Saludos a todos.
    Hace poco he leído una clásica diatriba de un severo profesor contra el
olvido del latín y el griego, diatriba acompañada de las típicas apologías
de la riqueza expresiva del castellano sobre el inglés. He contestado al
severo profesor en su foro de debate, y supongo que se habrá quedado más
severo e irritado aún que antes.
    No repetiré aquí lo que le he contestado al iracundo latinista. Pero sí
diré que, en sentido estricto, el latín no es una lengua, porque carece de
hablantes.
    Por eso, los repetidos intentos de "resucitar" el latín esconden
normalmente un pufo considerable.
    El latín, según la verdad lingüística y no según las apologías
magistrales, es simplemente una forma de hablar que se transformó
fuertemente y sigue usándose hoy como castellano o como corso.
    Entonces, cuando un grupito de ésos se pone a "hablar latín", hace lo
único que puede hacer: una reconstrucción fonética hipotética a partir de
una etapa arbitrariamente elegida de la lengua, y  naturalmente con hábitos
ortográficos y sintácticos bien diferentes a los romanos antiguos (por
ejemplo, en el uso sistemático de las minúsculas y de la uve doble). Por
otro lado, la inabarcable complejidad de la lengua usada por Cicerón o por
Virgilio, incluso por el autor de los Comentarios a la Guerra de las Galias
(obra atribuida a Julio César, que tanto la escribió como la escribí yo),
implica que estos "hablantes" de latín moderno se limiten a unas pocas
formas derivadas del bajo latín eclesiástico, ese bajo latín que fue la base
para el uso meramente pasigráfico de un "latín común escrito" desde el siglo
séptimo (cuando dejan de usarse las declinaciones en la lengua hablada)
hasta hoy.
    Y me preguntaréis: ¿son inútiles esos foros de latín? No, no son
inútiles, tienen una evidente utilidad: ayudan a aprender esa lengua muerta
y bien muerta que es el latín. Esa lengua muerta con un rico caudal de
literatura original.
    Yo, personalmente, haría algo más divertido: un foro de bajísimo latín o
protorromance, esa lengua transicional de los siglos sexto y séptimo, cuando
la declinación todavía se usaba por parte del pueblo pero ya no era
obligatoria, pues el uso menguante de las declinaciones coincidía con el uso
creciente de las preposiciones.
    ¿Se apunta alguien a revivir los tiempos de "illa rosa de illa vita".
Porque a mí los tiempos de "rosa vitae" sólo me atraen como recuerdo
literario.
    De Alexandre Xavier Casanova Domingo.



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