Queridos compañeros: alimento la polémica que hubo sobre este tema en la
lista hace unos meses enviándoos un artículo que he escrito para un
periódico de distribución gratuita que se publica en Guadalajara. Cada cinco
semanas me toca ser “columnista” (también gratuita, por supuesto), y
aprovecho para llevar las aguas a mi molino.

Esta es mi columna de hoy:

Cavernícolas

No sé usted, pero yo, que soy de la generación de los padres del Cuéntame,
he reflexionado muchas veces en los pasado años  al ver la alegría con la
que todos gastábamos el dinero.  De repente nuestro país se había hecho
rico, ¡qué estupendo! Era como cuando a una familia le suben mucho los
ingresos y puede empezar a gastar en restaurantes sin mirar precios, con lo
que antes costaba salir a comer fuera. 

Ahora, como en las familias cuando se pasan de gasto, hay que apretarse el
cinturón. Y no sé a qué mentes privilegiadas se les ha ocurrido que, para
ello, lo mejor es empezar a desprestigiar al funcionariado. Ese es el primer
paso para desmantelar la “cosa pública”, para reducir drásticamente
servicios cuya conquista ha costado sangre, sudor y lágrimas a muchas
generaciones, para dejar servicios fundamentales en manos de empresarios
que, como primer objetivo, buscan su bien particular y no el público. 

Como funcionaria desde hace muchos años pienso que quizá haya que
reflexionar para ver si se puede ahorrar en “lo público”, pero me parece
difícil. En general, la Administración ofrece aquello que no le interesa al
sector privado porque no da ganancias. Si no fuera por las bibliotecas
públicas, por poner un ejemplo para mí cercano, prácticamente no llegarían
los libros a ninguna de las poblaciones de nuestra provincia, quitando las
tres o cuatro mayores. Cualquier librero diría que no resulta rentable poner
una librería en Alustante, pueblo en el que funciona estupendamente una
biblioteca. 

En cuanto a lo de privatizar servicios públicos, las empresas privadas sólo
están dispuestas a acoger los más fáciles, los que les pueden dar ganancias.
Y hasta Perogrullo sabe que privatizar un servicio público lo encarece, se
mire como se mire. La privatización añade un nuevo concepto de gasto: el
beneficio empresarial, que se suele cifrar en un quince por ciento pero
suele ser bastante más. Si una administración “externaliza” (qué horrorosa
palabra) un servicio que costaba X, el servicio costará X más, en el mejor
de los casos, el 15%. A no ser que la empresa ahorre costes pagando sueldos
de porquería o reduzca el personal a niveles hiperinsuficientes. Si quieren
ver los resultados de esas prácticas vean La cuadrilla, una película de Ken
Loach que muestra cómo tras la reducción de un grupo de trabajadores de
mantenimiento del ferrocarril, comienzan los accidentes mortales. 

Los recortes en los servicios públicos que se están proponiendo en países
como el Reino Unido son un gran paso de retorno a las cavernas. ¿Quieren
ustedes tener que volver a inventar el fuego? Pues quédense mirando y no
reaccionen. 

 



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Los archivos de IWETEL  pueden ser consultados en: 
                http://listserv.rediris.es/archives/iwetel.html
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