desarrollos nacionales.
Se trata de una intervención
PUNTUAL y no sólo general, actuando en cada sitio de la conyuntura y viene
preparándose por la serie de concesiones anteriores: leyes impuestas al
congreso, cambio de la Constitución a favor de las inversiones extranjeras,
montaje de bases militares, navales y aéreas no solo en el país sino en los
países vecinos, adiestramiento de tropas especiales, creación de estructuras de
inteligencia castrense, etc.
La política del Plan,
aparentemente resultado de un acuerdo negociado, implica también un
reconocimiento de la IMPOSIBILIDAD DEL PODER NACIONAL PARA RESOLVER SOLO LOS
FACTORES DE CRISIS. Por su parte, los grupos empresariales, aunque con
diferentes enfoques, desconfían de la capacidad del sistema y de sus estructuras
de fuerza para detener el curso de los acontecimientos. Vienen de una
experiencia de fracasos y sienten que POR SUS PROPIAS FUERZAS no podrán
modificar este rumbo. Por lo pronto están ensayando la vía del diálogo, pero
esto no es absoluto. Por eso, el primer resultado negativo del Plan es cierta
tendencia en este nivel empresarial a apuntarse por una salida diferente, con
base en el refuerzo extranjero. Suponen que la relación de fuerzas entre el
gobierno y la insurgencia cambiará con el Plan, por obra y gracia del poder
militar imperialista.
Tampoco es acertada la
apreciación de que el Plan es el resultado directo y natural de la
"globalización" y todo lo que esto significa., Aquí se ignora el componente de
la intervención militar que envuelve la ayuda de nuevo tipo inscrita en el plan.
No se ve lo PROPIO Y ESENCIAL de esta política y se siguen repitiendo los
slogans de la condena del neoliberalismo y sus consecuencias. Aunque el
trasfondo de lo que se llama el modelo está ligado a estos desenvolvimientos de
la posición americana, aquí hay componentes específicos que diferencian la
situación colombiana de otros teatros de aplicación de ese modelo.
UN FRENTE
AMPLIO
Teniendo en cuenta esta
caracterización, debemos asumir una actitud de RECHAZO FRONTAL AL PLAN COLOMBIA,
como expresión de una política de sojuzgamiento que puede llegar hasta la
intervención extranjera directa de tipo militar para dirimir un problema
nacional como lo es el de la insurgencia en Colombia. Por eso no es posible
diferenciar entre las partes del Plan, para enfrentar lo militar y aceptar lo
social. La integralidad del plan no se refiere, como lo plantean Pastrana y los
norteamericanos, a su virtud de resolver de un solo golpe las cuestiones del
narcotráfico y de la guerrilla, estrechamente dependientes, como lo aseveran sus
autores, que incluso son englobados en una sola caracterización, la
"narcoguerrilla". La integralidad consiste en que tiene un único propósito cual
es el de derrotar la insurgencia, al cual se subordinan los otros aspectos de la
ayuda.
Pero el hecho de que asumamos
una posición definida teniendo en cuenta el significado de la ayuda que contiene
el plan no quiere decir que no veamos las diferentes facetas que asume la
implementación de este proyecto en ejecución.
Ante todo, lo principal ahora
es develar sus propósitos, denunciar sus objetivos y llamar a la lucha contra su
aplicación. En este esfuerzo hay que tratar de unir a todos los que por una
razón o por otra expresan su disentimiento con el Plan. En este sentido, la
lucha contra éste es uno de los elementos esenciales de la política de unidad y
de acuerdo con otros sectores y desde luego, está ligada a la formulación de las
exigencias democráticas, a la lucha por la soberanía y al programa alternativo
de las demandas populares.
Por otra parte, es necesario
aprovechar todas las coyunturas que van a presentarse con motivo de su puesta en
práctica. Una de ellas es la diferencia que existe entre la ley americana y las
posiciones divergentes y reservas de las naciones europeas. Sin exagerar estas
distinciones , sí tenemos que percibir los matices y las posiciones que en esto
surgen, sobre todo la disposición de grupos y gobiernos europeos a prestar ayuda
en cuanto a la erradicación de los cultivos de estupefacientes por medios no
militares y la distancia que guardan en cuanto a involucrarse en el conflicto
armado.
También hay que tener en
cuenta las prevenciones de algunos sectores contra ciertos aspectos del Plan. El
sistema de fumigación es condenado por los organismos de derechos humanos y por
los grupos ambientalistas, que pueden hacer aquí un aporte significativo en la
defensa de los cultivadores y en el rechazo a la solución de fuerza de la
supresión militar de los cultivos tildados de "ilícitos", ya que hay una gran
actividad en cuanto a las confrontaciones contra las medidas
militares.
Igualmente hay que apoyarse a
fondo de las actividades que están en marcha en diversos países. En el Ecuador,
donde está una de las bases principales de la actividad militar, la de Manta, ya
se han realizado diversos actos y movilizaciones contra el plan. Hay que
interesar a la opinión de países como Venezuela, cuyo gobierno ha presentado
reiteradas reservas sobre los operativos contra la droga, así como Brasil y
Perú, que han mostrado preocupación por el brusco cambio en la balanza del
armamento en la región determinada por la ayuda militar a Colombia. Un frente de
la actividad internacional es de los núcleos de solidaridad de Europa, cuyas
organizaciones tienen actitudes consecuentes al respecto. Pero, sobre todo, es
importante el pronunciamiento de los mas diversos organismos sociales y
políticos de los Estados Unidos, incluyendo algunas ONG´s internacionales, que
vienen denunciando el carácter del plan y todo el potencial intervencionista y
de guerra que contiene.
En Colombia hay una gran
efervescencia alrededor del tema. Ya se ha realizado el encuentro en Puerto
Asís, Putumayo, que ha exigido un cambio de la fumigación por un plan concertado
de erradicación manual, la condena del hongo que pretende irrigarse en ese
departamento, primer escalón de la aplicación del plan, la denuncia del nuevo
clima de violencia y paramilitarismo que ha traído la aprobación en el Congreso
americano de la ley de ayuda.
CONTRA LA
APLICACIÓN
Por otra parte, hay un período
entre la aplicación del plan y su puesta en práctica en el teatro de operaciones
militares. La sola aprobación de la norma no quiere decir que sea inevitable su
aplicación con todas las consecuencias que hemos anotado en el plano de la
intervención. Una posibilidad es detener esa aplicación. O por lo menos lograr
una suspensión de sus efectos. Así como el gobierno y los yanquis tratan de
aprovechar el interregno para producir cambios en los mandos militares,
adiestramiento de nuevos batallones (por lo menos dos), trabajos de inteligencia
y sobre todo, una costosa labor de desorientación y de maduración de las
condiciones para convencer a la opinión de la conveniencia de la intervención,
el movimiento popular también debe aprovechar esta etapa para la movilización
cada vez mas elevada, la ampliación del frente contra la intervención y la
multiplicación de las relaciones con la opinión internacional. Pero también con
la formulación de alternativas y las propuestas de suspensión de las
operaciones.
Desde luego que no será fácil
lograr un objetivo de esta naturaleza cuando se ha puesto en marcha un
cronograma de ejecución del plan.. Este puede ser no sólo el tema de propuestas
y alternativas del movimiento social y político sino que puede convertirse en
una contraprestación a la hora de debatir temas como el del cese al fuego, que
puede ser presentado por la guerrilla y avalado por la opinión. En lo inmediato
están en preparación el encuentro Nacional contra la intervención y el Plan
Colombia que debe realizarse el 7 y el 8 de octubre y el encuentro internacional
en Costa Rica , que debe reunir delegaciones del país, de los gobiernos y
organizaciones europeas, de Estados Unidos y de América Latina. Todo el partido
debe vincularse a la realización de estos dos eventos, que podrán tener
repercusiones trascendentales en cuanto al plan.
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